El Gobierno de Barack Obama permitió que el Consejo de Seguridad de la ONU condene los asentamientos israelíes, desoyendo al presidente electo de EE.UU., Donald Trump, quien trató sin éxito de frenar la resolución.
Rompiendo con su postura tradicional, Estados Unidos renunció a vetar este texto crítico con Israel y se abstuvo, mientras que los otros catorce miembros del Consejo votaron a favor.
La aprobación de la resolución 2334 puso punto final a cerca de 48 horas de frenética actividad diplomática, en las que Trump entró de lleno en la esfera internacional sin esperar a asumir oficialmente la Presidencia.
La secuencia se desencadenó en la noche del miércoles, cuando Egipto solicitó al Consejo de Seguridad votar al día siguiente el texto que había preparado tras meses de consultas con otros países.
Inmediatamente, Israel comenzó a hacer gestiones y demandó a EE.UU., su gran aliado en la ONU, que usara su capacidad de veto para frenar la condena, un llamamiento al que se sumó públicamente Trump, quien por ahora se ha alineado con el primer ministro, Biniamín Netanyahu, en todo lo que respecta al conflicto de Oriente Medio.
El magnate neoyorquino presionó al Gobierno egipcio y, tras una conversación telefónica con el presidente Abdelfatah al Sisi, logró que diera marcha atrás.
Egipto pidió posponer el voto y, por unas horas, pareció que la iniciativa podía quedar finalmente en nada.
Sin embargo, cuatro miembros no permanentes del Consejo de Seguridad -Venezuela, Nueva Zelanda, Malasia y Senegal- retomaron el documento y forzaron su voto.
Según fuentes diplomáticas, EE.UU. se había mostrado en privado dispuesto a permitir la aprobación de la resolución, una oportunidad que se desvanecería a partir del 20 de enero, cuando Trump se haga cargo de la Casa Blanca.
El movimiento es un punto importante en el legado de Obama, que en los últimos meses había endurecido el tono contra los asentamientos en medio de una tensa relación con Netanyahu.
Numerosos países señalaron el carácter histórico de la resolución, una sensación que confirmó la ovación con la que se recibió su aprobación en una sala en la que la norma es no aplaudir.
El texto exige a Israel el cese de su política de asentamientos en “territorios palestinos”, incluyendo en ellos a Jerusalén oriental, e insiste en que la solución al conflicto pasa por la creación de un Estado palestino que conviva junto a Israel.
Esa vía, sin embargo, está en peligro por la expansión de los asentamientos, que está llevando a una “realidad de un Estado”, señala el texto.
Según la resolución, los asentamientos “constituyen una flagrante violación de la ley internacional y un gran obstáculo para conseguir una solución de dos Estados, así como una paz, justa, duradera y completa”.
Aunque parece poco probable que el texto provoque cambios sobre el terreno, la condena a Israel tiene un fuerte carácter simbólico y ha enfurecido a las autoridades del país.
“Israel rechaza esta resolución en la ONU vergonzosa y anti-israelí y no va a cumplir sus términos”, aseguró Netanyahu, quien acusó al Gobierno de Obama de haber impulsado el movimiento “entre bastidores”.
Estados Unidos, mientras tanto, argumentó que la resolución no hace más que reafirmar una postura que mantiene con firmeza desde hace mucho tiempo y que comparte la práctica totalidad de la comunidad internacional.
“Estados Unidos ha estado trasladando el mensaje de que los asentamientos deben acabarse, en público y en privado, durante casi cinco décadas”, dijo la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power.
Power arguyó que esa oposición a los asentamientos israelíes la han compartido presidentes demócratas y republicanos y no supone un ataque a Israel.
La Administración de Obama había vetado en 2011 un texto muy parecido, algo que la embajadora defendió asegurando que aquel proyecto se centraba únicamente en los asentamientos y no era equilibrado.
“No habríamos dejado pasar esta resolución si no hubiese abordado acciones contraproducentes de los palestinos, como la incitación y la violencia”, aseguró sobre el voto de hoy.
La resolución es la primera que aprueba el Consejo de Seguridad sobre el conflicto israelí-palestino desde el año 2009 y llega en un momento en el que el proceso de paz parece totalmente bloqueado.
Tras largas negociaciones, su aprobación se aceleró entre otras cosas por el proyecto de ley que está tramitando el Parlamento israelí (Knéset) para legalizar retroactivamente asentamientos judíos erigidos sobre terrenos privados palestinos de Cisjordania.
Fuente: EFE y Aurora