(Gili Yaari/Flash90) (Gili Yaari/Flash90)
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Los atentados terroristas que incendiaron, días atrás, una extensa parte de Israel han dejado un rastro de tierra quemada, pero no han logrado destruir el espíritu de superación y progreso característico del Pueblo Judío.

En un lugar del mundo, Israel, donde se da la máxima importancia a la repoblación de los montes, son millones los árboles plantados a lo largo y lo ancho del país. El desierto se está convirtiendo paso a paso, conforme a la sentencia bíblica, en un vergel de vida productiva y de esperanza para el Pueblo de Israel y para el resto del mundo. Las exportaciones agrícolas de Israel alimentan al país y alcanzan los mercados internacionales. El fuego intencionado trató de arrasar los montes, las grandes extensiones de cultivo, las casas y las vidas de los judíos. Nada nuevo en la historia de Israel.

Los últimos informes del servicio meteorológico israelí prevén abundantes lluvias en estos días. La temporada invernal empieza con la regeneradora lluvia que apagará los posibles rescoldos, que aun pudieran permanecer incluso bajo la tierra quemada. Los incendios provocados, déjeme insistir en este punto, han sacado a la luz varias cosas importantes para Israel y el resto de la comunidad internacional. Los medios humanos y técnicos necesarios para enfrentarse a semejante catástrofe nunca son suficientes. La colaboración internacional en la extinción del fuego es un valor a tener en cuenta, por muy limitada que sea la ayuda. En la extinción del fuego en Israel han colaborado varios países aportando medios materiales en la lucha contra incendios. La experiencia ganada por Israel proporcionará, como es habitual, la capacidad creativa, para vencer al fuego con novedosas aportaciones técnicas y preventivas, en la lucha contra los incendios naturales o provocados.

La destrucción ha sido generalizada en los campos, arboledas y extensiones cultivadas. Las ciudades y los pueblos han sufrido grandes pérdidas, con el consiguiente riesgo para la vida humana y animal. El desalojo preventivo de miles de personas ha supuesto una logística, para la cual Israel está preparada. La magnitud del incendio en otro país no preparado, como lo está Israel, para afrontar grandes catástrofes, por medio de continuos simulacros de todo tipo, hubiera dejado un saldo de pérdidas humanas inimaginable. La coordinación de todos los medios humanos, tanto civiles como militares, además de los medios técnicos han salvado muchas vidas, que estaban en riesgo absoluto de perecer.

El trabajo ahora es repoblar y reconstruir todo lo que el fuego intencionado quiso destruir. La capacidad regeneradora de Israel es indiscutible. Los medios técnicos, la experiencia histórica que atesora en convertir el desierto en vergeles y la calidad humana que han demostrado históricamente los judíos permitirán regenerar lo que el fuego arrasó. La clave del éxito israelí, en repoblar los montes y los valles, no está solo en esta tierra sino especialmente en el Cielo, de donde viene su socorro. El Cielo es el aliado sobrenatural, que defiende la naturaleza y la vida en la Tierra de Israel ¡La lucha creativa contra el fuego del mal continúa!

Por: José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel

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