Pablo Sklarevich
El Gobierno y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) están haciendo esfuerzos supremos para evitar introducirse de lleno en una guerra de gran escala en Gaza.
El 17 de octubre pasado, dos cohetes portando más de veinte kilogramos de explosivos, partieron de la Franja. Uno de ellos destruyó una vivienda en Beer Sheva. Milagrosamente no produjo heridos porque la mujer que vivía en la casa escuchó la sirena antiaérea y se introdujo rápidamente con sus tres hijos en el refugio. El segundo cayó en el mar frente a una ciudad importante al sur de Tel Aviv.
El Gabinete de Política y Seguridad se reunió de urgencia y, tras cinco horas de debate, decidió no decidir.
Inexplicablemente, el Gobierno exoneró a Hamas al adoptar la versión de que los dos cohetes habían sido disparados por el accionar un rayo. Y como dijo un ministro al diario Yediot Aharonot: “No estaría bien ir a la guerra por culpa del clima”. Nadie explicó por qué entonces no salieron lanzados otros proyectiles.
Lo que se observa en la zona fronteriza con Gaza bajo la cobertura de manifestaciones populares es una guerra de desgaste. Desde el 14 de mayo pasado, más de doscientos palestinos han muerto y miles han quedado heridos o lisiados. En tanto que del lado israelí un soldado fue asesinado por el disparo de un francotirador palestino.
La ecuación matemática detrás de la táctica palestina, según la diputada Anat Berko (Likud), de “arrancarse un ojo para quitarle a Israel los dos”, no parece estar funcionando. Mientras que la retorica belicista de los ministros (por ejemplo de Naftalí Bennett y Avigdor Liberman) aparenta estar a años luz de lo que en realidad el Ejecutivo quiere.
La Jihad Islámica Palestina (JIP) se atribuyó los últimos lanzamientos de cohetes, del fin de semana pasado, contra las comunidades israelíes aledañas a Gaza. Esto ha sido muy cómodo para Hamas que debe dar luego explicaciones a la delegación egipcia en las conversaciones para un cese del fuego. Pero los analistas no creen que la Jihad Islámica pueda actuar sin el guiño de Hamás.
Otra vez, el portavoz militar israelí volvió a excusar a Hamas, al acusar no solo a la JIP, sino también al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán y a Siria.
Evidentemente, el establishment militar y el Gobierno prefieren buscar la posibilidad de un arreglo con el dueño de Gaza, o sea Hamas, porque sus preocupaciones principales están enfocadas en los desarrollos más allá de la frontera norte, lo que no quita que un incidente inesperado pueda alterar toda la ecuación.
Fuente: Aurora