Por Basam Tawil

La familia de Musbah abu Sbeih dice estar “muy orgullosa” de lo que ha hecho su hijo de 40 años. También lo están numerosos palestinos de todo tipo. Los miembros de su familia, incluidos sus padres y su hija, han aparecido en muchos canales de televisión ensalzándolo. Hasta se ha salido a la calle a repartir dulces para celebrar el ataque terrorista que cometió Sbeih en Jerusalén la semana pasada, en el que murió una abuela de 60 años y un policía de 29.

Abu Sbeih es ahora el último “héroe” de tantos palestinos. Está siendo aclamado como “valiente” y como “héroe” porque se levantó por la mañana, cogió un rifle de asalto M-16 y se dispuso a matar a todos los judíos que pudiera. Su misión fue “exitosa”: logró disparar y matar a dos judíos antes de ser abatido por la Policía.

Abu Sbeih dejó un vídeo en el que decía que había atentado en respuesta a las visitas de los judíos al Monte del Templo. Afirmaba (falsamente) que estas visitas eran parte de un complot israelí para destruir la mezquita de Al Aqsa.

Esta misma afirmación falsa la hizo originalmente un amigo de Hitler, Haj Amín al Huseini, muftí de Jerusalén en aquel entonces, para dar la apariencia de que había una buena excusa para atacar a los judíos; como vemos, esto resurge de tanto en tanto para justificar el asesinato de judíos.

Para que conste, esto es una mentira, como cuando dicen los palestinos que Israel les está envenenando los pozos y el agua, sobre lo que el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, tuvo que retractarse por falta de pruebas.

Como muchos otros palestinos que han cometido, o intentado cometer, ataques terroristas en el último año, Abu Sbeih sólo estaba acatando la llamada de sus líderes a impedir a los judíos sigan“profanando con sus sucios pies” la mezquita de Al Aqsa. Estas llamadas se han producido durante meses, y por parte no sólo de los extremistas de Hamás y la Yihad Islámica, también de líderes moderados como Mahmud Abás y su facción Fatah.

Estos son los líderes palestinos a los que los líderes europeos parecen adorar. Esos líderes europeos –especialmente los franceses– siguen incordiando a Israel para que negocie con grupos que dicen abiertamente que no quieren que exista ningún Israel y que, en el mejor de los casos, no tienen interés en la verdad, sea sobre los israelíes o sobre los palestinos.

A estos líderes europeos les gustaría que Israel siguiera actuando como si la gente con la que está negociando obrase de buena fe. Parecen estar tratando de ofrecer a los árabes, los musulmanes y la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) la destrucción –física, diplomática, económica y lo que puedan– de Israel, muy probablemente como soborno para que los musulmanes dejen de aterrorizarlos. Pronto descubrirán, sin embargo, que nada de lo que ofrezcan se considerará suficiente. Los europeos descubrirán enseguida, como ya hicieron los persas, los turcos, los griegos, los norteafricanos y los europeos orientales, que cualquier tipo de cesión se la embolsarán como anticipo de un objetivo mucho mayor.

Estos líderes europeos están encantados de hacernos vivir a los que estamos en la región –musulmanes, cristianos y judíos– bajo una brutal dictadura islámica, siempre que, en su alelada fantasía, ellos se libren. Qué sorpresa se van a llevar.

En todo caso, en septiembre de 2015, a pocos días de empezar la actual ola de apuñalamientos y ataques con coches y armas de fuego, Abás utilizó las mismas palabras que Haj Amín al Huseini en 1924.

Desde entonces, las incitaciones por las visitas de los judíos al Monte del Templo han estado alimentando lo que muchos palestinos llaman “la intifada de Al Quds”. Abás ha prometido que aquellos que mueran defendiendo la mezquita de Al Aqsa irán directos al Cielo:

Bendecimos cada gota de sangre derramada por Jerusalén, una sangre limpia y pura, sangre derramada por Alá, por voluntad de Alá. Todos los mártires irán al paraíso y todos los heridos serán recompensados por Alá.

Repitamos: Abás hizo estas declaraciones dos semanas antes de que los palestinos iniciaran una nueva ola de terrorismo antiisraelí. Ahora sabemos, pues, qué estimuló estos ataques. Son fruto directo del adoctrinamiento y la incitación contra Israel a cargo de quienes están al frente de casi todas las instituciones e instituciones palestinas en la Margen Occidental y la Franja de Gaza. Es evidente que las palabras de Abás no han caído en saco roto. El atentado perpetrado por Abu Sbeih demuestra que la “intifada de Al Quds” está muy lejos de terminar. Al contrario: hay cada vez más temores de que se produzca una escalada en la campaña terrorista, y pase de los cuchillos, los coches y las piedras a las pistolas y los rifles.

¿Por qué no es descabellada esta hipótesis? No sólo por la motivación de los atacantes, sino por lo que parece ser un apoyo generalizado entre los palestinos a los ataques contra los israelíes. Ni un solo oficial palestino se ha atrevido a pronunciarse en contra del atentado en Jerusalén. Y ningún palestino de a pie se ha atrevido a preguntar por el daño que los atentados causan a la población palestina, en especial a los directamente afectados por las represalias de Israel, como las restricciones para viajar.

Lejos de clamar contra esas masacres, muchos palestinos han alabado al atacante.

Abu Sbeih, que como residente permanente en Jerusalén tenía carné de identidad israelí, y que, por lo tanto, gozaba de todos los derechos y privilegios garantizados a los ciudadanos israelíes (con la excepción de votar en las elecciones generales), no provenía en absoluto de una familia pobre. A diferencia de sus cofrades palestinos de la Margen Occidental y Gaza, tenía acceso libre a Israel y podía ir adonde quisiese cuando quisiese.

Él y su familia pudieron levantarse por la mañana y conducir hasta la playa de Tel Aviv, o comer en cualquier restaurante de Israel, sin tener que atravesar los puestos de control israelíes. Como titulares de un carnet de identidad israelí, tenían derecho incluso a conducir coches con matrícula israelí, que es de lo que se aprovechó Abu Sbeih para perpetrar su atentado en Jerusalén. Su familia es propietaria de al menos dos casas en la ciudad, y se considera de clase media. Aun así, ello no impidió a Abu Sbeih partir a su misión letal. Ni ha impedido a los miembros de su familia celebrar el ataque.

La primera en expresar su “alegría” y “orgullo” por la muerte de dos judíos fue la hija mayor de Abu Sbeih, de quince años. “Gracias a Dios, estamos muy contentos y orgullosos de mi padre”,dijo en una entrevista con una televisión local.

Como en ocasiones anteriores, algunos palestinos, incluida la hermana de Abu Sbeih, repartieron dulces a quienes les daban la enhorabuena como forma de expresar su alegría por el ataque terrorista. Horas después del atentado, decenas de palestinos se congregaron ante la casa de la familia, coreando loas al atacante, al “héroe”, y pidiendo a Hamás y a otras organizaciones palestinas que intensificaran sus ataques contra Israel. Esas escenas son habituales en territorio palestino, y recuerdan a las que tenían lugar tras la ola de atentados suicidas contra israelíes de la Segunda Intifada.

Varias facciones palestinas elogiaron a Abu Sbeih pidiendo un aumento de las “operaciones armadas contra el enemigo sionista”. El líder de Hamás Jaled Meshal, que vive con su familia en la comodidad que le ofrece Qatar, no tardó en llamar a la familia del atacante y “felicitarla” por el “martirio” de su hijo. “Nuestro pueblo y nuestra nación están orgullosos del heroísmo y el coraje demostrados por su hijo, que sacrificó su vida por Alá”, dijo Meshal a los padres de Abu Sbeih. Recalcó que su hijo era un modelo para los palestinos de su generación.

Se desconoce si el líder de Hamás estaba efectuando la llamada desde su suite en algún hotel de cinco estrellas de Qatar o desde su gimnasio privado.

Para Hamás y para muchos otros palestinos, por lo tanto, un hombre que mata a dos judíos es el modelo para los jóvenes palestinos. Y, en consecuencia, los seguidores de Abu Sbeih han recurrido a los medios sociales para ensalzarlo e instar a los palestinos a seguir su ejemplo. Como logró matar a dos judíos, Abu Sbeih está siendo ahora aclamado en Twitter y Facebook como “el León de Al Aqsa”. A ojos de sus seguidores, el suyo fue un acto de nobleza, un empeño en evitar que los judíos profanen la mezquita con sus “sucios pies”.

El apoyo a Abu Sbeih parece ser transversal entre todas las facciones políticas palestinas. Numerosos miembros de Fatah, la facción del presidente Abás, acudieron a casa de Abu Sbeih para expresarles su solidaridad. Fatah, de hecho, ha declarado “mártir” a Abu Sbeih. Un palestino que se cite con un judío es enérgicamente condenado y acusado de buscar lanormalización con el enemigo. Pero un palestino armado con un cuchillo o un rifle y que se dispone a matar judíos obtiene la condecoración de mártir y se gana el elogio casi unánime de los palestinos. Esta es la mentalidad de la sociedad palestina, fruto de décadas de incitación palestina y deslegitimación de Israel. Este es el resultado inevitable –como ocurrió durante la Inquisición española, la Revolución francesa, el genocidio turco de los armenios, Ruanda, Darfur o la Alemania nazi– de emponzoñar a un pueblo.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio