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En la Parashá de la semana pasada, vimos la frustración de Moshé Rabbenu tras los malos resultados de su misión ante el Faraón. Moshé le habló al Faraón, en el nombre de Dios, y le pidió que liberara al pueblo judío, pero su misión fracasó totalmente.

Por: Rabino Yosef Bitton

Es más: fue contraproducente. El Faraón no solo que no liberó a los esclavos hebreos, sino que los hizo trabajar más duro y en condiciones inhumanas. Los campos de trabajo se transformaron así en campos de concentración, donde el trabajo era un medio para exterminar a los judíos. Y para empeorar las cosas, el pueblo judío culpó a Moshé por su situación desesperada. HaShem le dice a Moshe que tenga paciencia y que no se desespere. Y le explicó que el proceso de redención de los judíos se va a dar poco a poco. A veces, entre un paso y otro paso para adelante, hay un pequeño paso para atrás.

Nuestra Parashá comienza con la reasignación de Moshé como líder del pueblo hebreo. Si observamos con atención estos versículos (pesuqim) veremos que la misión de Moshé ahora se describe de una manera mucho más completa y elaborada. Hasta ahora, el objetivo declarado era liberar a los judíos de su terrible esclavitud. En la Parasha de esta semana, sin embargo, vemos que ese fue solo el primer paso. HaShem le revela a Moshé la continuación del plan Divino. En Shemot 6:7, HaShem dice: “Los liberaré, los salvaré, los rescataré y los tomaré como Mi pueblo (elegido), y Yo seré tu Dios”. Esta es la primera vez que HaShem revela la intención final de Su plan: elegir un pueblo. Y ese privilegio recaerá sobre los descendientes de Abraham, Yitzchaq y Ya’aqob. Ahora Moshe entiende mucho mejor el plan Divino. No se trata simplemente de salvar al pueblo de su inminente exterminio. Los Hijos de Israel tendrán una misión crítica y fundamental en el mundo. Pasando de un extremo a otro: de ser esclavos a ser el pueblo que representa al Creador del mundo .

Dos ideas se expresan en esta declaración de Dios: hatsalá o salvación del pueblo, y bejirá : la transformación de Israel en el pueblo elegido por Dios. Hatsalá en este contexto, significa que HaShem salvará y liberará a los esclavos de su cautiverio y los llevará a la tierra de Israel. Pero el objetivo final de esa liberación física es convertirse en el Pueblo elegido por Dios. Ser elegido no consiste en tener más derechos. Todo lo contrario. Al aceptar la Torá nos hemos comprometido a una larga serie de obligaciones que regulan nuestra conducta. En el proceso de «hatsala», salvación de Egipto, fuimos pasivos. HaShem fue Quien nos rescató y quien luchó por nosotros. Pero en la «bejira», el proceso de transformarnos en Pueblo de HaShem, somos sus socios activos: Dios nos dará la Torá, y nos comprometeremos a estudiarla y observarla. En otras palabras, nos encargaremos de conducir nuestras vidas y nuestra nación como el pueblo escogido por Dios.

Hoy tenemos de nuevo nuestro Estado de Israel. HaShem nos ayudó a recuperar la tierra de Abraham, Isaac y Ya’aqob y comenzamos a regresar a ella. Rescató a los sobrevivientes de la Shoah y nos dio un país donde podemos vivir libres de persecución. Pero llegar a Israel es solo la primera parte de esta ecuación. Es la salvación física. Una vez en Israel, Am Israel tiene que comportarse como el Pueblo de HaShem. Transformarnos en pueblo de HaShem depende exclusivamente de nosotros.

Baruch HaShem, estamos siendo testigos de que hoy esto sucede a gran escala . Am Israel, especialmente nuestra juventud, está volviendo a sus raíces judías. Tienen sed de saber y aprender más sobre el judaísmo. Hoy, el pueblo judío está estudiando Torá más que en cualquier otro momento de la historia de nuestra nación. Por supuesto, también hay frustraciones, tropiezos e incluso contratiempos. Pero no olvidemos que la redención fue un proceso paso a paso en Egipto.

Nuestros rabinos comparan el proceso de la redención final con la apertura delicada y gradual de una flor. Así como el despliegue de los pétalos es tan lento que es imperceptible para el ojo humano, también lo es el progreso de nuestro camino hacia la redención. El camino es sutil y lleno de matices. Pero siempre se va progresando. La redención es un esfuerzo colectivo, una asociación entre las acciones del hombre y la voluntad Divina. El resurgimiento de la observancia y la tradición judía en Israel es un testimonio de esto, una flor que está floreciendo lentamente ante nuestros ojos.

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