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El mercado está inundado de consejos acerca de cómo enriquecerse. Hay libros, artículos y por supuesto cientos de vídeos que tratan de convencerte que puedes hacerte rico si sabes en dónde invertir tu dinero; cómo diversificar tu portafolio, etc. O si no tienes dinero para invertir, te enseñan qué tienes que hacer para amasar una pequeña fortuna, fácil y rápidamente.

A diferencia de otras religiones cuyo ideal es la pobreza, en el judaísmo la riqueza no es vista como algo malo, siempre y cuando uno haya obtenido su dinero de una manera honesta. Pero los Jajamim acuñaron un concepto muy interesante, super moderno diría yo, que demuestra la relación inconsciente entre la riqueza y el pensamiento. Dijeron: אין עניות אלא מדעת , «la pobreza, en última instancia, es una condición mental». Si bien hay varias opiniones sobre la naturaleza de este enunciado, quisiera referirme a una explicación que es muy aplicable a nuestros tiempos modernos.

¿En qué consiste la riqueza? La riqueza no se mide por lo que uno tiene sino por lo que uno necesita. Independientemente de cuánto tenga, si yo necesito más de lo que tengo, soy una persona pobre. El nivel de mi pobreza (o de mi riqueza) es la diferencia entre lo que tengo y lo que siento que necesito tener. Cuanto más amplia esta brecha, más pobre soy y viceversa.

Nuestros rabinos nos enseñan que la pobreza puede ser un estado de autosugestión: el convencimiento de que no tengo todo lo que preciso. Que lo que poseo no me alcanza. No me satisface. Que necesito más. Mientras que la riqueza es el estado mental en el cual estoy en paz con lo que tengo. No necesito más de lo que ya poseo.

Lo voy a explicar con números. En las fracciones tenemos el numerador y el denominador. En «3 sobre 4» (3/4) «tres» es el numerador y «cuatro» es el denominador. En nuestro caso el numerador es «lo que tengo» y el denominador es «lo que pienso que necesito». A veces mi numerador, lo que tengo, puede ser muy alto, por ejemplo, «9». Pero ¿qué pasa si mi denominador, lo que yo deseo tener, es 10, o 15 o 50? Y a veces mi numerador es más bajo, digamos «3», pero mi denominador es también 3. ¿Quién es más rico, el que tiene 9 o el que tiene 3? Todo dependerá del denominador. El que tiene 3/3 es más rico que el que tiene 9/10, y mucho más rico que aquel que tiene 9/50.

Normalmente, en la sociedad de consumo la gente trata de aumentar su numerador para ser rico, y alcanzar el denominador «convencional». Pero cuando finalmente alcanzan el denominador, descubren que el denominador ha cambiado, se ha elevado. Estas personas, quizás sin saberlo, viven un permanentemente estado mental de «pobreza». Siempre «necesitan» y les falta algo más. No son conscientes de su gravísimo error: haber entregado el control de su denominador en las manos de la sociedad de consumo. Uno de los mejores ejemplos que puedo dar es el de un teléfono celular. Tengo un Samsung 5. Muy buen teléfono. Tiene todo lo que necesito y muchísimo más de lo que necesito. De pronto Samsung anuncia su último modelo: el Samsung «7». Y así, casi como por arte de magia, mi Samsung 5 me resulta ahora insuficiente… De pronto «necesito» (Samsung me convence de que necesito!) una cámara con mas megapixels, una pantalla 13 milímetros más grande que la que tengo y por supuesto el ahora imprescindible sensor de huellas digitales (¡¿cómo pude sobrevivir sin él?!). Tener el Samsung 5 y «necesitar» el Samsung 7 es la mejor ilustración de esa pobreza mental, absolutamente relativa, de 5/7 que me hace pensar que sólo cuando obtenga el Samsung 7, ¡voy a ser rico! (hasta que Samsung presente el modelo 8…).

De acuerdo a nuestros Sabios la clave para ser ricos de verdad es ser conscientes de nuestro denominador y tenerlo bajo nuestro control, y no bajo el control de la sociedad de consumo, como suele pasar.
El valor del denominador debe estar establecido por mis valores y mis principios religiosos, y ser independiente de la sociedad de consumo y del mundo de la publicidad.

Para dominar esta SEGULA y sentirse rico YA, repetiremos tantas veces como sea necesario: «Cuanto menos necesito, más rico soy. No tengo que tener lo que quiero, sino querer lo que tengo».

Por: Rabino Yosef Bitton, colaborador de Unidos con Israel

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