La Europa que hoy conocemos no deja de sorprendernos por lo previsible de sus posicionamientos, a nivel político y social.
La tormenta perfecta que ha levantado la declaración norteamericana respecto a la capitalidad de Jerusalem seguirá dejando titulares, editoriales, artículos de opinión o encuestas, que solo constatarán lo que ya todos sabemos que Europa no ha cambiado un ápice en su enfrentamiento, contra el Eterno y sus promesas eternas.
“Una encuesta en internet realizada por el diario conservador Die Welt, perteneciente al grupo Axel Springer, reveló que una abrumadora mayoría de la población alemana, el 64 por ciento, también se opone al reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel”. La política exterior de Europa y el posicionamiento de la sociedad europea van a la par. Unas inquietantes señales sociales y políticas que conducidas por el llamado “motor alemán” presagian una dramática catástrofe, de consecuencias previsibles.
El Titanic europeo y su política respecto a Israel y el Pueblo Judío, también con mayúsculas, van a la deriva siendo más que alarmante su seguro hundimiento. Una orgullosa Europa que quiere revivir sus pasadas glorias de supuestos triunfos, sin considerar los grandes fracasos históricos que han llevado a la comunidad internacional a varias guerras mundiales, con millones y millones de muertos. Una Europa que sigue navegando contra la corriente de la historia, que el Cielo ha establecido.
El motor alemán, bajo la cubierta del que hemos denominado Titanic europeo, mueve las hélices de un gigantesco barco que se cree indestructible. Un gigante que piensa, que nada ni nadie podrá hundirlo. El orgullo hundió el famoso Titanic y el reiterado orgullo europeo, en contra de la voluntad del Eterno, de su Pueblo Israel, de la idiosincrasia judía y de su Capital Indivisible Israel, será iceberg puesto por el Cielo, que hunda al arrogante gigante de la incitación contra Israel. Un motor, el alemán, que se mueve con el combustible árabe, iraní y turco. Un combustible que se paga con la moneda del rechazo y la incitación contra Israel y los judíos en general. El barco se está hundiendo sálvese el que pueda.
El moderno sultán de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quiere ser el sultán de toda Europa, para lo cual ya ha metido a millones de turcos, que la transitan sin mayores problemas. Un ejército turco encubierto que ha establecido sus bases de aprovisionamiento en Alemania. No es de extrañar que más de un 64% de alemanes se posicionen contra Israel y su capital Jerusalem. Los movimientos políticos del “sultán” turco van encaminados en otra dirección más cercana que Jerusalem. La expansión turca va dirigida hacia Europa y empezando por Alemania. Todo parece indicar que la próxima capital de Alemania será Ankara. Los que conocemos Alemania nos damos cuenta que no hace falta visitar Turquía, para conocer como era el Imperio Otomano. Europa y Alemania son una fiel representación del expansivo imperio de terror turco.
El anacronismo de ver un país europeo como Chipre, invadido y dividido por los turcos en 1974, es una señal que debería tener muy en cuenta Europa en su conjunto. La invasión turca de Europa ya ha empezado ¿Está cosechando Europa lo que ha sembrado contra Israel, su Capital y los judíos en general? Alguna mente despejada debería alertar a los líderes europeos del peligro de hundimiento al que están expuestos. Luego que no digan, que no les hemos avisado. El motor alemán del Tinanic europeo lo dirige el sultán turco desde su cabina de mando hacia un oscuro naufragio cuyas victimas serán incontables. Qué vayan pensando en cambiar los libros de texto pues la previsible capital de Europa y Alemania bien podría ser la ya mencionada Ankara.
Un inesperado tropiezo para las aspiraciones dictatoriales del “sultán” turco ha sido no convencer al también moderno faraón de Egipto Abdulfatah al Sisi, para que se sume a su campaña contra Israel y Estados Unidos. Egipto debe mucho a ambos países y un enfrentamiento con semejantes potencias dejaría a los egipcios a merced del terrorismo islámico, en la península del Sinaí. Un terrorismo que quiere tomar el poder y posicionar su capital en El Cairo.
La promesa del Eterno es levantar a Israel y su Capital Eterna e Indivisible Jerusalem, todo con mayúsculas, como cabeza de las naciones. Un faro luminoso que sigue guiando a los navegantes de este mar de oscuras aguas tormentosas, que es la política internacional europea, en la cual muchos naufragan. El Cielo siga iluminando a Israel, para que en esta Festividad de la Luz guíe a las naciones a buen puerto.
Por José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel