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Por Judith Bergman

Un reciente informe de NGO Monitor reveló que, entre 2012 y 2016, 39 organizaciones no gubernamentales (ONG) israelíes recibieron 518,8 millones de shékels (142,6 millones de dólares) de donantes extranjeros.

El 60% de esos recursos procedieron de Gobiernos extranjeros mediante la financiación directa o indirecta, y 28 de las ONG recibieron más del 50% de sus fondos de los referidos Gobiernos extranjeros.

Veinticinco organizaciones gubernamentales e intergubernamentales extranjeras participaron en la financiación de las 39 ONG. Alemania fue el principal donante, seguida de la UE, Noruega, los Países Bajos y una organización intergubernamental llamada International Humanitarian Law Secretariat, sostenida por Dinamarca, Suecia, Suiza y los Países Bajos. Estados Unidos fue el noveno mayor donante, con unos aportes ligeramente superiores a los de la ONU. Entre los donantes privados se encontraban el New Israel Fund (NIF), el Open Society Institute (financiado por George Soros) y Amnistía Internacional, entre otros.

Estas ONG son políticamente activas en el conflicto árabe-israelí, y varias de ellas están implicadas en la campaña del BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) contra Israel. Entre las referidas ONG se cuenta B’Tselem (financiada con capital extranjero en un 64,7%), miembro de la Fédération Internationale des Droits de l’Homme (FIDH), uno de los principales promotores de las campañas BDS antiisraelíes en todo el mundo.

El director ejecutivo de B’Tselem, Hagai Elad, ha llamado reiteradas en reiteradas ocasiones a laacción internacional contra Israel, por ejemplo durante su comparecencia ante la ONU en 2016 y en el Parlamento danés en 2017, donde comparó las políticas israelíes con “crímenes contra Dios y los hombres”. B’Tselem, junto con otras de esas 39 ONG, ha contribuido activamente a documentos sesgados de la ONU condenatorios de Israel, como el informe Goldstone de 2009, que acusó falsamente a Israel de atacar deliberadamente a civiles. Posteriormente, el propio juez Richard Goldstone lamentó públicamente haber escrito el informe.

Los principales financiadores de B’Tselem son la UE, el Human Rights and International Humanitarian Law Secretariat y la organización Bread for the World, financiada por el Estado alemán en el marco de las ayudas oficiales a la Iglesia protestante en Alemania.

Entre las 39 ONG de marras se encuentran asimismo organizaciones como:

– Coalition of Women for Peace (financiación estatal extranjera: 68,7%), actor destacado en las campañas internacionales de BDS contra Israel, especialmente mediante su proyecto Who Profits (“Quién se beneficia”), base de datos que identifica objetivos para la desinversión y los boicots antiisraelíes. El proyecto Who Profits tiene estatus de ONG independiente (con una financiación estatal extranjera del 94,5%).

– Breaking the Silence (financiación extranjera del 59,9%), organización que recopila acusaciones anónimas e infundadas contra soldados de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) para promover causas por “crímenes de guerra” contra Israel. Testimonios anónimos (y por tanto inverificables) fueron utilizados por la ONU en su Informe de investigación sobre la guerra de Gaza de 2014.

– Sabeel Ecumenical Liberation Theology Center (financiación estatal extranjera del 46,7%), organización que comanda el movimiento eclesiástico de desinversión. Su director, Naim Ateek, fue firmante del documento Kairos, que aboga por el BDS. Sabeel tiene secciones internacionales, también en América del Norte. Friends of Sabeel-North America ha dirigido campañas BDS contra Hewlett Packard, por ejemplo.

El entusiasmo con que los Gobiernos de Alemania y del norte de Europa, así como la UE,financian a ONG antiisraelíes que defienden la BDS y deslegitiman a Israel es especialmente reseñable, porque la UE y sus Estados miembros –sin lugar a dudas los más grandes, como Alemania– se oponen oficialmente a los boicots contra Israel. “No apoyamos las demandas de boicot. No es una opción para Alemania”, dijo la canciller Angela Merkel en 2014. En 2015, Lars Faaborg-Andersen, embajadora de la UE para Israel, declaró: “Europa no está boicoteando a Israel (…) Nos oponemos a los boicots y al BDS”.

Así las cosas, financiar a ONG antiisraelíes se convierte en una manera alternativa de perseguir objetivos de política exterior que de otra forma serían inoportunos, especialmente porque oír a alemanes pidiendo el boicot a los judíos evoca el antisemitismo nazi, con el cual los Gobiernos europeos preferirían no verse asociados.

La financiación europea de las ONG israelíes implicadas en el movimiento BDS evidencia la insinceridad de esos intentos de mantener las apariencias, en el mejor de los casos. Para añadir más absurdez a la farsa está el reciente anuncio de los servicios de inteligencia del estado alemán de Baden-Wurtemberg de que el movimiento BDS es “una nueva variación del antisemitismo”.

El informe de inteligencia aludía al partido alemán neonazi Der Dritte Weg (La Tercera Vía), que pide el boicot a los productos israelíes. Es muy adecuado que una agencia estatal alemana sea la que declare que el movimiento BDS no es diferente de sus predecesores nazis; y, cabría añadir, no habría que establecer diferencias en función de si quienes lo promueven están en la izquierda o en la derecha del espectro político.

© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio