En el mundo cristiano los amigos de Israel son muchos, pero aun así no alcanzan a cambiar la opinión de sus propios correligionarios respecto a los judíos en general.
Una cosa es el concepto Israel y otra los sentimientos que genera entre los cristianos la palabra judío. El día en que ambos conceptos se asimilen de forma positiva, como uno solo, empezarán a cambiar las actitudes y los hechos de muchos que se definen como cristianos.
No es una crítica absoluta la opinión que expreso, quede claro a los lectores, sino una sensación corroborada y experimentada por los años que cargo sobre mis espaldas. Los cristianos tienen como máxima la enseñanza de la Torá de “amar al prójimo” pero parece que no es aplicable a los judíos por muy próximos que estén. Las comunidades judías en los diferentes países cristianos dónde son toleradas, no confundir con aceptadas, soportan una presión religiosa y cultural en su contra por parte de otros muchos cristianos.
Los cristianos a lo largo de su historia, salvando honrosas excepciones, se han encargado de acentuar las diferencias entre judíos y cristianos. La siembra de odio hacia los judíos no se combate cambiando de semilla, sino cambiando la tierra del corazón que la recibe. La historia bíblica nos demuestra, que la semilla buena solo produce si es sembrada en buena tierra. Los mensajes de amistad y solidaridad con Israel, a modo de buena semilla, no sirven para cambiar el corazón de aquellos que siguen “a Dios rogando y con el mazo dando” como reza el conocido refrán. La semilla es buena pero la tierra está agotada por los muchos siglos de siembra intensiva, que ha dejado el terreno baldío e inhóspito.
Las manifestaciones de solidaridad con Israel tienen también una parte de folklore religioso que trata de llamar la atención, más que sobre Israel, sobre uno mismo. Las grandes asociaciones y denominaciones cristianas combaten entre ellas, por ganar adeptos, manifestando su amor por Israel y los judíos. La moda de parecer judío sin serlo no hace bien a nadie, ni a judíos, ni a cristianos. Los atuendos religiosos identificativos del Judaísmo son usados, por algunos cristianos, como una especie de disfraz para llamar la atención. No es menos cierto que muchos cristianos quieren convertir a los judíos y exhibirlos como una especie de trofeo religioso, que acredite su capacidad como cazador de inconversos.
El esfuerzo de los amigos cristianos de Israel es loable, positivo y esperanzador, pero tal esfuerzo debería enfocarse en convencer a sus propios amigos cristianos de cambiar su visión sobre Israel y los judíos en general. En la práctica bíblica no es tanto Israel quién necesita amigos cristianos, sino los cristianos los que necesitan a Israel. La bendición del Cielo no es porque Israel ame a sus amigos, que también, sino porque los amigos de Israel aman al Pueblo de Israel. La sentencia bíblica “Bendeciré a los que te bendicen y maldeciré a los que te maldicen” debe ser la Buena Semilla que sea sembrada, en la buena tierra del corazón de los cristianos sensibles a los padecimientos históricos de Israel ¡Qué el Cielo los bendiga y los guarde!
Por: José Ignacio Rodríguez, colaborador de Unidos con Israel