La ONU, escrito está, es un oscuro nido de serpientes venenosas aletargadas por la masiva ingesta de víctimas, de todo el orbe internacional.
Un organismo que se alimenta de odio contra Israel, los judíos y sus muchos amigos. El principal aliado y amigo de Israel es Estados Unidos, eso queda fuera de toda duda, que se ha enfrentado a áspides con rigor, moralidad y valentía. Áspides que viven sobre todo en las cavernas del antisemitismo en Europa.
La convivencia con serpientes venenosas no es nada fácil, pero en el seno de la ONU están encantados con su presencia. Un tétrico lugar donde las cuidan, alimentan e incitan a que inoculen su veneno contra los judíos en particular y contra todos los amigos de Israel en general. En una especie de manifestación del Día del Orgullo Áspid la inmensa mayoría de las naciones, que acogen en sus fronteras a esta clase de reptiles, aprobaron una venenosa resolución de condena a Estados Unidos por su reconocimiento de Jerusalem, como Capital de Israel.
La envenenada resolución no se limita a condenar a la Administración Norteamericana, sino que incita a todos los países del mundo, a no trasladar sus embajadas a Jerusalem. La producción de veneno antisemita en la ONU está directamente relacionada con la cantidad de serpientes que se mueven, con total impunidad, entre sus numerosos nidos más conocidos como salas de reuniones y oficinas administrativas.
La incitación al odio, resolución términos ONU, fue secundada por “128 de los 193 estados miembro de la ONU que votaron a favor de la iniciativa, entre ellos España. Nueve países lo hicieron en contra, incluidos Estados Unidos e Israel, mientras que 35 optaron por abstenerse”. La abstención de algunos países europeos ha supuesto la ruptura de acción, en la política exterior de Europa. Un enfrentamiento de Europa con Estados Unidos e Israel, que traerá cambios de relación entre estas potencias. Una relación que también afectará a los países, que incitan al odio antisemita y antinorteamericano, en el resto del mundo.
La Embajadora de Estados Unidos en la ONU ya avisó con anterioridad que la votación contra la Administración Norteamericana tendría consecuencias a corto, medio y largo plazo. La Embajador Nikki Haley también subrayó el hecho llamativo, aunque algunos lo ignoren, que 65 países se negaron a condenar a Estados Unidos. En este conteo se suman los países que votaron en contra, los que se abstuvieron y los que se ausentaron, de la ponzoñosa votación. Un Nuevo Orden, del que muchos hablan, ahora sí acaba de empezar para la comunidad internacional. Las relaciones entre países se verán afectadas por la dañina, venenosa y absurda resolución, contra Estados Unidos, Israel y su Capital Indivisible Jerusalem.
El asunto no es baladí, la historia está escrita en los Cielos y la votación de la ONU supone un enfrentamiento histórico contra Israel y Estados Unidos. Un enfrentamiento en primer lugar contra el mismo Cielo, de consecuencias imprevisibles. Los incrédulos, descreídos, agnósticos, ateos, y demás corrientes de pensamiento humanista, tal vez no alcancen a ver la trascendencia, de este acontecimiento mundial. La historia no puede ser reescrita. La Capital de Israel es y será por la eternidad Jerusalem. Los que han tomado el antídoto contra el venenoso antisemitismo agradezcan al Cielo ser parte de aquellos que serán bendecidos por bendecir a Israel. Los agradecidos, mientras tanto, hagan Hasbará explicando, iluminando y fomentando la buena imagen de Israel y Estados Unidos, en sus respectivos países.
Israel tiene en su historia una gran experiencia en el enfrentamiento contra esta clase de mal ya que el Cielo le “hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes venenosas y de escorpiones; que en una tierra de sed y sin agua te sacó agua de la roca del pedernal”. El Cielo está con Israel y su Capital Jerusalem. La próxima votación en la ONU contra Israel no cosechará tantos apoyos si nosotros, como Amigos de Israel, hacemos nuestra parte hablando, escribiendo, publicando y denunciando toda injusticia contra Israel.
Los amigos de Israel estaremos al lado del Pueblo Elegido, aunque también tengamos que enfrentarnos con un oscuro nido de serpientes y escorpiones.
Por José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel