Tú eres el Eterno nuestro Dios, antes de haber creado el universo, y Tú eres nuestro Dios desde que creaste el universo, y eternamente Tú eres el Poder único. Tú creaste Tu mundo a fin de dar a conocer Tu divinidad por medio de Tu santa Torá, como afirmaron nuestros sabios, de bendita memoria:

“Bereshit, por el principio, por la Torá y por Israel (fue creado el universo)”. Pues ellos son Tu pueblo y Tu heredad que Tú escogiste entre las demás naciones, y les entregaste Tu santa Torá y los acercaste a Tu gran Nombre.

Y para preservar el mundo y preservar la Torá Tú nos trasmitiste dos mandamientos que escribiste en Tu Torá. Uno es “Fructifíquense y multiplíquense” (Bereshit 1:22), y el otro “enseñarán (las palabras de Torá) a sus hijos” (Debarim 11:19). Y realmente el propósito de ambos es el mismo, ya que el mundo no fue creado para quedar desolado, sino para ser habitado, y para Tu gloria lo creaste y perfeccionaste para que nosotros y nuestra
descendencia, así como la descendencia de todo Tu pueblo Israel, conozcan Tu nombre y estudien Tu Torá.

Y por eso yo vengo ante Ti, Eterno, Rey de reyes, y presento mi súplica. En Ti pongo mi deseo de que me concedas gracia y escuches mi oración, enviándome hijos e hijas, y que ellos y la descendencia de ellos, también fructifiquen y se multipliquen hasta el fin de todas las generaciones, a fin de que todos nos dediquemos a Tu santa Torá, para aprender, enseñar, guardar, cumplir y mantener todas las palabras de estudio de Tu Torá con amor.

Ilumina nuestros ojos con Tu Torá y haz que nuestro corazón se apegue a Tus preceptos, con el propósito de amar y temer Tu nombre.

Padre nuestro, Padre misericordioso, concédenos a todos nosotros una laga vida llena de bendición. ¿Quién es como Tú, Padre misericordioso, que con piedad recuerdas a Tus criaturas para la vida? Recuérdanos para una vida espiritual eterna, tal como rezó nuestro padre Abraham: “Ojalá viva delante de Ti”, lo que explicaron nuestros sabios, de bendita memoria, en el sentido en que viviera “con temor a Ti”.

Por ello es que he venido a pedir y suplicar ante Ti que para siempre mi descendencia entera sea toda ella idónea. Que nunca se halle en mí o en mi descendencia entera ningún defecto, invalidación o impureza, sino que tenga paz, verdad, bondad y rectitud ante los ojos de Dios y de los hombres. Que todos mis descendientes sean estudiosos de la Torá, sabios en las Escrituras, sabios en la Mishná, sabios en el Talmud, conocedores de los secretos cabalísticos, cumplidores de los preceptos, generosos y hacedores de bien, y
altruistas. Que te sirvan con amor y temor sincero y profundo, y no con temor superficial. Otorga a cada uno de ellos lo suficiente para su manutención con honor, concédeles salud y energía, buena presencia y hermosura, gracia y encanto, y que entre ellos haya amor, hermandad y paz. Y a cada uno de ellos preséntale su pareja idónea, progenie de eruditos en la Torá y hombres justos, y que sus parejas sean iguales a ellos en todo lo que he rezado por ellos, ya que una misma remembranza vale para todos.

Tú eres el Eterno, que conoce todos los misterios y delante de Ti están revelados los secretos de mi corazón.

Tú sabes que en todo esto mi intención es en aras de Tu Nombre grandioso y santo, así como en aras de Tu santa Torá. Por tanto, oh Eterno, respóndeme gracias al mérito de nuestros ancestros, Abraham, Yizjak y Yaakob, y salva a sus descendientes por ellos,
para que las ramas sean iguales a las raíces, y también por Tu siervo David,
que es el cuarto pilar del carruaje celestial, y el poeta imbuido de inspiración
profética.

Canto de ascensiones. Venturoso es todo aquel que teme al Eterno, aquel que anda en Sus caminos. Cuando comas del esfuerzo de tus manos, venturoso eres y te irá bien. Tu mujer será como una vid fructífera en los aposentos de tu casa. Tus hijos serán como vástagos de olivos alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el varón que teme al Eterno. El Eterno te bendecirá desde Tizón, y verás lo bueno de Yerushalaim todos los días de tu vida.

Y verás a los hijos de tus hijos; paz para Israel. Por favor, oh Eterno, que escuchas la oración, que en nosotros se cumpla el Pasuk que dice: “Y en cuanto a Mí, he aquí Mi pacto con ellos, dijo el Eterno: Mi espíritu que está sobre ti y Mi palabra que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la progenie de tu descendencia, afirmó el Eterno, desde ahora y para siempre” (Yeshayahu 59:21). “Que la expresión de mi boca y la meditación de mi corazón sean aceptables delante de Ti, Dios, mi fuerza y mi salvación”.