El carácter judío de Jerusalén es innegable, pese a lo que la Unesco o el Comité del Patrimonio de la Humanidad aprueben en sus resoluciones. Su estatus jurídico final, según los Acuerdos de Oslo, se decidirá en negociaciones directas y bilaterales, y la Unesco no puede cambiar esa realidad –de hecho, así lo declara en la resolución de marras–.

Esta es la canción que todos los que estamos Unidos con Israel debemos escuchar, cantada por Ben Snof.

Si me olvidare de ti, oh Jerusalem,
pierda mi diestra su destreza.
Mi lengua se pegue a mi paladar,
si de ti no me acordare;
si no enalteciere a Jerusalem
como preferente asunto de mi alegría.


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