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En el New York Times del 30 de diciembre, domingo –el número más leído de la semana–, la historia principal iba de un joven soldado israelí cuya bala rebotó contra el suelo y mató a una joven doctora palestina que había admitido ser un escudo humano y que fue grabada lanzando una bomba de humo.

Al día siguiente –en el mucho menos leído número del lunes–, el NYT informaba de los asesinatos y torturas perpetrados por tropas afganas afiliadas a y entrenadas por la CIA. En la pieza se decía de primeras que esos tipos habían disparado y quemado a una familia entera, incluso a una niña de tres años. El número de muertes relacionadas con esas unidades (que a veces han sido confundidas erróneamente con el ISIS) no se ha podido verificar, pero hay estimaciones que hablan de centenares en un mes. Al parecer, los responsables del NYT creen que la historia israelí, que implica a un soldado que disparó a una palestina en circunstancias controvertidas, merece más cobertura que las matanzas deliberadas perpetradas por tropas afganas entrenadas por la CIA.

La tendenciosidad queda clara desde el principio del texto. Este tipo de reporteros constantemente caracteriza como “manifestantes” a muchedumbres palestinas en las que hay violentos combatientes de Hamás que portan armas y llevan mapas con objetivos civiles. Los reporteros del NYT dicen que los “protestatarios (…) arriesgan sus vidas para llamar la atención [sobre sus demandas]” o que “atraviesan la valla [que separa Gaza de Israel] y regresan a sus hogares ancestrales en lo que actualmente es Israel”. El objetivo de muchos de los combatientes de Hamás es, de hecho, cruzar la frontera y secuestrar y matar a civiles israelíes. El reportaje acusa a los israelíes de recurrir a una política que “se ha llevado la vida de casi 200 palestinos”. Esta cobertura tendenciosa deja al lector con la impresión de que todos los muertos eran civiles, aunque muchos de ellos eran combatientes armados de Hamás, como ha reconocido la propia Hamás.

Aunque a Hamás le encanta presumir abiertamente de que sus combatientes desbordan la frontera y se esconden entre los civiles para evitar a los soldados israelíes, el NYT no dice nada al respecto. Los soldados israelíes son descritos como máquinas de matar, y no se hace la menor mención a las cometas incendiarias, los túneles del terror, los cohetes o los artefactos explosivos palestinos, ni al doble crimen de guerra que comete Hamás cuando ataca a civiles israelíes lanzando artefactos desde una masa de civiles palestinos. El objetivo de esas protestas dirigidas por Hamás es cruzar la frontera y matar o secuestrar a civiles israelíes utilizando a civiles palestinos como escudos humanos para maximizar el número de muertes palestinas, para que pueda clamar que Israel está perpetrando crímenes de guerra. Se puede comprobar en un vídeo de las Fuerzas de Defensa de Israel que el NYT dice que fue “tendenciosamente editado”. Sin embargo, no reconoce que muestra a Al Nayar arrojando una bomba de humo y proclamándose un escudo humano. Que el NYT difunda el vídeo en bruto, para que los lectores digan si ha sido editado correctamente o no.

El reportaje ignora el trauma y las heridas sufridos por los civiles israelíes que residen cerca de la valla, a los que se lanzan bombas incendiarias, neumáticos incendiados y piedras. Esos civiles israelíes no son ocupantes ni usurpadores. Viven en Israel, no en un territorio ocupado o en disputa. Los israelíes construyeron ahí de la nada, y tienen derecho a ser protegidos de las bombas incendiarias y de las turbas determinadas a echar abajo la frontera. ¿Cómo reaccionarían otros países ante semejantes amenazas? Desde luego, no tratando a esas turbas peligrosas como protestantes pacíficos que no hacen más que ejercer sus derechos a la libertad de expresión y de reunión.

Como siempre hace, Israel investigará a fondo las circunstancias que llevaron a la muerte de Al Nayar. La gente sensata podrá estar de acuerdo o no con el resultado de dicha investigación, pero Israel tiene un buen historial de castigo a soldados que abusaron de su autoridad e hicieron un uso impropio de la fuerza letal. La absurda conclusión del NYT de que ese soldado pudo haber cometido un “crimen de guerra” ignora la leyes sobre los crímenes de guerra. Los errores razonables a la hora de discernir quién es un combatiente y quién no lo es no constituyen un crimen de guerra. Además, la corte que tiene jurisdicción sobre crímenes de guerra, el Tribunal Penal Internacional, no tiene competencia para investigar actos individuales de soldados si el país de estos emprende investigaciones razonables, como hace Israel. Compárese el proceder de Israel con cómo tratan los palestinos a los terroristas que deliberadamente asesinan a mujeres, niños y otros civiles judíos. La Autoridad Palestina recompensa a sus familiares por esos asesinatos. Hamás promueve y ensalza a los terroristas que matan a judíos. Pero usted no podrá saber nada de esto leyendo la tendenciosa diatriba del NYT.

Israel comete errores y a veces sobrerreacciona en defensa propia. Pero informaciones tendenciosas como la del NYT no hacen sino alentar a Hamás a que use más escudos humanos para que crezca el número de muertes civiles y así pueda hablar falsariamente de crímenes de guerra. Mientras el NYT y los demás medios sigan incurriendo en una cobertura tan tendenciosa, no podemos sino esperar que Hamás prosiga con su conducta criminal.

En definitiva, se trata de una cobertura tremendamente irresponsable.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

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