Comenzamos un año nuevo, a lo menos en Occidente, en el cual los buenos propósitos y los deseos de hacer cambios forman parte de una costumbre que se repite año tras año por estas fechas. Israel no es ajena a estas costumbres, una especie de asimilación light, que se reflejan en una sociedad multicultural, abierta y moderna.
Los buenos propósitos en la idiosincrasia judía se podrían definir como virtudes que destacan por su afán de superación, constancia y perseverancia. Entre las muchas virtudes, que podríamos añadir a la mencionada idiosincrasia israelí, destacan la fuerza, el honor y el optimismo que son parte intrínseca del espíritu emprendedor judío.
Israel es una potencia fuerte en muchos campos. Fuerza que se traduce, por ejemplo, en una producción agrícola que no solo suple las necesidades propias sino que además exporta a medio mundo. Una rica variedad de productos de todo tipo, forma y sabor que son demandados y consumidos a pesar del etiquetado antiisraelí que Europa exige a los productores de Israel. Fuerza que se traduce también en todos los campos científicos que son compartidos generosamente con otros países y que permiten que otras sociedades se beneficien del esfuerzo investigador de Israel.
Si hablamos de tecnología militar, base fundamental de supervivencia, Israel no tiene parangón alguno con quién se pueda comparar. Fuerza y honor que se unen, para ser un solo hombre, en el estamento militar de las Fuerzas de Defensa de Israel. Las FDI son el único ejército al que realmente temen los yihadistas del proyecto terrorista del Califato de Siria y el Levante como les gusta llamarse. Los yihadistas, según últimas informaciones, dicen no temer a la Coalición Occidental, pero si al fuerte y poderoso ejército de Israel ¡Más les vale seguir temiéndoles!
El Triángulo de las Bermudas Israelí, donde sus enemigos desaparecen se dibuja en tres puntos esenciales fuerza, honor y optimismo. Si en algo destaca Israel es en su optimismo y sentido del humor incuestionable. Optimismo que les lleva al ver el futuro no solo con una sonrisa en los labios sino riéndose de lo que vendrá sin temor alguno. El optimismo echa fuera el temor de un futuro incierto para muchos pero que Israel encara con alegría y determinación.
En Rosh Hashaná, nuestro año nuevo, ya vocalizamos los buenos propósitos, las buenas intenciones y los nuevos proyectos a desarrollar. En un mundo acostumbrado a la superstición seremos testigos de ritos supersticiosos, valga la redundancia, para atraer la prosperidad y la suerte para el año nuevo. No sea sí entre nosotros sino que con la fe puesta en el Creador, de todo lo que vemos y de lo que no vemos, hagamos votos de mantenernos firmes rezando por la victoria frente a los enemigos ¿Puede haber mejor propósito para cada nuevo año?
La esposa virtuosa que encontramos reflejada en el Tanaj nos dice que entre otras muchas virtudes destacaban su fuerza, honor y optimismo. Ejemplo tenemos para que como Pueblo destaquemos por estas tres virtudes. Qué sean a modo de “Cabeza de Año” para nuestras vidas ¡Un fuerte, honroso y optimista “Año Nuevo” para todos los amigos de Israel!
Por: José Ignacio Rodríguez
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