En la Perashá que leímos ayer nos encontramos con la segunda generación del pueblo judío: Isaac y Ribqá.

Ribqá la esposa de Isaac, poseía las mejores virtudes morales. Practicaba el Jesed, una generosidad extrema que se manifiesta cuando al ser requerido uno da más de lo que se le pide. En este sentido Ribqá era un clon de Abraham, el hombre que representaba el epítome del Jesed.

Su extrema bondad era acompañada de una gran inteligencia. Y una personalidad muy sólida a la hora de mantener sus convicciones. También en esto Ribqá era parecida a Abraham, que se mantuvo firme en sus principios a pesar de tener al resto del mundo en su contra.
La firmeza de Ribqá se convirtió en un elemento crucial para el destino del pueblo judío.

Isaac y Ribqá tuvieron dos hijos. Yaaqob y Esav. Yaaqob era dócil e íntegro, un hombre de su casa y bondadoso. Esav era todo lo contrario. Adrenalina. Un hombre de batalla, de lucha. Un gran cazador.

Y llegó el momento de elegir un heredero. No se traba de quién heredaría los bienes materiales de Isaac, sino de algo mucho más importante. ¿Quién iba a liderar y promover el camino y los valores de Abraham Abinu?

Y en este punto —quién debería ser elegido para suceder a Abraham— Isaac y Ribqá no estaban de acuerdo.

Para Isaac el heredero indiscutido era Esav. ¿Por qué? Es posible que Isaac haya pensado que la fe de Abraham, tan controversial, iba a ser combatida violentamente por los demás pueblos. Que los descendientes de Abraham iban a tener infinidad de enemigos (¡y no se equivocó!). Y era necesario entonces que los portadores de esa fe supieran defenderse, luchar y pelear por sus convicciones. Esav, pensaba su papá, poseía las virtudes ideales para defender la fe de Abraham. Era un poderoso luchador, que fácilmente podría vencer a los que se trasformaran en sus enemigos.

La vision de Ribqá era diferente. El futuro sucesor de Abraham debía SER como Abraham.Esav era un gran luchador, pero esa personalidad violenta, y muy necesaria para la guerra, se había convertido en la esencia de Esav.

Analizaré con mis propias palabras las dos opiniones.

יודע ציד איש שדה . Esav se especializaba en engañar a sus víctimas, animales y humanas. Esav era un experto a la hora de identificar y aprovecharse de las debilidades de sus enemigos. Esav era un guerrero astuto que fijaba sus pensamientos en cómo derrotar al otro. Este talento es muy importante para la guerra, pero ¿cómo afecta esta característica en la personalidad de Esav, cuando haya que pensar en ser generoso con el extranjero, como lo era Abraham?

למה זה לי בכורה . Esav, como todo guerrero que sabe que la próxima batalla puede ser también la última, vivía el presente sin pensar en el futuro. Y Esav demostró que estuvo dispuesto a sacrificar el porvenir para satisfacer sus necesidades inmediatas cuando cambió su primogenitura por un plato de lentejas. ¿Cómo influiría esta característica de Esav a la hora de mantener el camino de Abraham? Los valores de Abraham consisten en gran parte en estar dispuestos a sacrificar el presente —deseos, necesidades y apetitos—pensando en el futuro.

יש לי רב. Esav era ambicioso y materialista. Esta es una virtud muy importante para un guerrero, porque el inconformismo material es el mejor estímulo para salir a conquistar otros pueblos, quedarse con sus riquezas y hacerse así más poderosos; invencibles. Pero esta cualidad que fue la motivación de los Vikingos y de todo pueblo de guerreros que se aventuraba a la conquista, no va necesariamente de la mano con los valores de Abraham Abinu, donde los más importante no es lo que tengo, poseo o conquisto sino, lo que doy al que tiene menos y me necesita.

Mientras que Isaac veía la personalidad belicosa de Esav como la garantía para preservar la integridad física y la supervivencia del pueblo de Abraham Abinu, Ribqá dudaba de que Esav tuviera los valores que supuestamente debía defender con su carácter aguerrido. Y aunque Esav se comprometiera a adoptar esos valores, Esav ya había tomado como esposas a mujeres de la tierra de Canaan, algo que para Abraham era considerado como «cruzar una linea roja», ya que los valores de esas mujeres eran completamente opuestos a los de Abraham Abinu.

Ya’aqob, a diferencia de Esav, era un hombre bondadoso y generoso. Para Ya’aqob el futuro era más importante que el presente. Y lo material debía servir un propósito mas allá de sí mismo.

Isaac no veía los defectos de Esav. Pero Ribká, con su inteligencia y su sabiduría de mujer y madre, sabía muy bien que Esav no era el candidato más adecuado para representar los valores de Abraham. Al final de la historia, Isaac Abinu reconoció que su esposa tenía razón. Y mandó a Ya’aqob a tomar una esposa de la familia de Abraham.

En el momento crucial que determinaría el destino del legado de Abraham Abinu, Ribqá actuó para que Ya’aqob se transformará en el próximo patriarca de Israel. Nuestra supervivencia como pueblo de Israel es la prueba de que Ribqá NO se equivocó.

Por: Rabino Yosef Bitton, colaborador de Unidos con Israel

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