Before and after satellite images of the Syrian nuclear reactor at al-Kibar, which Israel destroyed in 2007. (AP/DigitalGlobe) (AP/DigitalGlobe)
Syrian nuclear reactor at al-Kibar

Absolutamente increíble. Así describieron los propios militares y dirigentes políticos del momento una de las operaciones militares más exitosas e importantes de la historia del Estado de Israel.

El miércoles, el Estado de Israel reconoció formalmente que su fuerza aérea hizo explotar un reactor nuclear sirio en el área de Deir Ezzor en las horas previas al amanecer entre el 5 y el 6 de septiembre de 2007, en una misión conocida en gran parte del mundo como Operación Huerto.

La confirmación oficial pone fin a una política de 10 años y medio de secreto.

Tras varias comunicaciones entre el Gobierno de Israel, dirigido en aquel momento por Ehud Olmert y el Presidente de Estados Unidos, George Bush, ambos acordaron mantener en secreto absoluto el ataque, ya que podría poner en serio riesgo a los soldados de la fuerza aérea y a los propios civiles serios. Israel temía en aquel momento que si alguien revelaba el plan, el gobierno de Assad podría llevar a la zona a niños con tal de utiulizarlos como escudos humanos y así poder continuar con su siniestro plan de construir su reactor nuclear.

Bush dio luz verde al ataque, aunque Israel no la pidió. Solo pidió discreción.

Israel había demostrado a los estadounidenses que el gobierno sirio iba en serio con su plan. De hecho pudieron demostrar la colaboración entre los sirios y Corea del Norte, lo que hizo saltar todas las alarmas a los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Si bien es cierto que estaban preocupados, tras la guerra de Irak y la ausencia de las armas de destrucción masivas, el gobierno de Bush no podía permitirse otro ataque en un segundo país árabe que lo conduciría inmediatamente a una guerra que incendiaría la región.

Israel sabía de la debilidad de Assad. Había consultado con los mejores psicólogos militares y habían acordado que una vez completado el ataque los dirigentes de Israel pasarían a un perfil bajo, para no provocar una posible represalia siria. Olmert y su gobierno sabían que Assad se inventaría cualquier cosa para desviar la atención del ataque al reactor, que supuso, sin duda, un ataque también al orgullo sirio.

Y así fue. Israel atacó y Assad desvió la atención diciendo que su ejército había expulsado a los aviones israelíes y que al fin y al cabo éstos habían atacado un lugar desértico.

A Israel todas estas excusas, que el mundo daba por falsas, les venían muy bien. Ganaban tiempo. La posible represalia siria se retrasaba y los ánimos se calmaban. Vamos, un éxito de Israel sin precedentes. Un ataque así, sin represalias, sin bajas y con el objetivo más que cumplido.

«El mensaje del ataque al reactor en 2007 es que Israel no aceptará la construcción de una capacidad nuclear que amenace la existencia del Estado de Israel. Ese fue el mensaje en el año 1981 (la conocida Doctrina Begin). Ese fue el mensaje en 2007. Y ese es el mensaje a nuestros enemigos para el futuro «, dijo el jefe de las FDI, Gadi Eisenkot, en un comunicado sobre el ataque del año 2007.

Alguno hoy estará viendo desde su bunker los vídeos que vamos a publicar sobre la operación y sentirá miedo. Éstos cobardes (Nasrallah, Haniye, Sinwar) saben a quién tienen delante.

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