Por Vivian Bercovici
Todo el mundo dice que no quiere la guerra, pero puede que el cuarto conflicto armado entre Hamás e Israel desde 2006 sea inminente.
El ministro israelí de Defensa, Avigdor Lieberman, advirtió a Hamás el jueves: “Se acabaron las vacaciones”. En los últimos días se ha registrado un incremento de tropas y municiones en la frontera con Gaza, en parte como prevención ante un incremento de las hostilidades en las tardes de los viernes. Desde hace casi siete meses, Hamás ha organizado manifestaciones semanales en numerosos puntos a lo largo de la frontera.
Se ha convertido en una suerte de rutina: una muchedumbre compuesta abrumadoramente por varones jóvenes se agolpa en la frontera clamando que va a penetrar en Israel y a asesinar civiles, para posteriormente irrumpir en Jerusalén y librar de sionistas a toda la “Palestina ocupada”. A menudo, manifestantes violentos tratan de cruzar a Israel con cuchillos, cócteles molotov y armamento por el estilo, con el que asesinar y sembrar el caos. Pero la prensa internacional transforma en hechos la propaganda de Hamás y declara “pacíficas” las protestas.
La pérdida de vidas que se registra los viernes después de los rezos en las mezquitas es algo tan desafortunado como inevitable. Aunque esos matones de Hamás no representaran una amenaza existencial para el Estado de Israel, sí que lo serían para los miles de israelíes que residen en las comunidades próximas a la frontera.
Y además están las cometas incendiarias, esa innovación de Hamás que ha calcinado unos 40 kilómetros cuadrados de terreno agrícola y protegido en los últimos seis meses. En comparación, la tierra calcinada israelí sería como si a EEUU le quemaran todo Connecticut. Poca broma.
En una extraordinaria, inaudita entrevista con la periodista italiana Francesa Borri y publicada en la prensa israelí, el líder político de Hamás en Gaza, Yahia Sinwar, despreció los ataques incendiarios como meras “advertencias” que no causan auténtico daño.
Pero Sinwar y sus secuaces están caldeando el ambiente en la frontera mandando a críos a lanzar granadas, cócteles molotov y otros artefactos incendiarios contra los soldados israelíes. También se muestran activos por la noche y a primera hora de la mañana, lo que hace que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) incrementen su nivel de alerta.
He aquí el manual de Hamás. Se ve desbordada en múltiples frentes y su única manera de recuperar el control pasa por buscar la guerra. Durante su entrevista con Borri, que tuvo lugar en varias localizaciones de Gaza durante cinco días, Sinwar insistió en que Hamás quiere la paz, pero sólo en sus propios términos. Unos términos absurdos, a saber: que Hamás conserve su fuerza militar y que todas las fronteras de la Franja se abran de manera incondicional.
Sinwar se negó a utilizar la palabra Israel e incluso la expresión entidad sionista, y recurrió a términos como Netanyahu y la ocupación. Asimismo, quitó importancia al hecho de que la carta fundacional de Hamás siga llamando a la aniquilación de Israel como si fuera una suerte de detalle histórico sin relevancia. Dice que quiere la paz. Y si hay guerra será porque Israel no se pliega a sus condiciones.
Sinwar busca la guerra porque es su único remedio.
Así como numerosos medios de comunicación gustan de descalificar a Israel por convertir Gaza en una prisión a cielo abierto con su “bloqueo”, hay un silencio mediático respecto a las medidas mucho más duras que aplica Egipto en su lado de la frontera.
Y luego están las insensateces del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás. Desesperado por someter a Hamás para recuperar el control de Gaza, Abás cortó todos los fondos y suministros –combustible incluido–que enviaba a la Franja. En conjunción con el reciente anuncio norteamericano del fin de su financiación a la UNRWA –uno de los mayores empleadores en Gaza–, el movimiento de Abás fue letal para el asediado enclave teocrático.
Hamás está arrinconada. La tecnología israelí ha neutralizado sus túneles del terror; EEUU y otros países se han hartado de su promoción y celebración del terrorismo, así como de su negativa a moderar su agenda extremista, comprometida con la aniquilación de los judíos y de Israel; y el mundo árabe –incluido su hermano palestino Abás– está apretándole las clavijas.
La guerra se presenta como la única opción para Hamás. Es la mejor manera que tiene de desviar la atención de las míseras masas gazatíes del fracaso de su régimen.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio