Unidos con Israel

Es hora de reconocer el hecho que Turquía es enemiga de Israel

Turkey Israeli flags

(Shutterstock)

Por Caroline Glick – Publicado en el diario Maariv

El lugar tradicional de los árabes en la campaña en contra nuestro ha sido reemplazado por los regímenes de Teherán y Ankara. Nuestra falta de voluntad para reconocer esto es una señal del éxito de la astuta estrategia de Erdogan.

Los líderes árabes no lideran la campaña contra Israel en la actualidad. El lugar tradicional lo ha ocupado Turquía e Irán. Estos dos países que ahora son hostiles supieron alguna vez ser nuestros aliados. Se estableció una gran embajada y centro neurálgico en Irán. En la década de 1990, todos los pilotos de la fuerza aérea recibieron entrenamiento sobre cielos turcos. La relación estratégica entre Jerusalén y Ankara fue piedra angular del pensamiento y la planificación regional de Israel.

Y luego, todo cambió. El traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén y la campaña de Hamás contra Israel en la frontera de Gaza el lunes pasó relativamente de forma tranquila en el mundo árabe. Por otra parte, la inteligencia egipcia también obligó a Hamás a detener el ataque. Al mismo tiempo, mientras que los iraníes están afilando sus espadas hacia una nueva ronda de golpes, los turcos están liderando la campaña en el mundo musulmán contra Israel y en favor de Hamás, Turquía acusa a Israel de cometer genocidio, insiste en que Hamás no es una organización terrorista y expulsa y humilla a nuestro embajador.

El miércoles, el primer ministro turco, Benali Yildirim, anunció que Turquía, como jefe de Estado rotativo de la OCI, sostendría una reunión de emergencia en Estambul el viernes para atacar a Israel. Turquía también sirve como el conducto más importante para eludir las sanciones económicas impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU sobre Irán.

Pero aunque no hay una persona cuerda en Israel que no reconozca el hecho que Irán es el enemigo de Israel, casi nadie en nuestro escalafón político y de seguridad reconoce que Turquía es un enemigo de Israel. Nuestra falta de voluntad para reconocer esta realidad no es una coincidencia. Es una señal del éxito de la astuta estrategia de Erdogan.

En 1979, los revolucionarios en Irán tomaron el control del régimen de Shah con violencia, con la intención de convertir a un Irán secular en un estado islámico. El odio de los revolucionarios contra Israel y Estados Unidos no dejó ninguna duda entre los funcionarios gubernamentales y de inteligencia israelí que la histórica alianza de Irán era cosa del pasado. Nadie se engañaba a sí mismo que sería posible mantener dichas relaciones con Teherán.

 

En Turquía, la situación es diferente. De 1996 a 1997, el mentor de Erdoğan, Najmatin Arbakan, fue el primer ministro de Turquía. El ejército turco lo sacó de su puesto porque trabajó para abolir el régimen secular en Turquía y reemplazarlo por un gobierno islámico. Como escribió el investigador Dr. Harold Rhode en su libro “Ally no more”, cuando Erdogan y su partido el AKP islámico llegaron al poder en 2002, tras haber aprendido las lecciones de la eliminación de Erbakan, Erdogan trabajó para ocultar su intención de desmantelar el régimen secular, actuando de acuerdo de las aspiraciones de los estadounidenses y europeos de verlo como el líder del “Islam moderado”. Desde entonces, sistemáticamente y consistentemente, Erdogan ha desmantelado las fortalezas del gobierno secular: la prensa, los sistemas legales, la aplicación de la ley, educación y servicio público. Los secularistas fueron reemplazados por musulmanes radicales.

Al mismo tiempo, Erdogan derrocó al ejército. Según la constitución presentada por Ataturk, el fundador de la República turca secular, el ejército sería el garante de la preservación del régimen liberal.

En julio de 2016, después del fallido intento de golpe, Erdoğan completó la reforma cuando reprimió y desmanteló los bastiones de la última resistencia secular a su gobierno. Erdogan dio a conocer su objetivo en su discurso de victoria en la víspera de las elecciones de 2011, cuando fue elegido por tercera vez. “Hoy”, dijo, “nuestra victoria también es importante en Sarajevo, Beirut, Damasco, Ramallah, Jenin y Jerusalén”. En otras palabras, dijo que Turquía se dirige a liderar todo el mundo islámico.

La intención de Erdogan es revivir el Imperio Otomano, que la república de Ataturk reemplazó por unas pocas décadas. Al igual que los sultanes otomanos que lo precedieron, también se ve a sí mismo como el califa, el líder religioso y político de todo el mundo islámico. Dado el claro cambio estratégico de Turquía de Erdogan, está claro que la hostilidad de Turquía hacia Israel solo empeorará. Lo que estamos experimentando hoy, lo que experimentamos en los eventos del Mavi Marmara en 2010 y después de ellos, no fueron episodios efímeros.

Como país no árabe (como Irán), Turquía considera que liderar esa campaña islámica total contra Israel es una herramienta esencial para establecer su legitimidad como líder del mundo islámico. Al igual que los ayatolás en Irán, mientras Erdogan y su pueblo estén en el poder, no hay posibilidad que la situación cambie. Por el contrario, si depende de Erdogan, empeorará.

El jueves se informó que, durante el año pasado, se interceptó un envío de condensadores electrónicos originarios de Turquía en su camino a Irán. Los condensadores capturados eran hechos en Israel están incluidos en la lista de equipos prohibidos para exportar a Irán como parte de las sanciones de las Naciones Unidas, que según la compañía israelí fueron vendidos a una antigua compañía turca: “No vendemos a países enemigos. Turquía no es un estado enemigo y no hay ninguna razón para no comerciar con ellos”.

El ministro de Finanzas Moshe Kajlón dijo la semana pasada, en una entrevista con la Radio del Ejército, que no se espera ningún cambio en las relaciones económicas entre Israel y Turquía, las que calificó de “muy importante”. Esto significa que Israel no restringirá la venta de sistemas de armas a Turquía, por no hablar de los sistemas de doble uso (que pueden servir para usos militares). Kajlon menospreció la importancia de la conducta del gobernante turco diciendo que “Erdogan tiene problemas internos. Tiene un ritual regular”. El ministro de Turismo Yariv Levin ignora las ambiciones de Erdogan con el argumento de que funciona, ya que es un truco electoral. Él dijo: “Turquía tiene un líder que discrepa con Israel para crear sus propios titulares y ayudar a las concentraciones antes de las elecciones”.

El viceministro de Relaciones Exteriores, Tzipi Hotovely, también dejó en claro que Israel no está en condiciones de cortar sus vínculos con Turquía. La mayoría de los vuelos de El-Al pasan sobre Turquía. Hay una comunidad judía en el país que necesita ser atendida, e Israel tiene relaciones comerciales significativas con Ankara. No hay cambio en sus puntos de vista o preparativos antes del día en que los turcos corten los lazos diplomáticos con nosotros.

La comunidad judía debería ser alentada a abandonar Turquía. Las rutas de vuelo de El-Al deben examinarse para encontrar formas de reducir la exposición al cielo turco, y las relaciones comerciales deben ser limitadas en vista de las estrechas relaciones entre Turquía e Irán. La historia de la alianza entre Turquía e Israel terminó hace años. Este no es un episodio pasajero. Erdogan es un enemigo real, no debemos confundirnos. El hombre aspira a empoderar y liderar el Islam radical y explota su hostilidad hacia nosotros para establecer su estatus. Él no está interesado solo en ganancias políticas. Ha llegado el momento que Israel comprenda esto y formule una política a largo plazo destinada a debilitar a Turquía, reducir su espacio de maniobras y dañar su posición internacional, militar y económica.

Fuente: Maariv – Traducción: Hatzad Hashení

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