El combate contra algunos elementos que conforman y modifican la vida, como son el agua y el fuego, están incidiendo de forma muy particular en Israel. Unos elementos que están afectando al presente del conjunto de la nación y sin la menor duda a su esperanzador futuro.
El agua en Israel ha sido desde siempre, y a lo largo de toda su historia, un reto difícil de superar. Una tierra que depende, como se nos describe en el Libro de Libros, de la intervención directa del Cielo que nos dice “La tierra a la que vais a entrar para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo” ¿Qué puede modificar este proceso de regadío natural? El hombre es el factor determinante que modifica la faz de la tierra y sobre el cual recae la responsabilidad de su cuidado y sostenibilidad.
El Pacto del Cielo con el Pueblo de Israel, ya antes de entrar a la Tierra Prometida, era que la naturaleza tenía las ordenes precisas para mantener y cuidar una sorprendente tierra que es regada a la orden directa del ya nombrado Cielo. La descripción que estamos detallando se especifica de forma pormenorizada en la Torá. El libro de referencia que los niños estudian, entre otros, en los colegios de Israel. Un Libro, con mayúsculas, que prepara la mente y el corazón para ver aquello que los ojos naturales no pueden ver, ni percibir. Un Manual de Vida, también con mayúsculas, que genera un espíritu creativo para enfrentar todos los problemas sean de la índole que sean. Lo hemos dicho otras veces. Israel es una nación pequeña con grandes ideas. Unas grandes ideas que conforman la idiosincrasia israelí.
La intervención de Israel en el proceso de cuidado del medio ambiente es sorprendente, especializada y motivadora. Un liderazgo ejemplarizante, el de Israel, para el resto de las naciones preocupadas por el medio ambiente. Un país que en apenas setenta años es capaz de reciclar el noventa por ciento de sus aguas residuales y suplir las necesidades de agua potable en un setenta por ciento en base a la desalinización del agua del mar. Todo un milagro creativo que es posible gracias a la construcción de plantas desalinizadoras, a lo largo de la costa israelí.
El sincero ofrecimiento del Primer Ministro Netanyahu al pueblo iraní de ayudarles en el gran problema que tiene Irán de la falta de aguas limpias y potables, aparte del gran problema de tener un gobierno que enciende el fuego del terrorismo, está dirigido a los iraníes. Un gobierno, el de los ayatolas, que provee del combustible de odio en forma de cometas incendiarias que sus aliados de Hamás, entre otros, lanzan contra los cultivos y bosques de Israel. Un fuego de odio que devora no solo campos sino la forma de vida de la población que vive en las zonas fronterizas de la Franja de Hamas en Gaza ¿Encontrará Israel una solución creativa para enfrentarse con el fuego? Si, naturalmente.
Las últimas informaciones nos hablan de un dron desarrollado por Israel que es capaz de tomar las cometas incendiarias y dirigirlas al lugar infernal, de las que salieron. Un dron que además puede armarse con “material pirotécnico” para alegrar los aburridos días de los pacíficos manifestantes que intentan asaltar la frontera de Israel. Un dron que es capaz de vigilar en la detección de incendios y en la detección de los incendiarios, pirómanos, que por esos lares son tan abundantes. Un avance que se irá desarrollando y perfeccionando para que pueda operar en los diversos campos de batalla y retos que se le puedan presentar a Israel.
Una cosa, más que segura, es que a Israel no le escasea la creatividad para enfrentar problemas y tampoco el agua, con que apagar los incendios ¿Podrán apagar los terroristas de Hamás el fuego que ellos mismo encienden? Las propias cometas incendiarias que lanzan los terroristas contra Israel el viento las devuelve a la Franja de Hamás quemando sus propias y desérticas tierras. En el caso que el aire falte el dron de Israel hará su trabajo y las devolverá al lugar que salieron ¿Con qué van a apagar el fuego en la Franja de Hamás en Gaza? El agua además de escasa en Gaza está totalmente contaminada por sus propios desechos.
Ocuparse de quemar la tierra es un mal negocio para Gaza, que el Cielo también lo tiene en cuenta.
Por: José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel