(Nati Shohat/Flash90) (Nati Shohat/Flash90)

El atentado terrorista de hace unos días en que dos jóvenes soldados del Ejército de Israel murieron, en el centro de Judea y Samaria también conocida como Cisjordania, reveló la unidad en el dolor de todo un pueblo.

En diversos medios fueron publicados los nombres como “el sargento primero Yuval Mor Yosef , de 20 años, y el sargento Yosef Cohen, de 19 años ambos pertenecientes a la Brigada Kfir” una unidad de soldados ultraortodoxos denominada anteriormente como Batallón Haredí.

En una reciente entrevista al padre del fallecido sargento Yosef Cohen, el rabino Eliahu Merav, manifestó su profundo dolor por la muerte de su querido hijo. El rabino habló a las cámaras con el rostro encajado de tristeza y haciendo algunas reflexiones que todos deberíamos meditar. El amor que una madre y un padre sienten por sus hijos, especialmente cuando lo pierden de forma trágica, no necesita explicación. El profundo dolor de los padres del sargento Yosef Cohen se tradujo en una experiencia compartida con todo Israel. Los estamentos militares y civiles se encontraron en el dolor, las lágrimas y la tristeza.

La unidad de todo un pueblo se ve reforzada en los momentos más difíciles de la vida como es en este caso uno de los muchos atentados terroristas, que lleva sufriendo la población de Israel. El dolor une, sensibiliza y nos permite entender lo frágiles que somos cada uno de nosotros. En el llanto nos abrazamos, nos comprendemos y nos hacemos uno con el otro. El rabino Eliahu Merav reflexionó en voz alta diciendo: ¿Por qué tenemos que encontrarnos en el duelo y el sufrimiento? ¿Por qué decimos somo hermanos en el dolor? Encontrémonos en la alegría también.

El amor al prójimo se manifiesta ciertamente en el dolor y en la alegría. Unos valores eternos, tal como los definió el rabino Merav, que nadie puede cambiar. En el conjunto de la sociedad israelí, como en el resto de las sociedades, el amor al prójimo es la máxima expresión de humanidad que nos ha otorgado el Cielo. Un amor entre iguales que nos hace llorar con el que llora y reír con el que ríe. Los conflictos entre grupos de diferentes ideas políticas, religiosas o incluso de carácter cultural lastran el espíritu de humanidad que debería prevalecer en todos nosotros. Nos identificamos en dolor, pero nos cuesta asumir el riesgo de comprendernos en la alegría.

En el tradicional brindis judío la expresión Lejaim se traduce por la vida. La alegría por la vida es un distintivo evidente del Pueblo de Israel. La alegría también se expresa con lágrimas, abrazos, risas y sonrisas. En la alegría nos identificamos con el otro y nos hacemos partícipes de sus momentos de felicidad ¿No sería también apropiado identificarnos y respetarnos en la alegría? El dolor ya sabemos que nos une, pero ¿Sabremos unirnos en la alegría? No es tan fácil como parece.

Todos creemos que nuestros conceptos políticos, religiosos y culturales son los mejores. Por lo general queremos que nos respeten en nuestra particular idiosincrasia, pero nos cuesta mucho respetar las ideas de los demás ¿No sería absolutamente necesario el respeto a las creencias de los demás? En el dolor de la muerte todos somos comprensivos, sensibles y humanitarios. Las diferencias se disipan en medio de las lágrimas ¿Cuándo nos identificaremos con los demás, aunque no piensen como nosotros? ¿Es una utopía? Al Cielo no le pareció así cuando nos mandó amar al prójimo en la alegría y en el dolor. Qué así sea y brindo por la alegría de la vida ¡Lejaim!

Por José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel

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