Los niños que crecen en los territorios bajo control del Estado Islámico (EI) no ven dibujos animados en la televisión, no juegan con la pelota en las calles ni trazan dibujos de familias felices en la escuela.

Al contrario, muchos de ellos son obligados a presenciar ejecuciones, patear las cabezas de los decapitados o aprender a recargar fusiles automáticos mientras recitan la shahada o profesión de fe musulmana: “No hay otra divinidad que Dios, y Mahoma es su profeta”.

La organización dirigida por Abu Bakr al Bagdadi es probablemente el primer grupo yihadistas con un claro proyecto estatal desde el triunfo de los talibanes afganos, y ello implica pensar más allá de las victorias militares, es decir, en la continuidad que pueden aportar las nuevas generaciones. “La información recopilada revela que el ISIS (Estado Islámico de Irak y del Levante, por sus siglas inglesas) da prioridad a los niños como vehículo para asegurarse lealtad a largo término, adherencia a su ideología y cuadros de combatientes devotos que verán la violencia como un modo de vida”, señala el último informe de la Comisión Internacional Independiente para la Investigación sobre Siria, vinculada a la ONU, para cuya redacción ha entrevistado a más de 300 hombres, mujeres y niños que huyeron de los territorios del Califato proclamado por el EI.
Docenas de cohetes fueron disparados contra Israel.

Informes de la ONU, de activistas opositores como el grupo Raqqa is Being Slaughtered Silently o de organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch (HRW)confirman la existencia de campos de entrenamiento de menores en diversos puntos del territorio controlado por el EI como Raqqa,Alepo y Yarabulus, en Siria, o Mosul, en Irak. Los yihadistas “persiguen una política de hacer morir de hambre a la ciudad”, aseguran los activistas de Raqqa, uno de los bastiones del Estado Islámico, “y por ello la gente necesitada envía a sus hijos a los campos de entrenamiento por dinero”. Según un estudio publicado por HRW en junio, los yihadistas pagan 100 dólares mensuales por cada menor mientras que el sueldo de los combatientes mayores de edad es de unos 200 dólares.
Otros niños, en cambio, son secuestrados o llevados a la fuerza a los campos de entrenamiento bajo la amenaza de encarcelar a las familias que no cooperen. Igualmente, según explica a El Confidencial la doctora Shelly Whitman, directora ejecutiva de la iniciativa sobre Niños Soldados Roméo Dallaire, los yihadistas se aprovechan de los “huérfanos” y de los “menores separados de sus familias, que se encuentran en campos de refugiados y buscan venganza”.

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“Mañana serán los combatientes más fuertes”
El Estado Islámico sabe que cuanto antes comience el proceso de adoctrinamiento, más leal resultará esta nueva generación de yihadistas, tal y como afirma Raed, un adolescente sirio que se unió a la yihad con 16 años, en una entrevista con HRW: “El líder del campo decía que prefería a los más jóvenes. Me dijo: ‘Mañana serán líderes más poderosos o combatientes más fuertes’”. Por ello, los procesos de captación comienzan en las mezquitas, los sermones públicos y los centros educativos, que han adoptado un currículo totalmente filtrado por la demente interpretación del islam que sostiene Al Bagdadi. “La educación está siendo empleada como una herramienta de adoctrinamiento, diseñada para promover una nueva generación de seguidores. En muchas zonas, el currículum escolar ha sido modificadopara reflejar estas prioridades ideológicas e incluir el entrenamiento en uso de armas”, explica el informe de la comisión de investigación de la ONU.
Por ejemplo, en el caso de Raqqa, afirman los activistas anti-Estado Islámico, “al no quedar sistema educativo en la ciudad, los niños van a las mezquitas, donde los clérigos del EI les lavan el cerebro y les adoctrinan para que tomen parte en la santa yihad y luchen contra los infieles y los enemigos de Dios”. En Mosul, de acuerdo al diario que un residente compila para laBBC, los yihadistas no solo han separado a niños y niñas en la escuela o han sustituido la clase de “educación física” por la de “educación yihadista”. También sacaron del plan de estudios las lecciones de geografía e historia, aunque luego rectificaron y en su lugar acabaron con la clase de arte y, con ello, también prohibieron el uso de lápices de colores.
El número de menores en campos de entrenamiento sigue siendo desconocido: en agosto el Comité de Derechos Humanos de Siria estimaba que unos 800 niños participaban en ellos, aunque otras fuentes creen que la cifra es superior y que cada mes entre 250 y 300 ingresan en ellos para sustituir a los niños-soldado que mueren en el frente. De hecho, Whitman opina que el Estado Islámico “utiliza a entre 200.000 y 300.000 niños, no solo en labores militares sino también en todo tipo de trabajos de apoyo, por ejemplo mensajeros”. La edad también varía, va desde los 18 años a menos de 10.

