Líderes de varias facciones palestinas volvieron a llamar a una escalada de ataques terroristas contra los judíos. La diferencia es que, esta vez, los llamamientos se hicieron durante una sentada celebrada ante las oficinas de Naciones Unidas en la Franja de Gaza.
Por Basam Tawil
En efecto, los líderes palestinos optaron por emitir sus llamamientos delante de las oficinas de la ONU. Fue como si pidieran a la propia ONU que aprobara sus incesantes ataques terroristas contra Israel.
Lo inquietante es que los funcionarios de la ONU en Gaza optaron por guardar silencio.
La sentada fue organizada por el Departamento de Jerusalén de Hamás, la organización terrorista que gobierna la Franja desde el verano de 2007. El objetivo de la misma era, según la propia Hamás, protestar por las visitas de los judíos al Monte del Templo, o Haram al Sharif, lugar sagrado para musulmanes y judíos.
Hamás, que gobierna Gaza –vecina de Egipto–, y la Autoridad Palestina (AP), que gobierna la Margen Occidental –vecina de Jordania–, así como otras facciones palestinas llevan mucho tiempo librando una vil campaña de incitación contra la decisión de las autoridades israelíes de permitir que los judíos visiten el Monte del Templo.
Los palestinos se oponen a la presencia de judíos en el lugar, ya sea por motivos turísticos o por motivos religiosos. El rezo judío en el Monte está completamente prohibido por la Policía israelí, y los visitantes judíos tienen prohibido cantar, susurrar, orar o realizar cualquier manifestación religiosa. Aun así, los palestinos siguen incitando contra esas visitas.
Los funcionarios y los medios de la AP y de Hamás suelen describir las pacíficas visitas de los judíos como “invasiones violentas de colonos judíos extremistas contra la mezquita de Al Aqsa”. Ni que decir tiene, los visitantes judíos jamás ponen un pie dentro de la mezquita, que ocupa una parte del Monte. Pero eso no impide a los líderes palestinos mentir a su pueblo y al resto del mundo y clamar: “¡Los judíos están profanando nuestra mezquita!”.
Los oficiales de la ONU que escucharon esas mentiras durante la sentada no se molestaron en replicarlas. Su silencio dice mucho de su actitud hacia la incitación antiisraelí y los libelos de sangre contra los judíos, que se han convertido en parte integral de la cultura de la propia ONU y de los palestinos. No es que nadie esperase que la ONU y sus altos cargos confrontasen directamente a los líderes de los terroristas de Gaza. Pero al menos deberían haber emitido una declaración en la que condenaran que acudieran a sus oficinas gazatíes a difundir mentiras, libelos de sangre y llamadas a la violencia contra los judíos.
Lamentablemente, no lo hicieron, lo que da pie a que los líderes palestinos crean que tienen luz verde del organismo internacional para seguir adelante con sus planes criminales.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU cuenta con un relator especial mandatado para “identificar los obstáculos potenciales y presentes para el disfrute del derecho a la libertad de credo y presentar recomendaciones sobre formas y medios para superarlos”. Ahora bien, es evidente que no debe de incluir el derecho de los judíos a subir al Monte del Templo, el lugar más sagrado para ellos. Hay secciones de la muralla que rodea el Monte que datan de cuando el Segundo Templo judío (siglo I a.e.c). Los muros se levantaron en torno a la cima del monte Moriá, donde, según la Biblia, Abraham ofreció a su hijo Isaac en sacrificio.
Durante la protesta ante las dependencias de la ONU, Mushir al Masri, alto mando de Hamás, exhortó a los palestinos a apuñalar, disparar y atropellar a los judíos por sus visitas al Monte. Al Masri instó a la AP a permitir a los palestinos que viven bajo su régimen en la Margen Occidental a “pasar a la acción lanzando ataques con armas cuchillos, balas y vehículos contra los judíos”. “Que el enemigo sionista se dé cuenta de que, mientras la mezquita de Al Aqsa no esté segura bajo férula musulmana, los sionistas no vivirán seguros en la tierra de Palestina”, proclamó.
Masri instó a los residentes árabes de Jerusalén a “rebelarse contra la profanación de la mezquita de Al Aqsa por manadas de colonos”. Cada vez más, se está llamando “colonos” a todos los israelíes, con independencia de si lo son o no. Quizá sea otra manera sencilla, para el consumo público, de demonizar a los judíos tanto local como internacionalmente. Para los palestinos, todo Israel es un gran asentamiento que hay que desplazar.
El cabecilla de Hamás también arremetió contra los países árabes por su supuesta implicación en la normalización con Israel. “La normalización de algunos regímenes árabes con el enemigo sionista es una daga envenenada en la espalda de Jerusalén y la mezquita de Al Aqsa”, dijo. “Esto ha permitido a los sionistas seguir profanando Al Aqsa y judaizar Jerusalén”.
