(Flash90)

Aproximadamente las 3:30 p.m. de un caluroso 27 de julio, al menos tres integrantes del grupo terrorista libanés chií pro-iraní Hezbollah fueron avistados cruzando la “Línea Azul”, reconocida internacionalmente como la frontera entre el Líbano de Israel, en la zona del Monte Dov, conocida también como las Granjas Shebaa, en los Altos del Golán.

Por Pablo Sklarevich, Aurora

Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) los estaban esperando.

No es que tenían información precisa del complot; pero los analistas de seguridad estimaban que de una u otra forma Hezbollah trataría de cumplir su promesa de vengar la muerte de Ali Kamel Mohsen Jawad, uno de sus combatientes abatido en un ataque aéreo, atribuido a Israel, en las cercanías del aeropuerto de Damasco. Se cree que el bombardeo tenía como objetivo la destrucción de un envío de armas avanzadas iraníes destinado al grupo extremista en el Líbano o a afianzar la presencia militar de Irán en Siria.

Según una investigación preliminar de las FDI, los terroristas fueron detectados por una joven soldado, que operaba una de las cámaras de vigilancia ubicadas la zona, poco antes de que cruzaran la línea divisoria, en un terreno silvestre, accidentado, con relativamente abundante vegetación, escasamente poblado, y donde no existe una valla. Los invasores se adentraron en dirección al puesto militar de avanzada israelí Gladiola. Cuando llegaron a 200 o 300 metros de la posición, las tropas israelíes abrieron fuego, obligándoles a escapar a toda prisa.

Las FDI no están seguras si intentaban perpetrar un ataque de francotirador, irrumpir en el puesto de Gladiola, o plantar un artefacto explosivo en la ruta principal del Monte Dov. Aunque pusieron de relieve que estaban armados con rifles, como mínimo; descartaron que portaran misiles antitanques como para atacar blindados u otro tipo de vehículos militares.

A pesar de que las FDI desplegaron tropas de elite de infantería y numerosas piezas de artillería, y no pocos drones y aviones de combate sobrevolaban la zona; las órdenes contrapuesta que recibieron los comandantes en el terreno fue la de impedir un ataque y evitar una escalada.

A todas luces, el objetivo estratégico de los altos mandos -o su “línea roja”- es evitar el afianzamiento militar de Irán en Siria y de ninguna manera entrar una espiral de ataques secundarios de venganza y represalias que los alejen de su meta principal.

Ciertamente, esta estrategia armoniza con la doctrina del fundador del Estado, el primer ministro David Ben Gurión, quien reclamaba, para permitirle a la sociedad prosperar económica, social y culturalmente, postergar el desenlace de la guerra tanto como fuese posible… hasta que sea inevitable.