A Isi lo vi personalmente muy pocas veces, pero conozco tanto su pensamiento por su pluma y sus transmisiones de radio, oí tanto sobre él a través de su amada esposa, mi amiga Dori Lustron-creadora de la gran página Por Israel-que lo sentía como un afecto muy cercano. Y me parecía conocerlo desde siempre.
Por Ana Jerozolimski, Semanario Hebreo Jai
Fue operado hace pocas semanas de un cáncer de pulmón. Alcanzamos a hablar con él la noche siguiente y oímos su típica energía, sus ganas de vivir. Trágicamente, el post-operatorio se complicó, fueron apareciendo nuevos problemas y ya no se pudo recuperar. Este jueves 10 de marzo falleció en el hospital Soroka de Beer Sheba, tras haber sido atendido-tal cual destaca Dori repetidamente- con gran abnegación y con un tratamiento a alto nivel.
Compartimos públicamente estas líneas, no por el cariño personal-que era mucho-sino porque Israel Winicki-a quien todos llamaban Isi- dejó una impronta significativa en sus escritos, siempre defendiendo a Israel pero sin cerradez, con mirada abierta y conocimiento de causa. No hablaba de lo que no sabía. Fuerte y firme con sus opiniones, crítico cuando lo creía oportuno, también de aquellos que por definición podían ser vistos como parte de “su lado”.
Era un judío enamorado de su judaísmo y de su familia. Un “Jabadnik” piadoso y bueno, enamorado de su Dori compañera del alma, creyente pero no observante. Ambos, juntos, hicieron posible la construcción de un hogar en el que la distinta forma de cada uno de encarar el judaísmo, no era un obstáculo sino un enriquecimiento, en mutuo respeto. Todo, además, con buen humor y hasta las especiales dotes de Isi como cocinero.
Isi dejó hoy el mundo material, pero hay tanto de él impregnado en Israel, en la vida judía, en los valores humanos que lo caracterizaban, que nunca estará totalmente ausente. Estudioso, erudito, dominaba una gran variedad de temas en lo político y en cuanto a las fuentes del conocimiento judío, y era requerido como traductor y corrector de libros.
Dori y sus hijos Jordana y Ionatan, sus amadas nietas y el resto de su familia, no podrán abrazarlo físicamente y sabemos cuánto eso duele. Pero saben que se fue en paz, pleno con la vida que vivió,y que en realidad, por todo lo que hizo y lo que dio a su familia, nunca terminará de morir.