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Según un estudio de la Universidad de Tel Aviv, la terapia hiperbárica ha resultado ser eficaz en la mejora funcional del autismo.

(Comunicado de la portavoz de la Universidad de Tel Aviv)

Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv ha logrado mejorar significativamente las habilidades sociales y la condición del cerebro autista mediante la terapia de cámara de presión. El estudio fue realizado en modelos animales de autismo. En el mismo, los investigadores identificaron cambios en el cerebro, entre ellos, una reducción de la neuroinflamación, que es conocida por estar asociada al autismo. Además, fue hallado un notable mejoramiento en la función social de los modelos animales tratados en la cámara de e presión. El éxito del estudio tiene numerosas implicaciones respecto a la  aplicabilidad y la comprensión del tratamiento del autismo utilizando la terapia de cámara de presión.

El avance fue logrado bajo la dirección de la estudiante del doctorado Inbar Fischer, del laboratorio del Dr. Boaz Barak de la Escuela Sagol de Neurociencia y la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Tel Aviv. La investigación fue publicada en la revista International Journal of Molecular Sciences.

Fischer y Barak explican que la medicina hiperbárica es una forma de terapia en la cual los pacientes son tratados en cámaras especiales en las cuales la presión atmosférica es superior a la presión que experimentamos a nivel del mar, y además se les suministra un 100% de oxígeno para respirar. La medicina hiperbárica es considerada segura, y ya está siendo utilizada para tratar una extensa lista de afecciones médicas, incluso aquí en Israel. En los últimos años, se han ido acumulando evidencias científicas de que los singulares protocolos de tratamientos hiperbáricos mejoran el suministro de sangre y oxígeno al cerebro, y de ese modo, mejora la función cerebral.

El Dr. Barak señala: “Las causas medicas del autismo son numerosas y variadas, y finalmente,  crean el diverso espectro autista, con el que estamos familiarizados. Alrededor del 20 por ciento de los casos de autismo actuales son explicados por causas genéticas, es decir, por defectos genéticos, pero que no necesariamente son heredados de los padres. A pesar de la variedad de los orígenes  del autismo, el espectro completo de problemas conductuales asociados con ello, sigue siendo incluido bajo el único y amplio  título de “autismo”, y los tratamientos y los medicamentos ofrecidos no necesariamente se corresponden directamente con la razón por la cual el autismo se ha desarrollado”.  

En la fase preliminar del estudio, una niña portadora de la mutación en el gen SHANK3, que es conocido como el que conduce al autismo, fue tratada por el Prof. Shai Efrati, director del Centro Sagol de Medicina Hiperbárica en el Centro Medico Shamir “Assaf Harofeh”, miembro de la Facultad de la Escuela Sagol de Neurociencia y socio del estudio. Tras completar una serie de tratamientos en la cámara de presión, era evidente que las habilidades sociales y el funcionamiento del cerebro de la niña , habían mejorado considerablemente.

En la fase siguiente, y  con el fin de comprender más profundamente el éxito del tratamiento, el equipo de  investigadores del laboratorio del Dr. Barak trató de  comprender qué efecto tiene en el cerebro estar en una cámara presurizada. Para ello, los  investigadores utilizaron modelos animales adultos que portaban la misma mutación genética en el gen SHANK3 como en el caso de la niña que había sido tratada. El experimento comprendió un protocolo de 40 tratamientos de una hora en una cámara de presión, que se prolongó varias semanas.

El Dr. Barak manifestó: “Descubrimos que el tratamiento en la cámara presurizada enriquecida con oxígeno, reduce la inflamación en el cerebro y deriva en un aumento de la expresión de las sustancias responsables de mejorar el suministro de sangre y oxígeno al cerebro, y por ende,  la función cerebral. Además, vimos una disminución  del número de células microgliales, las células del sistema inmunitario que indican inflamación, lo que se asocia  con el autismo.

“Más allá de los hallazgos neurológicos encontrados, lo que más nos interesaba, era ver si estas mejoras en el cerebro también derivan en una mejora del comportamiento social, que se sabe que está afectado en los individuos autistas”, agregó el Dr. Barak. “Para nuestra sorpresa, las conclusiones mostraron una significativa mejora en la conducta social de los modelos animales de autismo que se sometieron al tratamiento en la cámara de presión comparados con los del grupo de control, que fueron expuestos al aire y a la presión normal, y sin un enriquecimiento de oxígeno. Los modelos animales que se sometieron al  tratamiento desplegaron un creciente interés social, prefiriendo pasar más tiempo en compañía de los nuevos animales a los que fueron expuestos en comparación con los animales modelo del grupo de control”.

Inbar Fischer concluye, diciendo: “La mutación en los modelos animales es idéntica a la mutación existente en los seres humanos. Por consiguiente, es probable que nuestra investigación  tenga implicaciones clínicas para el mejoramiento de la condición patológica del autismo resultante de esta mutación genética, y probablemente también del autismo derivado de otras causas. Dado que el tratamiento con la cámara de presión no es invasivo y ha sido hallado como seguro, nuestros resultados son alentadores y demuestran que este tratamiento puede mejorar estos aspectos conductuales y neurológicos también en los humanos, además de ofrecer una explicación científica de cómo se producen en el cerebro”.

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