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Otro Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Otro año más y los activistas de izquierda radical BDS, los neonazis y skinheads todavía existen, Hamas sigue existiendo, los Ayatolas siguen amenazando con destruir Israel, mientras que la Corte Penal Internacional abre una investigación contra Israel por crímenes de guerra.

Otro año más, y poco o nada ha cambiado.

El antisemitismo está en aumento. No ha pasado ni un siglo desde el Holocausto, el genocidio de masas más grande y más horrible de la historia destinada a eliminar la existencia judía del mundo tal como lo conocemos, y estos son los resultados:

-Hoy en Alemania, un 40% de los estudiantes de secundaria no saben qué pasó en Auschwitz.

-Hoy un 45% de los adultos en Estados Unidos no saben citar un solo campo de concentración.

-Hoy en Estados Unidos, un 66% de los adultos no conocen qué paso en Auschwitz.

Datos inequívocamente y empíricamente preocupantes.

Durante los últimos años hemos venido bendiciendo las numerosas iniciativas, anónimas y otras lideradas por importantes organizaciones internacionales, judías y no, que buscan luchar contra el antisemitismo y el Recuerdo del Holocausto. Cientos de películas, libros, materiales en redes sociales que buscan (buscamos) condenar el antisemitismo. No es suficiente.

Y no lo es porque hasta que los líderes de los países occidentales no entiendan que la lucha contra el antisemitismo tiene que partir, no solo de preciosas imágenes en redes, sino con una mayor educación y con mucho coraje en la lucha contra las nuevas formas de antisemitismo, poco o nada vamos a conseguir.

El mejor dato que apoya esta cruda realidad es que el antisemitismo, a pesar de todas las campañas de lucha contra esta lacra, solo aumenta. Y si aumenta es que algo no se está haciendo bien.

La temática del Holocausto y del nazismo debe de ser una parte obligada en el programa de historia en todas las escuelas europeas y americanas. No solo en Alemania. Hay que introducir dentro de los currículos escolares varios cursos extracurriculares tanto para alumnos, como para los docentes sobre cómo abordar pedagógicamente el tema.

Uno puede preguntarse: Si en Alemania estas clases son obligatorias y se llevan cursando desde hace décadas, cómo es posible que hoy en la misma Alemania, como decíamos anteriormente, un 40% de los estudiantes de secundaria no saben qué pasó en Auschwitz.

Aquí es donde entra el coraje en la lucha contra las nuevas formas de antisemitismo.

El antisionismo se ha convertido en la nueva forma aceptable de antisemitismo en el siglo XXI. Los antisemitas de antaño siguen estando con nosotros. Son los mismos, persiguen el mismo objetivo, pero pronuncian mensajes distintos. Si ahora son pocos los que apoyan los objetivos de los nazis, no son menos los que apoyan los objetivos reales de los líderes iraníes (un segundo Holocausto), y muchos más los que niegan a Israel su derecho a defenderse ante los terroristas que caminan a sus anchas en nuestra región.

La única verdadera memoria de Auschwitz es el inequívoco apoyo al derecho del pueblo judío a vivir en paz y seguridad, sin ataques con cohetes, bombas, disparos, puñaladas, atropellos o lanzamiento de piedras.

Hasta que los líderes internacionales no entiendan que el antisemitismo de hoy en día se manifiesta a través del antisionismo, y que ambos son exactamente iguales, el antisemitismo no va a disminuir.

Calificar a Israel como un estado criminal por defenderse del terrorismo palestino es, por supuesto, antisemitismo. Catalogar al Estado de Israel como genocida, es por supuesto, antisemitismo. Llamar a la aniquilación del Estado de Israel es, a los ojos de cualquiera, antisemitismo. Y no denunciar estas declaraciones atendiendo a algún que otro espurio interés significa ser cómplice de antisemitas.

Criticar a Israel y no al resto de 192 países es antisemitismo. Lo es porque la principal diferencia entre Israel y el resto de países es que el primero es el hogar nacional del pueblo judío.

Permanecer pasivo ante el aumento del antisemitismo-antisionismo ya no es una opción. Hoy queda demostrado que es pura ignorancia confiar falsamente en la idea de que el mundo nunca permitirá un segundo Holocausto.

Solo han pasado 75 años desde la liberación de Auschwitz y los horrores del Holocausto. Sin embargo, muchos parecen haberse olvidado de las consecuencias del antisemitismo.

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