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El primer versículo del Shema Israel contiene 3 mensajes muy importantes que hacen a los principios de nuestra fe. Estos 3 mensajes son:
1. La existencia de Dios.
2. La autoridad de Dios.
3. La unicidad de Dios.

En los próximos días analizaremos estas ideas, una por una.

¿COMO SE DICE “ES” EN HEBREO?
Comenzaremos por una palabra muy significativa pero que, irónicamente, no está escrita de manera explícita.

Literalmente nuestro versículo dice: “Escucha Israel, HaShem nuestro Dios, HaShem uno”. Pero la traducción correcta es: “Escucha Israel, HaShem es nuestro Dios HaShem es uno”. En hebreo, y a pesar de los que nos hayan enseñado en la escuela, los verbos no se conjugan en el tiempo presente. Para indicar el presente se usa el sustantivo. Cuando digo por ejemplo: ANI QORE, que generalmente se traduce por “yo leo” en realidad estoy diciendo “yo, en este momento, soy un lector. Es por eso que cuando se quiere decir el verbo “ser” en presente: “es” o “soy”, en realidad no se dice nada. Si quiero decir “esta silla es blanca” voy a decir “hakise haze shajor”=“Esta silla…blanca” . Y cuando quiero “HaShem es nuestro Dios” voy a decir “HaShem, nuestro Dios”.

Y a pesar de que esta palabra “es” no está escrita, está allí, en el significado implícito de esta frase. Y es extremadamente importante. Ya que la palabra “es” significa “existe”. Y al decir “HaShem es nuestro Dios” estamos afirmando que HaShem existe.
Este es el principio número uno de la fe judía.

¿COMO SABEMOS QUE DIOS EXISTE?
Este tema obviamente es muy amplio. Así que no lo voy a explicar, sólo lo voy a describir superficialmente.

Nuestra fe en Dios se basa en dos elementos.

1. La fe en nuestros padres.
El pueblo judío experimentó colectivamente la revelación de Dios en el Monte Sinaí,cuando nos fue entregada la Torá. En un sentido absolutamente técnico, nuestro conocimiento de Dios, el saber de Su existencia, se basa en este evento histórico. A este nivel muy básico, nuestra fe en Dios está íntimamente relacionada con, y es dependiente de, la fe que tenemos en nuestros antepasados. Es decir: Yo creó en mis padres, que creyeron en sus padres, que creyeron en sus padres, etc. que vivieron “personalmente” la revelación directa de HaShem en el Monte Sinai. En ese momento, cuando HaShem nos entregó los 10 Mandamientos los judíos nos transformamos en el “pueblo testigo de la existencia de Dios”

2. Nuestra propia búsqueda de Dios.
El conocimiento de Dios comienza por este fundamento histórico, pero evidentemente no termina allí. La búsqueda de Dios, percibir su existencia, es un largo proceso. Y dedicarnos a Su búsqueda es la misión existencial del individuo judío. Aprendemos de Abraham que la existencia de Dios la percibimos intelectualmente cuando observamos con atención la Creación. Es por eso que entre los judíos Sefaradim siempre nos referimos a Dios como Boré Olam, el Creador del universo. Hoy, gracias a los avances científicos y tecnológicos, podemos apreciar mucho mejor que en el pasado la “huella” divina en la Creación. Sólo hace falta observar y estudiar las interminables evidencias el diseño inteligente del Creador. Pienso en la complejísima composición de una célula; la sofisticada información almacenada en el ADN, que los humanos recién comenzamos a comprender; el milagro de la procreación, etc.. Sobre este último punto quiero compartir con el lector un breve texto escrito por Lewis Thomas, un prestigioso médico que sirvió durante muchos años como presidente del prestigioso Sloan-Kettering Cancer Center en Manhattan. El Dr. Thomas no pudo contener ni su entusiasmo ni su asombro por el sistema que conocemos como «reproducción sexual».

En su libro, La Medusa y el Caracol, escribió sobre el «milagro» de cómo una célula de esperma se une con un óvulo para producir la célula que conocemos como cigoto, y que nueve meses después se convertirá en un ser humano recién nacido. Dice el Dr Thomas: ”La mera existencia de esa célula debería ser uno de los mayores asombros de la tierra. La gente debería estar todo el día, durante sus horas de vigilia, llamándose el uno al otro en interminable asombro, hablando nada más que de esa célula…»ץ

Por: Rabino Yosef Bitton, colaborador de Unidos con Israel

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