(Foto AP / Rahmat Gul) (Foto AP / Rahmat Gul)

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En esta nota no me dispongo a analizar las implicaciones de la situación en Afganistán para Medio Oriente y el mundo libre en general. Lo haremos por separado, y bien que los últimos eventos lo ameritan.

Por: Ana Jerozolimski, Semanario Hebreo Jai

En estas líneas quisiera simplemente expresar solidaridad con la población civil afgana.

Con todos aquellos ciudadanos que colmaban las calles de Kabul estos días tratando de huir sin saber bien cómo. De aquellos que se ataron a los aviones norteamericanos que estaban por despegar, en un comprensible intento de huir inclusive mediante ilógicos caminos que estaba claro de antemano resultarían un fracaso, lo cual se confirmó cuando cayeron al vacío poco después de despegar.

Solidaridad con los hombres y mujeres que buscaban desesperadamente una forma de salir del aeropuerto de Kabul. Y no porque hayan “colaborado” con los norteamericanos-aunque en una situación como la de Afganistán, eso significa tratar de aferrarse a la única opción de vida normal, lejos de un régimen oscuro como el que comienza ahora en el país.

Con aquellos que trepaban a los aviones y extendían sus brazos para que alguien los introduzca.

Con los horrorizados de pensar que quedarse en el país que los había visto nacer equivalía a morir.

No sabemos si son ciertos los reportes sobre asesinatos y violaciones por parte de los Talibanes ya en su avance hacia la capital. En realidad, conociendo la trayectoria de este grupo terrorista islámico, no hay motivos para dudar. Pero mucho tememos que aún si eso no ha ocurrido todavía, es lo que va a ocurrir.

Pensamos en el horror de las mujeres y jovencitas, de las madres por sus hijas, por la amenaza física y emocional,no sólo por el temor a la esclavitud y el dominio sexual, sino al futuro que se apaga. Que no puedan estudiar. Ni bailar. Ni cantar. Ni salir a la calle sin estar absolutamente tapadas.

Pensamos en todos aquellos afganos que alguna vez tuvieron sueños, que se casaron y trajeron hijos al mundo y ahora temen que todo se acabe , que comience el infierno, como antes….como en otros lares.

Y pensamos en la sensación terrible de abandono que seguramente les acompaña.

Y se nos estruje el corazón.

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