Al Masri y los líderes de las facciones palestinas que participaron en la sentada ante la ONU proclaman abiertamente que quieren que los palestinos reanuden la Intifada de los Cuchillos, que tuvo lugar entre 2015 y 2016. Durante ese levantamiento los palestinos perpetraron más de 400 apuñalamientos y tiroteos, y más de 75 ataques con vehículos, matando a un total de 85 israelíes e hiriendo a más de 1.400.
Llama la atención que la oleada de terrorismo estallara poco después de que el presidente de la AP, Mahmud Abás, acusara a los judíos de “profanar con sus sucios pies” la mezquita de Al Aqsa, mentira pergeñada hace 90 años por el entonces gran muftí de Jerusalén, Haj Amín al Huseini. La patraña de Abás (16 de septiembre de 2015) fue la señal para que los palestinos salieran a la calle a apuñalar, disparar y atropellar a judíos.
Abás prometió además que cualquier palestino que muriera en el curso de un ataque terrorista alcanzaría el Paraíso. Sus palabras exactas fueron estas:
No permitiremos que los judíos contaminen la mezquita de Al Aqsa y Jerusalén. Al Aqsa es nuestra, y no tienen derecho a contaminarla con sus sucios pies. Bendecimos cada gota de sangre que se derrama por Jerusalén; es sangre limpia y pura, sangre derramada por Alá, Alá lo quiera. Cada mártir alcanzará el paraíso, y todo aquel que resulte herido será recompensado por Alá.
Hamás y las demás facciones están pidiendo a Abás que cumpla su promesa una vez más y permita a los palestinos reanudar la Intifada de los Cuchillos. Están diciendo que las fuerzas de seguridad de Abás en la Margen Occidental no deberían impedir a los terroristas retomar los asesinatos de judíos.
Talal Abu Zarifeh, otro líder terrorista participante en la sentada de marras, aprovechó la oportunidad para llamar a un “levantamiento masivo” contra Israel, así como para protestar por las visitas de los judíos al Monte del Templo. Zarifeh, uno de los jefes del terrorista Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), afiliado a la OLP, dejó claro que no se estaba refiriendo a protestas pacíficas:
Queremos una intifada masiva que pueda perturbar el equilibrio de poderes sobre el terreno con el fin de plantar cara a las medidas israelíes. Es hora de convertir la retórica en un conflicto sobre el terreno [contra Israel].
Tanto Al Masri como Abu Zarifeh afirmaron que emitían sus mensajes en nombre de varias “facciones nacionales e islámicas”, tanto de la Margen Occidental como de Gaza. Para ser claros: los dos estaban diciendo que su llamada al asesinato de judíos no era una iniciativa particular, sino que venía avalada por una serie de organizaciones que representan a cientos de miles de palestinos.
Mientras, la AP de Abás parece aprobar las nuevas amenazas proferidas. Los medios controlados por la AP, y específicamente la agencia oficial Wafa, siguen incitando prácticamente a diario contra las visitas de los judíos al Monte del Templo. En un despacho del 10 de octubre, Wafa empleó la terminología de Hamás para informar incorrectamente sobre las visitas:
189 colonos [judíos] irrumpieron en el recinto de la mezquita de Al Aqsa bajo la estricta protección de la policía de la ocupación israelí. Los colonos recorrieron de forma provocadora el recinto.
Parece que la ONU y el resto de la comunidad internacional no tienen ningún problema con la incitación continua y las mentiras palestinas contra los judíos.
Al permitir que Hamás y otros grupos terroristas insten a los palestinos a apuñalar y disparar a judíos, la ONU vuelve a mostrar su verdadera cara; su sesgo a favor de los terroristas y cómo se salta su propio convenio sobre derechos humanos en lo relacionado con la libertad de culto y el acceso a los lugares sagrados. Uno sólo puede imaginar el escándalo que habría causado una sentada judía ante unas oficinas de la ONU en la que se hubiese llamado al lanzamiento de una oleada de ataques terroristas contra los árabes o contra los musulmanes.
Si la ONU estuviese de verdad interesada en contribuir a la paz en Oriente Medio, condenaría a los líderes palestinos por utilizar sus dependencias para llamar al asesinato de judíos. Que la ONU esté dando trabajo y comida a los palestinos en Gaza está muy bien. Pero hacer la vista gorda ante la incitación y los libelos de sangre sólo envalentona a los terroristas y fomenta que se derrame aún más sangre; sangre judía.
Quizá ha llegado la hora de censurar a la ONU no sólo por el racismo que materializa y perpetúa. Quizá ha llegado la hora de que todos los países, en especial Estados Unidos, que corre con buena parte de los gastos de la ONU, paguen sólo por lo que quieren y consigan aquello por lo que pagan.
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio