La mortal violencia desatada por el yihadismo palestino en Israel, y en el mundo entero por sus correligionarios los yihadistas del Estado Islámico, nos deja ver la fragilidad de la doctrina progresista del pacifismo activo. Soy pacífico pero no pacifista al estilo de aquellos que lanzan bombas incendiarias contra la policía, que destruyen escaparates, mobiliario urbano y que agreden hasta la muerte a los que no piensan como ellos. Quede totalmente claro que no soy pacifista pero si pacífico. El pacifismo es la doctrina social que está causando muchas muertes en nuestros días y me temo que en los venideros. Querer parar, con moderadas y buenas palabras, a un terrorista con un hacha, cuchillo, pistola o subfusil con la intención de asesinar a cuantos más judíos pueda es la peor decisión que un gobierno o un ciudadano puede tomar. No es violencia gratuita, ni desproporcionada, eliminar a un yihadista que tiene la intención de asesinar, torturar, raptar, violar o vender a quién considera un infiel sea judío o cristiano. Israel tiene la obligación, el deber y el derecho de defender a sus ciudadanos del terrorismo palestino valga la redundancia. Israel se está jugando su propia existencia como nación, entre otras naciones, con el mismo derecho a formar parte de la comunidad internacional. Lamentablemente los enemigos de Israel son muchos, variados y empeñados en su destrucción. Los yihadistas palestinos han usado desde antes de la fundación del Estado de Israel, enfatizo desde antes, la vil y asesina violencia para tratar de destruir a los judíos dentro y fuera de lo que hoy es el moderno Israel. No puede estar más claro que los palestinos no están interesados en crear su propio estado sino se interesan exclusivamente en destruir otro, a saber, el Estado de Israel. La mentira y el asesinato son sus principales medios de acción contra los judíos en general y contra el Estado de Israel. No hay la menor duda que su objetivo es aniquilar a todos los judíos y si queda alguno echarlos al mar. Israel está despertando y dándose cuenta que los líderes palestinos están gestando generación tras generación de asesinos en serie. La inducción a sus propios hijos, por parte de los palestinos, para que asesinen judíos no se neutraliza con grandilocuentes mensajes pacifistas. Ningún mensaje pacifista detiene el atropello y acuchillamiento de inocentes ciudadanos que tienen que salir a llevar al colegio a sus niños, que van al doctor o que simplemente van a la compra diaria. Salvar a los niños de Israel de ser asesinados es también un deber ineludible de toda la sociedad israelí y de su Gobierno. El despertar de la fuerza de Israel es un hecho constatable. El único medio para que el floreciente y moderno Estado de Israel siga siendo un faro a las naciones democráticas de este mundo. La justicia hay que exponerla e imponerla y para ambas cosas Israel tiene más que suficiente capacidad. El Cielo sea testigo y juzgue con rigor a los asesinos, sus inductores y sus colaboradores ¡Qué la Fuerza te acompañe Israel! José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel
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