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Recién me acabo de dar cuenta de un detalle de color, que no sé si es mera casualidad o una intención de los asesores de Trump de enviar una señal llena de simbolismo.

Ana Jerozolimski, Directora Semanario Hebreo Jai

El así llamado “plan del siglo”-cuyo título formal es “Peace to prosperity”- tiene 181 páginas, el mismo número de la resolución adoptada el 29 de noviembre de 1947 por la Asamblea General de la ONU, que recomendaba la Partición de la Palestina del Mandato Británico en un Estado judío y otro árabe. El liderazgo sionista lo aceptó y los árabes lo rechazaron. Si bien había habido antes otros planes, que los árabes también habían rechazado, el de 1947, o sea aquella resolución 181, es considerado un hito especial dado que fue gracias a esa votación en la ONU que se pudo declarar la independencia de Israel.

Escribo estas líneas horas después de la reunión urgente de la Liga Árabe en El Cairo en la que adoptando la postura terminante del Presidente palestino Mahmud Abbas, este foro regional rechazó el plan de Trump.

Sinceramente, escuchar el discurso de Abbas, más que enojo nos inspiró pena. Por el “no” constante que no permite avanzar hacia una solución, por esa visión obtusa del todo o nada, por esa actitud que claro que influye también sobre Israel, pero que más que nada, estanca a los propios palestinos en una encrucijada de la que no pueden salir.

Los palestinos necesitan un Ben Gurion, un líder que sepa mirar hacia adelante, que sepa ser pragmático por el bien de su pueblo, tal como lo fue en 1947, cuando el Estado que se ofrecía a los judíos era mucho menor que sus aspiraciones. Ben Gurion comprendió que si no acepta lo que ofrecía la ONU, se corría el riesgo de no tener otra oportunidad. El liderazgo sionista aceptó, y pudo fundarse el Estado de Israel.

Los palestinos siempre rechazan, creyendo que las propuestas posteriores serán mejores, tal cual sucedió varias veces, hasta que cambió el rumbo de la historia y ahora están en problemas.

En la reunión en El Cairo, el Presidente Abbas mostró a los presentes una serie de mapas. Para quien no conoce la historia y sólo compara las zonas marcadas en verde, correspondientes a “Palestina”, según dice, es natural que la reacción sea de estupor . ¿Tanto se fue reduciendo el territorio palestino? ¿Tanto le quitó Israel? Esa es la lectura que los palestinos lograron transmitir al mundo, inventando una verdad alternativa a la realidad.

Una imagen vale más que mil palabras, afirma el conocido dicho popular. Pues bien, a veces las imágenes, si son mal manipuladas, mienten.

En la secuencia de mapas mostradas por Abbas, aparece primero el mapa con “el 100% de Palestina” (recordemos que en realidad, Palestina incluía mucho más, pero ya fue dividida en 1921 cuando los británicos separaron parte para crear el Reino deTransjordania). Luego, al mostrar el mapa de la propuesta de 1947 que fue rechazada, dice 44%, o sea que el territorio sugerido para el Estado árabe, palestino, sería ese porcentaje del 100%mostrado en el primer mapa. Tercera etapa: el 22%  (que los palestinos mencionan asiduamente) que les quedó tras la creación de Israel, hasta la guerra de los Seis Días en 1967, o sea supuestamente, Cisjordania y la Franja de Gaza. Y finalmente, la propuesta actual (aunque el mapa que mostró es incompleto), que constituye, dice,sólo el 15% de Palestina.

Lo que Abbas hizo este sábado y los palestinos suelen hacer muy a menudo al decir que “del 22% de Palestina que aceptamos, lo cual ya fue una gran concesión, ahora quieren que nos quedemos con menos aún”, es deformar la historia. Dar a entender algo que no es cierto porque está basado en una distorsión.

El tema clave de fondo aquí es explicar que cuando se habla del mapa de Palestina, la referencia no es en absoluto a un Estado palestino, que jamás existió. Era el territorio gobernado por el Mandato Británico , que jamás había sido una entidad independiente de los árabes palestinos. Nunca. Diferentes potencias extranjeras habían ocupado la zona…el imperio Otomano estuvo 400 años y luego el Mandato Británico en la Palestina histórica, un nombre que no tiene relación ninguna con los árabes.

Es cierto que el primer mapa en verde era llamado en su totalidad Palestina, pero no era de los palestinos, que nunca habían buscado siquiera la independencia.

El segundo mapa, de la partición de 1947, claro que destinaba al Estado árabe sólo parte del territorio. El problema central es que los árabes todos se  opusieron porque no querían que se establezca un Estado judío en ninguna parte del terreno. El territorio palestino se fue reduciendo, pero no porque hayan tenido algo en la mano y los judíos se lo sacaran sino porque nunca aceptaron ser los soberanos en la tierra que se les ofrecía, esperando que más adelante se les ofrezca más. Y así se llegó al último mapa, producto del enfoque de una administración norteamericana dispuesta a cambiar el paradigma, a cantar algunas verdades respecto a la historia del conflicto israelo palestino, distintas de las que los palestinos han intentado fijar durante décadas como única verdad.

Las críticas a Trump por muchas de sus actitudes en los últimos años y por su estilo en general, no hacen perder de vista que el plan que lleva su nombre, comprende la narrativa de Israel en el conflicto y no abraza mentiras históricas sobre cómo se ha llegado al punto actual.

Esto no apunta ni a dar loas al plan, que tiene muchos problemas, ni a abrazar el planteamiento del plan hecho por Netanyahu y la derecha israelí, que quisieran anexar ya territorios a Israel, no como parte de un paquete que incluya la creación de un Estado palestino. Pero sí apunta a que se conozca la verdad histórica. Los hechos ocurrieron de un modo y no de otro. Por más impactantes que sean los mapas, no pueden ocultar la verdad.

Yo quisiera que surja un David Ben Gurion palestino para que le haga ver eso a su propio pueblo. Para que al fin, realmente, tengan un Estado soberano, que viva en paz con Israel.