Por: Ana Jerozolimski, Directora Semanario Hebreo Jai
Biniamin Netanyahu será el próximo Primer Ministro de Israel. Y dentro de pocos meses, batirá el record de David Ben Gurion como jefe del Ejecutivo.
El Presidente del Estado Reuven Rivlin aún no le ha encomendado formalmente la misión de formar coalición de gobierno, pero está claro que eso es lo que hará en los próximos días. Es que de acuerdo al sistema político israelí, el Presidente se reúne primero con los representantes de los partidos electos, escucha a quién cada uno recomienda se encargue la formación del gobierno y de acuerdo al resumen numérico de las recomendaciones recibidas, procede.
Dado que el clarísimo cuadro de la Kneset electa-la vigésimo primera desde la creación de Israel- con una amplia mayoría de 65 diputados de un total de 120 en partidos de derecha y ultraortodoxos, es indudable que el Presidente encomendará a Netanyahu-y no a su adversario Beni Gantz de “Kajol Lavan” la tarea de formar coalición.
Puede haber aún algún pequeño cambio al finalizarse el escrutinio y llegar los votos que vienen en sobre dobles, muy especialmente los de los soldados, pero el cuadro general es irreversible.
Netanyahu ha vuelto a demostrar su gran destreza política. La campaña electoral la manejó él y evidentemente, lo hizo-desde el punto de vista de sus intereses-de modo magistral.
No menos destacable es el impresionante logro de Beni Gantz al frente de “Kajol Lavan”. Aterrizó en la política israelí hace tan solo dos meses y logró la hazaña de igualar la cantidad de escaños del partido Likud de gobierno. Habiéndose escrutado el 97 % de los votos, el resultado es que tanto el partido de Gantz como el Likud recibieron 35 escaños.
Aunque Gantz no será el Primer Ministro, hay un mensaje en su impresionante logro electoral. Bastante más de un millón de israelíes lo votaron. Esa gente pedía un cambio. Pues en democracia, la mayoría determina y los ganadores lo son, legítimamente. Pero en democracia también se respeta a la minoría. Eso no significa que se le tenga que dar ningún papel en el gobierno. Claro está que se irá a la oposición. Pero Netanyahu debe traducir en una actitud apropiada, lo que dijo en su discurso de victoria: “Seré el Primer Ministro de todos. De los que me votaron y los que no. De los judíos y los que no lo son, porque este es el país de todos”. Un buen mensaje, distinto de su tono divisivo en la campaña. Este tono debe regir su acción de gobierno también cuando comience a funcionar la nueva coalición.
Otro punto que ineludiblemente debe ser destacado es la estrepitosa caída de Avodá, el partido laborista. Cuesta captar cabalmente la envergadura del golpe que sufrió. El partido que en gran medida se puede decir que creó al Estado de Israel, pasó a tener solamente 6 de los 120 escaños del Parlamento. En la Kneset saliente tenía 24. Y Meretz, que en sus momentos más gloriosos tuvo 12 escaños, tendrá 5. Esto significa que la izquierda y el centro izquierda sionista-ambos partidos juntos- tendrán menos del 10% del nuevo Parlamento de Israel.
Me atrevo a estimar que también entre quienes no están de ese lado del espectro político israelí, debe haber quienes consideren que en este sentido, este resultado es triste.
Cabe preguntarse, claro está, por qué. Qué sucedió como para que la izquierda sionista baje tanto. Más allá de errores que pueden haber sido cometidos a lo largo de los últimos años-y está claro que si el laborismo bajó de 24 a 6 es porque no irradió que merece ser una buena alternativa-, siempre creímos que gran parte de la explicación del hecho que la ciudadanía israelí se ha ido moviendo hacia posiciones más conservadoras, radica en la actitud de los palestinos.
El reiterado rechazo de todas las propuestas que les fueron presentadas, tanto por gobiernos laboristas como más conservadores, fueron rechazadas. El discurso público es de apoyo al terrorismo y la visión de los asesinos de civiles o soldados como héroes cuyo camino debe ser emulado. El israelí promedio lo ve, lo oye, y su reacción no es pensar “demos más para acercarlos”, sino “basta ya, no tenemos con quién hablar”.
El destacado analista político israelí Yaron Dekel compartió hoy su visión de los resultados y expectativas en la situación actual, con un grupo de periodistas, en el que estábamos incluidos. Sobre el tema de la gran caída de la izquierda comentó que a su criterio, a raíz de la retirada israelí de Gush Katif en la Franja de Gaza en setiembre del 2005, a pesar de la cual no sólo no se detuvo sino que se intensificó el disparo de cohetes hacia territorio israelí, se quebró la fe de muchos en la fórmula “territorios por paz”. “Aquella retirada marcó un claro movimiento del público israelí hacia la derecha”, resumió.
La gran pregunta es ¿y ahora qué?
Estimamos que más de lo mismo, no grandes revoluciones. El gobierno de Netanyahu será probablemente muy similar al que acaba de terminar sus funciones. Cabe poner atención al hecho que aunque el bloque de derecha es mayor que antes, el elemento central en la próxima coalición es el propio partido Likud con 35 escaños frente a socios de no más de 8 y casi todos menos que eso.
Al haber terminado la campaña electoral, es probable que se calme el tono a menudo incitador de parte de Netanyahu contra la oposición, y se pase a la legítima discusión política entre gobierno y oposición.
“Netanyahu ha sido siempre un Primer Ministro cauteloso, inclusive desde un punto de vista militar”, opina nuestro colega Yaron Dekel .”Considero que eso va a seguir .Inclusive en lo relativo a su promesa en los últimos tiempos de la campaña, de anexar parte de Judea y Samaria. Si no lo hizo 13 años, no creo que lo vaya a hacer ahora”.
Netanyahu puede formar una coalición estable y duradera. Lo que le amenaza en el horizonte en los próximos meses, es la audiencia especial con el Fiscal del Estado, tras la cual éste decidirá definitivamente si lo imputa o no. Si a raíz de esa audiencia se resuelve, por ejemplo, quitar el cargo de “soborno”, quizás Netanyahu podría llegar a un arreglo con la Fiscalía en cuyo marco se cierre su caso a cambio de que deje el poder.
Pero estamos especulando. Faltan aún unos meses.
Lo seguro, sí, es que el tema de la imputación no desaparecerá. Le espera a Netanyahu en unos meses. Eso podría crear un nuevo escenario en el cual el Likud tenga que elegir a su sucesor. Eso ya sería otro terremoto en la política israelí.
La verdad…conociendo la dinámica intensa de Israel ¿acaso alguien pensaba que se terminaron los momentos dramáticos? Seguramente todavía habrá muchos en la agitada política de Israel.