Aprender a convertirse en terrorista suicida
Un informe de Raqqa is Being Slaughtered Silently señala que en esa provincia siria existen cinco campos de entrenamiento para niños y adolescentes y describe el funcionamiento de uno de ellos, el de Al Tabqa, para menores de 16 años y donde sus entre 250 y 350 alumnos aprenden a “disparar armas y lanzar granadas, además de recibir instrucciones sobrecómo hacer coches bomba y convertirse en terroristas suicidas”.

Existen dos programas: el normal y el intensivo. En el primero, los niños entran en un curso de 45 días de educación “fundamentalista” para luego ser enviados al entrenamiento militar propiamente dicho, que se prolonga durante tres meses. En esta segunda fase “los niños son segregados en diferentes grupos decididos por sus mentores y ello incluye: el grupo de terroristassuicidas, el grupo de fabricantes de explosivos y el grupo de soldados”. El programa intensivo se reserva para momentos en lo que el Estado Islámico está inmerso en batallas a gran escala, como la actual campaña para tratar deconquistar la ciudad kurdo-siria de Kobani. En este caso, las clases teóricas se reducen a 20 días y las prácticas a un mes, “al final del cual (los menores)son inmediatamente enviados al campo de batalla”.
Riad, de 16 años, fue entrenado en el campamento de Kafr Hamra, en la provincia de Alepo, donde la mayoría de sus compañeros tenían entre 12 y 18 años: “El entrenamiento era muy severo. Nos levantábamos, rezábamos y luego, sobre las 9.00, hacíamos ejercicios. Después descansábamos, luego teníamos cursos sobre la sharia (ley islámica), más tarde estudio militar, luego más cursos de sharia y después algo de descanso y rezos”. Según explica a HRW,en los descansos no se les permitía quedarse dormidos: “Venían a nuestras tiendas y disparaban al aire o nos enviaban a vigilar una trinchera. Muchas veces nos quedábamos dormidos en las trincheras porque estábamos muy cansados”. Asimismo, dentro del campamento se estimula a que los niños se apunten a la lista de suicidas y, de acuerdo al relato de Amr, quien se unió con 15 años, hay una gran presión social para ofrecerse voluntario.
Estos niños son habitualmente carne de cañón debido a su escasa experiencia de combate y el corto periodo de tiempo de entrenamiento. “Cuando termina la batalla y miramos los cadáveres (del EI) vemos a muchos niños”, asegura el líder de un batallón contrario a los yihadistas, citado por HRW. Ya en junio de 2013, el Centro Sirio para la Documentación de Violaciones había contado 194 muertes de combatientes menores de edad desde el inicio de la contienda en 2011. Y los activistas de Raqqa afirman que al menos 30 menores y 45 jóvenes de la ciudad murieron en combate entre el 7 de octubre y el 12 de noviembre de este año.
Además de soldados o suicidas, los menores son empleados comovigilantes de edificios, guardaespaldas o incluso torturadores. Un doctor de la localidad de Tal Abyad (Siria) explicó a HRW que en agosto del pasado año un niño de “entre 10 y 12 años” fue llevado a su clínica para ser tratado de unos cortes en la mano: “Hablamos con quien lo escoltaba. Dijo que el chico era guardia en la cárcel de Tal Abyad y que su trabajo era dar latigazos a los prisioneros”. También, afirma Whitman, algunos niños son usados como depósitos de sangre “para poder hacer trasfusiones a los combatientes mayores del EI”.

Fuente: Radiojai

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