(Yonatan Sindel/Flash90) (Yonatan Sindel/Flash90)

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La semana pasada hablamos de una de las 5 tragedias que recordamos en el 9 de Ab: el día que la cuidad de Jerusalem fue arada. Adriano arrasó Jerusalem y fundó una nueva ciudad pagana, Aelia Capitolina, a través de una ceremonia conocida en latín como sulcus primigenius en la cual se delimitaba el perímetro de la nueva ciudad empleando un arado de bronce tirado por una yunta de bueyes blancos. Esta profanación deliberada de nuestra Ciudad Santa tuvo lugar en el 9 de Ab

Hoy comenzaremos a explicar la quinta tragedia que recordamos en Tisha beAb: la caída de la ciudad de Betar (en los antiguos libros Sefaradim que usamos para las quinot de Tishá beAb se llama a esta ciudad “Bitter”). Entendamos primero que la caída de Betar no fue un hecho aislado o una batalla menor. Fue la conclusión de una terrible guerra contra el imperio de Adriano que llevó 3 años y medio: la rebelión de Bar Kojbá. El resultado final de esta rebelión, que concluyó con la caída de Betar, fue desastroso: el 90% (sic.) de los habitantes de Yehudá fueron asesinados. Como veremos más adelante, este genocidio ha quedado grabado en nuestra memoria colectiva, ya que no sólo lo recordamos en Tishá beAb sino que a diferencia de otras tragedias, hacemos referencia al mismo todos los días, cuando decimos el Birkat haMazón.

Según algunos historiadores Jerusalem fur profanada en el año 130 y la Ciudad de Betar cayó en el 136. Hay quienes opinan, siguiendo textualmente la Mishná, que si bien los planes parea profanar Yerushalayim fueron en el 129, la ciudad fue arada luego de la caída de Betar. Una de las razones que los detalles de esta gran catástrofe nacional no son muy conocidos es que hay muy poco material escrito en nuestras fuentes Talmúdicas sobre este tema, calculo que un poco más de una docena de referencias. Lo que sí encontramos en el Talmud y los Midrashim es cientos de historias, algunas explícitas y otras indirectas, que describen las persecuciones que sufrimos los Yehudim, el asesinato de nuestros Sabios, la ejecución de los 10 mártires, y muchas otras tragedias ocurridas en los tiempos de Adriano, que murió en el 138.

GEZEROT HASHMAD
Adriano comenzó en el año 129 su batalla religiosa contra los judíos. Su decreto para prohibir la circuncisión, bajo la pena de muerte, y la transformación de Jerusalem en una colonia romana idolatra fue sólo el comienzo. Adriano penalizó con la pena de muerte el estudio de la Torá en público, ya que consideraba la Torá como un código de ley no reconocido por el imperio romano. Prohibió la práctica del Shabbat, ya que los romanos veían al Shabbat como un día de ocio injustificado, y en el imperio todos debían trabajar para maximizar la recaudación de impuestos, en beneficio del emperador También prohibió la lectura de Meguilat Ester y el encendido de las velas de Janucá, esas historias judías eran irrelevantes para el patrimonio cultural romano. Prohibió otras leyes rituales como el uso del Mikvé, el Tefiilin, el Talit y la Mezuzá.

En todo esto Adriano se excedió más que ningún otro tirano hasta ese momento, incluyendo al infame Antiojus Epifanes , el gobernante griego que murió en el 164 aec. A estas leyes anti-religiosas se las conoce en hebreo como “guezerot hashmad” o “guezerot adrianus” , los decretos que intentaban la eliminación del judaísmo y del pueblo judío, lo cual era el ultimo objetivo de Adriano.

Para comprender un poco más en profundidad los decretos anti-judíos de Adriano hay que recordar que este emperador era un apasionado admirador de la cultura griega: la arquitectura griega, la filosofía, la religión y hasta la estética helénica. Adriano, por ejemplo, fue el primer emperador que se dejó la barba, al estilo griego (ver aquí ). A diferencia del emperador romano anterior, Trajano, que reinó desde el año 98 hasta el año 117 de la era común, Adriano no pretendía conquistar más territorios para Roma. Pero sí quería imponer una hegemonía cultural y religiosa: que todos los ciudadanos de Roma, y esto incluía a la población judía de la provincia romana “Judea”, siguieran las mismas leyes y tradiciones, y obedecieran únicamente al emperador.

Para los judíos renunciar a la Torá significa una asimilación colectiva, es decir, un suicidio nacional. Es por eso que a partir del año 130 los judíos comenzaron a organizar una audaz, valiente y muy arriesgada rebelión contra el Imperio Romano. Esta rebelión estaba encabezada por Shimón Bar Kosiba (שמעון בן כוסיבא ), conocido luego por su “nombre de batalla”, Bar Kojbá.

Durante dos años, entre el año 130 y 132, Bar Kojbá organizó en secreto toda la logística y la estrategia de la rebelión. La Guemará nos cuenta por ejemplo, que Bar Kojbá reclutó 400,000 guerreros, que habían sido adiestrados en la lucha y en la resistencia física. Entre otras pruebas que tenían que pasar para sumarse al ejercito de Bar Kojbá, los hombres debían ser tan fuertes como para arrancar a la carrera un árbol de raíz.

Continuará…..

Por: Rabino Yosef Bitton