Por Basam Tawil

En las últimas semanas, los palestinos y sus líderes han proferido estridentes protestas contra la nueva Ley del Estado-Nación israelí, que especifica la naturaleza del Estado de Israel como Estado-nación del pueblo judío. Los palestinos la han tachado de “racista” y denunciado que allana el camino a la conversión de Israel en un “Estado apartheid”.

La semana pasada, los palestinos declararon una huelga general en la Margen Occidental y la Franja de Gaza en protesta por dicha ley, que, según dicen, “elimina la solución de los dos Estados”.

Está lejos de resultar clara la razón de que los palestinos de la Margen y la Franja se preocupen por esa nueva ley. No son ciudadanos israelíes ni forman parte del sistema político israelí. Tiene su propia ciudadanía (palestina), su propia bandera, su propio Parlamento y su propio Gobierno. La nueva ley israelí no les afecta de ninguna de las maneras. Las razones que aducen para rechazarla son poco menos que ridículas.

Como disponen de su propio Parlamento y sus propias instituciones, los palestinos son libres de promulgar las leyes que deseen, sin que deban pedir permiso ni a Israel ni a nadie.

La mayoría de la gente no sabe que los palestinos tienen sus propias leyes, entre las que se cuenta la Ley Básica Palestina, aprobada por el Consejo Legislativo Palestino en 2002.

¿Por qué es importante recordar ahora al mundo la existencia de esa ley?

Dado que los palestinos andan aireando su rotunda oposición a la Ley del Estado-Nación israelí (que no les atañe en absoluto), es preciso llamar la atención internacional sobre uno de los artículos más importantes de la Ley Básica Palestina. Sólo entonces se entenderá que los palestinos y sus líderes, enfangados en la hipocresía y el doble rasero, están embaucando a todo el mundo.

Los palestinos dicen que no pueden aceptar a Israel como Estado judío y que nunca lo reconocerán como hogar nacional del pueblo judío. He aquí una de las razones principales de su rechazo a la nueva ley israelí, dicen.

En los últimos años, el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, ha expresado repetidas veces su vehemente rechazo a reconocer a Israel como Estado judío. De hecho, nunca deja pasar la oportunidad de dejar clara su posición al respecto. “No reconoceremos ni aceptaremos la judeidad de Israel”, ha manifestado en numerosas ocasiones.

Por supuesto que ni Abás ni los palestinos aceptarán jamás que Israel sea el hogar nacional del pueblo judío. Hacerlo significaría asumir que los refugiados palestinos y sus descendientes jamás retornarán a sus antiguos hogares en Israel. Los palestinos siguen diciendo que el derecho de retorno es sagrado y que, bajo cualquier acuerdo de paz, se ha de permitir que se instalen en Israel millones de palestinos, lo que convertiría a los judíos en una minoría en su propio país.

Pues bien, estos palestinos que se oponen rotundamente a que Israel se declare un Estado judío son los mismos que afirman que el islam será la religión oficial del futuro Estado palestino. Esto es lo que dice el artículo 4 de la Ley Básica Palestina:

El islam es la religión oficial de Palestina. Los principios de la sharia serán la fuente primordial de legislación. El árabe será la lengua oficial.

Esta es, pues, la lógica de Abás y los palestinos: que Israel se defina como Estado judío es un acto de “racismo” y “apartheid”, pero no que el futuro Estado palestino vaya a ser un Estado islámico regido por la sharia.

Para rematar la ironía, los palestinos dicen que se oponen a la nueva ley israelí porque “abole” la consideración de lengua oficial que tiene el árabe en Israel (una denuncia completamente falsa), mientras ellos mismos se disponen a hacer del árabe la única lengua oficial de su futuro Estado.

La Ley del Estado-Nación israelí reconoce al árabe como idioma relevante. Esto es lo que dice al respecto:

La lengua árabe tiene un estatus especial en el Estado; la regulación [del uso de] la lengua árabe en las instituciones estatales o [cuando haya que dirigirse a ellas] será regulado por ley. Esta cláusula no cambia el estatus dado a la lengua árabe.

Mientras Israel sigue respetando la lengua árabe y hasta le ha garantizado un estatus especial, en su Ley Básica los palestinos no hacen referencia a lengua alguna que no sea el árabe; ni siquiera mencionan al inglés, al hebreo o al francés como lenguas secundarias, sino que establecen que la única lengua oficial del Estado palestino será el árabe y sólo el árabe.

Queda meridianamente claro el doble rasero que los palestinos –y no sólo los palestinos– emplean a la hora de hablar sobre la Ley del Estado-nación israelí. Antes de condenar a Israel por tratar de preservar su carácter de Estado judío, el mundo necesita explicar por qué no hay el menor problema con que los palestinos planeen que su futuro Estado sea regido por la ley islámica.

¿Por qué a los palestinos se les permite planear que el islam sea su religión oficial y a Israel se le denuncia por tratar de mantener su carácter e identidad judíos? Además, ¿por qué se castiga a Israel por adoptar una ley que garantiza un estatus especial al árabe en el Estado judío mientras no se alza una sola voz que pregunte por qué los palestinos se niegan a tener en consideración en su futuro Estado ninguna lengua que no sea el árabe?

De nuevo, tenemos a los palestinos frente al espejo: una vez más, tratan de negar a Israel justo lo que ellos pretenden que se les sirva en bandeja de plata. Es la misma historia de siempre, con un envoltorio nuevo, eso sí.

Esta vez, los palestinos quieren mantener ocultos los principios fundamentales de su Ley Básica. Quizá les preocupe qué pueda pensar el mundo al respecto. Pero, dado el historial de reacciones internacionales ante su duplicidad, quizá los palestinos se estén preocupando más de lo necesario.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio