David Ben Gurion leyendo la Declaración de Independencia en el Museo de Tel Aviv en 1948. Foto: State of Israel National Photo Collection. Foto: State of Israel National Photo Collection.

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Por: Rab Yosef Bittón

CAMBIA. TODO CAMBIA…
Como explicamos anteriormente en 1914 parecía que el proyecto de obtener un estado judío propio había fracasado… La tierra de Israel estaba en manos del imperio Otomano, quienes no veían con buenos ojos el incremento de población judía en “Palestina”, y no contábamos con el mínimo apoyo político internacional para crear un estado judío.
Cuando parecía que ya todo estaba perdido, comenzó la primera guerra mundial (28 de julio de 1914). Fue un conflicto horroroso que cobró la vida de unos 40 millones de personas, entre militares y civiles. Pero la guerra trajo también grandes e inesperados cambios en el medio oriente. El más importante de estos cambios fue que el Imperio Otomano, que había gobernado medio Oriente por más de 500 años, fue derrotado; y al finalizar la guerra, en 1918, Inglaterra quedó a cargo de lo que hoy es: Irak, Siria, Líbano, Jordania, Arabia Saudita, Egipto y por supuesto, Israel.

LA IGLESIA Y LOS JUDIOS
Providencialmente, en 1916 Herbert Henry Asquith renunció a su cargo de Primer Ministro de Gran Bretaña y en su lugar llegó David Lloyd George. La actitud de estos dos líderes hacia los judíos era completamente opuesta. Asquith, que era católico, se oponía al establecimiento de un estado judío. Lloyd George, por otro lado, tenía una formación religiosa diferente. Para entender las ideas de estos dos líderes, deberé exponer brevemente algunas diferencias entre la iglesia católica y la protestante, respecto a cómo cada una vio por siglos a los judíos. El catolicismo fue fundado bajo la premisa esencial de que la iglesia (latín por: “congregación”) es el Nuevo Israel. Este Nuevo Israel REEMPLAZA / DESPLAZA al «antiguo Israel» —es decir, al pueblo judío. El Nuevo Israel crea ahora un Nuevo Testamento, esto es, un nuevo pacto ( como en hebreo ברית החדשה ) que desplaza y reemplaza al Viejo Testamento, que “caducó con la inminente extinción de los antiguos israelitas”. El principal problema que siempre enfrentó este dogma fundacional fue que “el obstinado pueblo judío, a pesar de estar permanentemente en vías de extinción, ¡se empecinó en seguir existiendo!”. La iglesia entonces cambió su narrativa y argumentó que la caprichosa existencia del pueblo judío era un castigo divino por el deicidio, y existen y existirán en un exilio permanente (el judío errante) para pagar su pecado. Y jamás regresarán a su tierra. El regreso del pueblo judío a la tierra de Israel fue (y probablemente sigue siendo) para la iglesia católica un enorme problema ‘teológico. Un ejemplo es la actitud hostil del Vaticano hacia el derecho del pueblo judío a la tierra de Israel y especialmente a una Jerusalem judía (ver aquí ).

LOS PROTESTANTES EVANGELISTAS
La actitud de los protestantes modernos hacia el pueblo judío es muy diferente. Hay un apoyo explícito a una Israel judía, y no es algo nuevo. Esta actitud histórica comenzó con Oliver Cromwell (ver aquí) quien consideraba que el regreso de los judíos a Israel, y particularmente a Jerusalem, es parte de la concretización de sus vaticinios religiosos (en nuestros días este punto de vista lo presenta explícitamente, por ejemplo, Michelle Bachmann, una figura política en los Estados Unidos que, por sus propios intereses religiosos, apoya muchísimo al Estado de Israel (ver aquí).
Hay otros evangelistas que difieren con esta creencia y sostienen que es un gran mérito en sí apoyar al pueblo judío, ya que creen profundamente en la bendición que HaShem le concedió a Abraham Abinu cuando le dijo “Los que te maldigan serán maldecidos y los que te bendigan serán bendecidos” (Génesis 12:3). Esto es evidente , por ejemplo, en el masivo apoyo de los evangelistas norteamericanos hacia el Estado de Israel. Mike Pence es un gran ejemplo de esta postura ( al igual que muchos otros líderes cristianos (ver por ejemplo aquí ). Muchos ingleses protestantes sostenían esta creencia religiosa. David Lloyd George y su ministro del exterior Arthur Balfour eran protestantes y apoyaban la aspiración del pueblo judío de regresar a casa. Contar ahora con el apoyo de Inglaterra cambiaba completamente la ecuación política en favor de un eventual estado para los judíos.

LA ACETONA Y EL ESTADO DE ISRAEL
Otro importantísimo factor que ayudó a la predisposición de los británicos a ceder un hogar nacional al pueblo judío en la tierra de Israel fue la contribución del famoso científico judío Jayim Weizmann (1874–1952) a Inglaterra. Weizmann, un químico nacido en Rusia pero nacionalizado Británico, descubrió la fórmula para producir la acetona a partir del almidón de grano. Hasta ese entonces este elemento se producía a partir de una madera especial, que cada vez era más escasa . La acetona se usaba para hacer detonar la dinamita y su producción era cada vez más cara y más crítica para ganar la guerra. El Dr. Jayim Weizmann se encargó de producir 30.000 toneladas de acetona a través del proceso conocido como “A.B.E. fermentation”, lo que fue determinante para la victoria de los ingleses. Al finalizar la guerra los líderes británicos estaban tan agradecidos por la invaluable ayuda prestada que le preguntaron cómo lo podían recompensar por sus servicios. Dicen que el Doctor Weizmann contestó: “No quiero nada para mí; pero quiero un estado para mi pueblo”. Y así fue como en 1917 surgió la Declaración Balfour, donde los ingleses aprobaban oficialmente la creación de un hogar nacional para el pueblo judío en la tierra de Israel.

Este fue el principio de lo que eventualmente culminó con el milagro del nacimiento de Medinat Israel en 1948.

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