El ataque contra la embajada estadounidense en Bagdad fue la última de una serie de provocaciones iraníes en la región. En octubre fue derribado un dron estadounidense en el Golfo Pérsico, y se han registrado ataques contra campos petrolíferos saudíes y contra petroleros que navegaban por aguas de Omán.
Por Edy Cohen
La respuesta estadounidense a estas provocaciones ha tardado en llegar, pero cuando lo ha hecho ha sido particularmente dura.
El asesinato selectivo, el pasado día 3, del jefe de la Fuerza Quds, Qasem Soleimani, así como de Abu Mahdí al Mohandis, uno de los capos de la milicia iraquí proiraní Kataib Hezbolá, fue un duro golpe para el régimen iraní. Soleimani no sólo era el comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, también era como un hijo para el Líder Supremo de la República Islámica, Alí Jamenei. Soleimani tenía gran poder y autoridad en Irán; sólo estaba por debajo del propio Jamenei.
En contraste con la gran consternación expresada en el mundo occidental, la muerte de Soleimani provocó sonoras expresiones de gozo y júbilo en el mundo árabe, en especial en Irak, el Golfo Pérsico y partes de Siria y el Líbano. La gente bailó en las calles, repartió dulces y compró tartas para celebrar la muerte del hombre que fue, a todos los efectos, el largo brazo del régimen revolucionario iraní.
En el último decenio, Soleimani se encargó de ejecutar las políticas subversivas y expansionistas de Teherán en toda la región. Creó y armó milicias chiíes en varios países árabes, a las que adoctrinó para que se sometieran a Irán en vez de a sus propios países (es decir, para que cometieran traición). Hizo el trabajo sucio para el régimen, y en consecuencia fue vilipendiado por musulmanes de todo el mundo árabe.
Soleimani cooperó estrechamente con la libanesa Hezbolá durante la guerra civil siria, en la que involucró a mercenarios chiíes reclutados en Afganistán. Los musulmanes suníes lo consideraban un personaje extremadamente cruel: le culpaban de la muerte de más de medio millón de sirios y de la conversión de millones en refugiados.
Ahora bien, en un rincón del Oriente Medio suní no se están regocijando con la muerte de Soleimani. Una vez más, los árabes palestinos se sitúan en el lado equivocado de la Historia.
De la misma manera que durante la Segunda Guerra Mundial el liderazgo árabe palestino colaboró con los nazis, hoy muchos palestinos se identifican con el régimen iraní. En la Margen Occidental, la Autoridad Palestina, encabezada por Mahmud Abás, está rindiendo honores póstumos a Soleimani y condenando la acción de Washington en su contra. En Gaza se ha habilitado un espacio para que miembros de todas las facciones palestinas pueden presentar sus respetos al jefe de la Fuerza Quds asesinado. El líder de Hamás, Ismaíl Haniyeh, pronunció un fogoso discurso en la procesión fúnebre de Soleimani celebrada en Teherán, mientras que su organización terrorista hizo público este comunicado:
Soleimani fue uno de los comandantes militares iraníes más destacados y desempeñó un importante papel en el apoyo a la lucha de los palestinos. Condenamos los crímenes estadounidenses en curso, que están extendiendo la tensión en la región al servicio del enemigo israelí.
El mundo árabe ha tomado nota de esta respuesta y está expresando su desagrado. Las redes sociales se han llenado de musulmanes airados ante los elogios de los palestinos a Soleimani. El capo iraní fue responsable de la muerte de muchos de los suyos, y son legión los árabes que se preguntan por qué los palestinos tienen tan mala memoria. También rechazan el apoyo palestino a Irán, habida cuenta de los problemas que Teherán ha causado en el resto del mundo árabe.
La situación de los palestinos hoy es similar a la que se dio durante la primera Guerra del Golfo, cuando Yaser Arafat era casi el único líder árabe que apoyaba públicamente a Sadam Husein. La solidaridad palestina con Irán está causando aún más enfado en Arabia Saudí y los países del Golfo, que sufren las constantes injerencias y amenazas iraníes. ¿Acaso es de extrañar que la causa palestina esté perdiendo apoyo en los países árabes?
© Versión original (en inglés): BESA Center
© Versión en español: Revista El Medio