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Por Marcel Gascón

El pasado 14 de noviembre Donald Trump nombró embajadora de Estados Unidos en Pretoria a la judía de origen sudafricano Lana Marks. Cuando esta diseñadora de bolsos sin experiencia en la diplomacia llegue a su destino y pregunte por el consulado de Estados Unidos en Johannesburgo, alguien tendrá que mandarla a una dirección poco tranquilizadora para cualquier judío: Avenida Leila Jaled, nº 1.

De la posibilidad de este incidente cuanto menos curioso ha advertido este mes Howard Sacksteinen un artículo publicado en el South African Jewish Report. Si la polémica creada en torno a la decisión no hace dar marcha atrás a sus promotores, la actual Avenida Sandton de Johannesburgo, en cuyo nº 1 se encuentra el consulado estadounidense, llevará el nombre de una célebresecuestradora palestina de aviones.

La moción para cambiar el nombre de una de las principales avenidas del distrito de Sandton, también conocido por su pujanza como “la milla de oro del continente africano”, vino del único concejal del partido Yaamal, que aspira a representar a la minoría musulmana de la ciudad. En un primer momento, el concejal Thapelo Amad propuso llamar Avenida de la Ciudad de Ramala a la Sandton. Pero como el reglamento aconseja no utilizar nombres de lugares a la hora de modificar el callejero, esta iniciativa para mostrar solidaridad con la causa palestina fue desechada.

El punto muerto lo aprovecharon los concejales del partido revolucionario y nacionalista negroEconomic Freedom Fighters (EFF). ¿Por qué no dedicar esta vía emblemática del poder económico y financiero en el país a una enemiga jurada de Israel que participó activamente en una de las campañas de terror que más daño causaron en la psique de los judíos de todo el mundo? La liberal Alianza Democrática, que gobierna en minoría Johannesburgo con el apoyo del EFF, votó en contra de la propuesta. Pero con los votos a favor del EFF y del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que gobierna Sudáfrica desde 1994, el pleno aprobó que la Avenida Sandton pase a llamarse Leila Jaled.

¿Qué ha hecho Leila Jaled para merecer tan importante honor en un lugar ajeno a su biografía como Johannesburgo? Secuestrar en 1969 un avión civil estadounidense que viajaba de Roma a Tel Aviv con 120 pasajeros a bordo, y volver a hacer lo mismo un año después con un vuelo de El Al que viajaba de Ámsterdam a Nueva York.

El 29 de agosto de 1969 Jaled y un camarada del marxista-leninista Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), grupo fundador de la OLP, pensaban que el entonces embajador de Israel en Estados Unidos y futuro primer ministro de Israel, Isaac Rabin, viajaba a bordo del avión que secuestraron. Rabin no iba en ese vuelo, pero sí un diplomático estadounidense, a quienes los secuestradores mantuvieron seis días como rehén en Damasco después de desviar el avión a la capital Siria. Menos suerte aún tuvieron los seis pasajeros israelíes. Después de que Jaled y su cómplice pusieran fin al secuestro, las autoridades sirias detuvieron a los seis israelíes, que no fueron liberados hasta más de tres meses después. Esas mismas autoridades no detuvieron a los secuestradores, que volverían a la carga un año después.

El 6 de septiembre de 1970 Jaled y el sandinista estadounidense Patrick Argüello intentaron tomar el control de un vuelo de El Al que había despegado de Ámsterdam y debía aterrizar en Nueva York. Agentes de seguridad israelíes a bordo consiguieron reducir a los secuestradores. Argüello murió de un disparo de los agentes, que detuvieron a Jaled y la entregaron a la policía en Londres, donde el avión aterrizó de emergencia. Menos de un mes después, las autoridades británicas la soltaron a cambio de la liberación de los rehenes de otro secuestro aéreo. (El secuestro de este vuelo de El Al formaba parte de un acción coordinada de varios comandos del FPLP, que planeaban secuestrar simultáneamente cuatro aviones con destino Londres y Nueva York para desviarlos hasta un aeródromo jordano. Solo el comando de Jaled y Argüello fracasó en su objetivo).

Estas dos acciones, y una fotografía icónica de aquellos tiempos que muestra a una joven y atractiva Jaled sonriendo mientras empuña un fusil, hicieron de la primera mujer de la historia en secuestrar un avión un símbolo de la resistencia palestina. En 2015 Jaled visitó Sudáfrica, invitada por la poderosa filial sudafricana del movimiento antiisraelí BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones). Pese a las protestas de la comunidad judía sudafricana, el gobernante CNA la recibió con honores, y fue entrevistada por muchos medios como algo parecido a una heroína. En una entrevista con el diario The Star de Johannesburgo, Jaled (que nació en Haifa en 1944 y con la creación de Israel en 1948 hubo de marcharse con su familia al Líbano) insistió en defender el retorno de todos los refugiados palestinos, elogió a Castro y a Chávez y comparó al Estado Islámico con “lo que hicieron los sionistas en Palestina”.

La causa palestina es una de las prioridades, al menos retóricas, del CNA. Como antiguo movimiento de liberación apoyado por la URSS, el partido de gobierno en Sudáfrica comparte con la OLP y demás facciones palestinas el apoyo soviético y de otros agentes internacionales antioccidentales. Además, la Sudáfrica blanca del apartheid e Israel mantuvieron hasta la caída del régimen supremacista de Pretoria una estrecha cooperación en materia de defensa, y algunos ideólogos afrikáners miraban el proyecto sionista como ejemplo de supervivencia en un entorno regional e internacional hostil. Todo ello explica las simpatías del CNA por figuras como Jaled.

Por otra parte, las instituciones gobernadas por el CNA llevan a cabo periódicamente cambios en los nombres de las calles. A veces para eliminar del callejero a blancos responsables de políticas racistas contra la mayoría negra del país. Otras simplemente para que vacas sagradas del que es el movimiento de liberación más antiguo de África y sus aliados extranjeros pasen a dar nombre a espacios señeros de las ciudades del país. Es por ello que el CNA y sus hijos díscolos del EFF ponen Leila Jaled a la Avenida Sandton; pero incluso atendiendo esta lógica parece que el partido de gobierno ha ido esta vez demasiado lejos al permitir que sus concejales en la primera ciudad de Sudáfrica voten por honrar a alguien como Jaled en una de sus principales arterias.

En un momento en que la castigada economía sudafricana “busca desesperadamente inversiones de Estados Unidos y Europa”, ha escrito Sackstein en su artículo en el South African Jewish Report, “el cambio de nombre de la Avenida Sandton deja a Sudáfrica como un Estado revolucionario de pacotilla que no merece ser tratado seriamente” y vive inmerso en una visión del mundo propia de la Guerra Fría que ya solo comparte con países como Cuba y Venezuela.

Fuente: elmed.io©