Lejos de emplear términos claros y contundentes a la última masacre perpetrada por el islamismo radical en la capital de Francia, París, los políticos, de la mayoría de las tendencias, exhiben su hipocresía política sin rubor alguno evitando decir que estamos en guerra. No es un acto de guerra es una guerra de civilizaciones entre el Yihadismo y Occidente.
Cuando se produjo en Francia el atentado yihadista contra la Comunidad Judía, uno de los más terroríficos, y contra el semanario Charlie Hebdo la clase política salió a la palestra para emitir grandes declaraciones en favor de la libertad, la igualdad y la fraternidad. En todo momento fueron invocados los valores democráticos de esta Europa y en contra de la barbarie terrorista pero nadie lo definió como una guerra con lo que ello implica.
Entonces y ahora, en este último atentado en París, les costó mucho a los dirigentes políticos y a los medios de comunicación emplear claramente el término guerra, tan solo atentado terrorista y eso después de muchas vueltas dialécticas. Invocando la manoseada prudencia y obviando, cuando no censurando, toda referencia a la autoría islamista de los mencionados atentados se evitó de nuevo hablar de guerra en Occidente.
Los gobernantes europeos en una inmensa mayoría, no se atreven a posicionarse con toda claridad y contundencia contra el islamismo también definido como yihadismo.
Europa no es que esté amenazada es que está en guerra contra el islamismo internacional. Mientras no se entienda y defina de esta forma seguiremos indefensos ante los ataques salvajes del yihadismo en toda Europa.
Las preguntas que no fueron contestadas, en el anterior atentado en Francia, y los posicionamientos que no fueron asumidos son las consecuencias directas de este último atentado de guerra del islamismo en París y por tanto en Occidente.
Cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor todo el mundo entendió que se trataba de una declaración de guerra. Mientras Europa en su conjunto y Occidente en general no entiendan que estamos en una guerra cada ataque quedará en alguna manera impune. Aunque mueran los autores directos de los atentados siguen quedando los autores “intelectuales” que dirigen la guerra contra Israel y Occidente desde Irán o Siria entre otros muchos refugios del diabólico yihadismo.
¿Aprenderán los gobiernos europeos y sus ciudadanos a llamar las cosas por su nombre? El peligro que significa tener en el seno de Europa a islamistas dispuestos a asesinar no debe obviarse, minimizarse o definirlo de forma ambigua. No estar conscientes y apercibidos de que estamos en una guerra es el mayor peligro al que nos enfrentamos. Occidente se ha instalado en la cultura de la “dolce vita” en esta Europa del bienestar en la cual los islamistas son subvencionados por esta débil democracia.
Por: José Ignacio Rodriguez Cancio