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Es el Dr. Nimrod Adi, Jefe de Cuidados Intensivos en el Hospital Ichilov de Tel Aviv.

Por: Ana Jerozolimski, Semanario Hebreo Jai

Domingo 20 de diciembre. Hospital Ichilov de Tel Aviv. El famoso cantante israelí Ivri Lider, invitado a presentarse en una explanada interna del hospital en un evento informal para celebrar el comienzo de la campaña nacional de vacunación contra el Coronavirus, comienza a cantar. Varios médicos y enfermeras llegan a escucharlo. Y espontáneamente, al son de la música, empiezan a bailar.

Miramos la escena que circuló en las redes sociales, y lloramos de emoción. Pensamos en el esfuerzo de los médicos durante meses por atender a enfermos de Covid-19 y en la luz al final del túnel que al fin se encendía.


Nos llamó la atención en especial uno de los médicos, de larga túnica blanca, que baila entusiasmado.Y cuando logramos averiguar de quién se trata, nos pareció especialmente simbólico: el Dr. Nimrod Adi (60) , quien desde hace más de 4 años encabeza el servicio de Cuidados Intensivos del Ichilov, al que llegaron los enfermos más graves de Coronavirus. Años antes había sido el sub jefe del servicio, luego pasó a trabajar en el hospital Kaplan de Rejovot y en la mayor mutualista de Israel, la Kupat Jolim Klalit, y volvió al Ichilov como jefe del CTI.

Nos alegró en especial que acepte esta entrevista, en la que nos contó sobre el esfuerzo por salvar la vida de quienes llegan a Cuidados Intensivos-no sólo por Coronavirus- y en la importancia, también, de la calidad de vida. Explica sobre la satisfacción de lograrlo y lo difícil de lidiar con aquellos casos en los que no es posible.

Y llegamos al tema que nos convocó, por el que lo buscamos.

P: Dr. Adi, hablamos de salvar vidas, pero al que yo buscaba era al médico bailarín. O digamos …al médico cuyo baile de celebración cuando comenzó la vacunación, me llamó la atención. Fue emocionante. Y yo los veía a ustedes bailando y cantando y recordaba la primera ola de la pandemia, los homenajes de la ciudadanía aplaudiendo en los balcones…ustedes son los héroes de la pandemia.

R: Nosotros hicimos lo que nos enseñaron, cumplimos con nuestro compromiso.Estamos en una situación muy difícil porque sigo atendiendo todos los días pacientes con Coronavirus, con el equipo protector que no es sencillo de usar , y ahora con el agravante de que en esta ola recibimos pacientes graves más jóvenes que antes. Y hay muchos muertos.

P: Siguen lidiando con esta situación, que se agrava, y parece que quedan muy lejos aquellos homenajes y aplausos de la gente.

R: Yo personalmente no esperé nunca aplausos. Sé que hice lo que debía hacer.

P: Pero con toda modestia, sabía que merecían esos aplausos ¿no?

R: Está bien, sí, creo que lo de los saludos estuvo muy bien pero realmente hicimos y hacemos aquellos en lo que nos educamos, nosotros y los médicos en otros lados. Claro que esto conlleva riesgos personales, es cierto, que hay dificultades, a veces frustraciones y a veces grandes éxitos. Por otra parte recordemos que el 90% de los hospitales no se ocupaban del Coronavirus sino que continuaban con sus funciones de siempre. Pero ese 10% de médicos y enfermeras abocados al Coronavirus, hay que destacar que hicieron y hacen un trabajo maravilloso.

Y eso incluye a los limpiadores que entraban a los departamentos cubiertos con los equipos protectores y cumplían con su trabajo aún con esa incomodidad. Todos esos equipos merecen muchos aplausos y gran aprecio. Pero realmente todos los médicos hicimos lo que debíamos hacer y tratamos de hacerlo lo mejor posible. A veces funcionó bien y otras veces no tanto.

P: Y vuelvo al baile…y yo lloré de emoción al verlos a ustedes bailar mientras Ivri Lider cantaba en el primer día de vacunación porque aún sin saber en qué departamento trabajaba cada uno de los médicos que estaba allí, sabía en términos generales cuan difícil habían estaban trabajando en generan en todos los hospitales..y he aquí que llegó la vacuna. La luz al final del túnel. Y aunque falta todavía para el final o para una gran mejoría, la vacuna es el comienzo del fin, el comienzo de la solución. Y sentí que ustedes bailaban por esa esperanza que se abría. Además, usted se destacaba en la “pista” improvisada.

R: La verdad es que no soy un gran bailarín.

P: Se las arregló muy bien, y más que nada, lo clave fue lo que irradiaban allí. Imagino que el tema no erasolamente que Ivri Lider canta bien ¿no?

R: Claro que no. El Coronavirus es una enfermedad agotadora. Golpea muy duramente a los enfermos, sus familias y los equipos médicos. Pasamos meses lidiando con enfermos muy graves, tan graves que solo de arreglarles la posición en la cama uno tiene miedo que se mueran. Y así día a día…Y uno se acerca a las familias y no tiene realmente lo que decirles. Y al día siguiente lo mismo, porque la situación no mejora. Y uno trabaja con el equipo de protección, corriendo uno mismo un riesgo , y es frustrante no tener éxito aunque uno hace todo tal como le enseñaron. Por lo tanto, cuando llega la vacuna uno piensa que se acerca el momento en que uno no tendrá más que lidiar con esta enfermedad, con esta carga médica que es una verdadera pesadilla.

P: ¿De lo más difícl que ha visto?

R: Sin duda. Todo aquel que atendió a estos enfermos y los revisó día a día, los levantó, vio sus úlceras por presión , la forma en que respiran, cómo quedan los pulmones, todo aquel que vio las complicaciones que tienen, dirá que es de las enfermedades más graves que trató. Así es aquí y en Estados Unidos, Italia, España, en todos lados. Quisiéramos que desaparezca ya esta enfermedad y que podamos atender a los pacientes comunes. Viviendo pues esta situación, cuando llega la vacuna, sí, tuvimos un estallido de alegría pensando que al fin podremos respirar …y parece increíble usar esta expresión justamente cuando hablamos de Coronavirus, que ataca principalmente los pulmones. Pensamos que al fin podremos tocar anuestros pacientes y hacer todo lo mejor que sabemos.

P: Y en ese momento ¿realmente pensó en todo eso?

R: Sí, por supuesto. Es algo con lo que uno se va a dormir, con lo que uno vive..uno recuerda a los pacientes que atendió hoy y sabe que quizás mañana ya no esté. Es muy duro. Y queremos que eso termine ya.

La batalla central
P: Y cuando llega la vacuna ¿uno también piensa en términos de “la ciencia le gana al mal”?

R: La verdad es que hemos aprendido que la ciencia tiene una capacidad limitada. Claro que hoy en día ya no habrá pandemias como en el pasado porque la ciencia ha avanzado mucho y las empresas farmacológicas han hecho un trabajo maravilloso. Lograron desarrollar vacunas en muy poco tiempo. Así que a pesar de las limitaciones que aún existen, está claro que la ciencia tiene un papel clave en la vida de la gente. Y cuando bailamos al comenzar la campaña de vacunación, estábamos felices sintiendo que se podrá, aunque lleve aún un tiempo, volver a la vida normal, y no me refiero solamente a lo médico estrictamente dicho. Ya me ha pasado que tuve que atender gente que había tratado de quitarse la vida por la situación,por la catástrofe económica. Así que cuando aparece la luz al final del túnel uno está contento por uno mismo, por el equipo médico, por todos. Fue muy espontáneo. Durante 8 meses no había logrado vivir grandes alegrías y ahí llegó la oportunidad y todo lo que sentíamos estalló, salió para afuera.

P: Pero hay que seguir cuidándose.

R: Por supuesto, no hay duda alguna. Esperemos que la vacuna garantice la mayor inmunidad posible. Pero hay que seguir usando máscara, respetando las reglas. No se puede cortar camino.

Una visión personal
P: ¿Cómo ha sido la dinámica en su familia en estos meses de pandemia?

R: Ante todo mi esposa también es médica, neuro radióloga en los hospitales Kaplan y Asaf Harrofé.

P: Así que vio muchas placas de pulmones destrozados.

R: Exacto. Por el ritmo de las placas, sabíamos cuándo está comenzando una nueva ola.Y tanto en radiografías como en tomografías, se ve un daño terrible a los pulmones. Algo que no conocíamos.

P: ¿Y cómo funciona la casa con los padres médicos en pandemia?

R: Bueno, nuestros hijos no son chicos. Tenemos 3 hijas mujeres y 2 varones. Nuestra hija mayor tiene 31. Ya somos abuelos. Tenemos un hijo que estudia medicina, otra humanidades, otra emprendimientos…variado. Y la menor tiene 16 años, está en secundaria. Y aunque no sean niños, claro que la dinámica en casa ha sido complicada este año. Al comienzo de la pandemia, como quería aprender a fondo lo que estaba pasando, conocer la enfermedad, pasaba en el hospital todo el tiempo de la mañana a la noche, viernes, sábado, fiestas. Sentí que tenía que construir la estructura de la enfermedad en mí para poder sentirla. No basta con leer, hay que sentir de qué se trata. Es como un agricultor que toca la tierra. Lleva tiempo pero sentí que uno debe estar como metido adentro de la enfermedad.

P: Usted se ha desempeñado como médico también en el ejército, evacuó heridos en combate, víctimas de atentados. Y ahora esto…¿Qué es lo que da fuerzas para seguir cuando se ve algo terrible?

R: Yo creo que si uno no mantiene cierto optimismo, mejor que no vaya a trabajar. Y si uno siente que se cansó, que se desgastó, lo mejor será cambiar de profesión. Cada mañana hay que pensar que las cosas mejorarán, que uno logrará fortalecer a quien lo necesita y que las cosas saldrán mejor. Eso siempre mantiene y da fuerzas para seguir. En mi profesión hay muchos momentos hermosos que dan fuerza para seguir adelante.