Mientras los líderes cristianos se afanan en condenar a Israel y difundir libelos de sangre en su contra, los cristianos de Belén están nuevamente en la mira de matones y vándalos.
Por Basam Tawil
La más reciente víctima de esta violencia anticristiana es el doctor Salameh Qumsiyeh, ginecólogo de Belén que sufrió un brutal asalto por parte de vándalos no identificados mientras circulaba por el centro de la ciudad, el pasado 18 de febrero. Cuatro asaltantes interceptaron el vehículo de Qumsiyeh, dijeron los testigos, y le dieron una paliza con porras y otras armas blancas antes de dare a la fuga. Qumsiyeh fue trasladado de urgencia al hospital, donde los médicos informaron de que había sufrido heridas de consideración.
La familia del galeno, uno de los mayores clanes cristianos de la zona, hizo público un comunicado en el que criticaba duramente el asalto, calificándolo de “ataque pecaminoso y abyecto de un grupo de cobardes que violan las leyes y costumbres nacionales y sociales”. El clan dijo que el ataque que había sido perpetrado por “mercenarios”, e instó a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina (AP) a hacer todo lo posible por “detener a los cobardes y llevarlos ante la Justicia”.
Las facciones palestinas del área de Belén también condenaron el “brutal y cobarde” ataque contra Qumsiyeh. “Condenamos enérgicamente este acto extraño y cobarde, ajeno a nuestras tradiciones”, proclamaron en un comunicado.
El Hospital de la Sagrada Familia de Belén se sumó a las condenas y urgió a las fuerzas de seguridad a capturar a los agresores y llevarlos ante la Justicia.
El ataque contra Qumsiyeh se produjo sólo semanas después de que una mujer cristiana de la localidad de Beit Jala, próxima a Belén, muriera cuando agentes de la Policía palestina irrumpieron en su domicilio para detener a su hijo, Yusef, por impago de deudas. La mujer fue identificada como Tarez Taamneh, de 63 años.
La hija de Taamneh, Marián al Hayal, acusó a las fuerzas de seguridad de matar a su madre y proclamó que, como cristiana, no confiaba en la ley ni en la policía palestinas. “Los siete agentes que entraron en nuestra casa fueron dirigidos por Yamal Hmeid, sobrino de Kamel Hmeid, gobernador palestino de Belén”, afirmó.
En la pasada Nochebuena, Fairuz Iya, cristiana betlemita de 76 años, denunció que llevaba dos años en los tribunales luchando por recuperar unas tierras de su familia obtenidas ilegalmente por musulmanes. “Cada vez que pido permiso al juez para hablar, me dice: ‘Todavía no es su turno’”, declaró. “Si fuese musulmana, me habrían tratado de manera distinta”.
Una maestra cristiana identificada como “Diana” incide en que la discriminación contra los cristianos no es nueva y que, de hecho, está creciendo. “La Policía tiene normas distintas para los musulmanes y para los cristianos”, sostiene. “Si, por ejemplo, hay un accidente de coche que implica a un cristiano y a un musulmán, la Policía siempre se pone de parte del musulmán”.
La difícil situación de los cristianos que viven bajo la férula de la AP en la Margen Occidental y bajo la de Hamás en Gaza es a menudo ignorada por la comunidad internacional y los periodistas extranjeros destinados en Oriente Medio.
Vale la pena señalar que la población cristiana del área de Belén ha descendido del 86% de 1950 a menos del 12% en la actualidad. En toda la Margen Occidental, los cristianos representan ahora menos del 2% de la población, cuando en la década de 1970 eran el 5%.
En la Franja de Gaza, gobernada por Hamás, la situación de los cristianos es aún peor. Su número se ha reducido desde los 4.200 de 2007 a sólo unos centenares en la actualidad.
“La gente de Hamás se apoderó de mi casa y la convirtió en un gabinete de guerra”, dice Kamal Teresi, una cristiana que huyó hace poco de la Franja.
Estuve en varias cárceles, y con Hamás la cárcel no es más que palizas y tortura psicológica. Los cristianos no estamos de paso en Palestina: llevamos aquí 2.000 años, no somos unos huéspedes. Ellos [Hamás] están hostigando y perjudicando a la población cristiana y a las instituciones, iglesias y asociaciones cristianas. No puedo volver a Gaza; regresar sería una sentencia de muerte.
Mientras los cristianos del común afirman que ya no se sienten seguros bajo la AP y Hamás, sus líderes siguen mintiendo al mundo sobre las tribulaciones de su comunidad. En lugar de alzar la voz contra la persecución anticristiana de la AP y de Hamás, se afanan en culpar a Israel.
Posiblemente para evitar ser blanco de ataques, tratan de hacer creer al mundo que los cristianos están huyendo de Belén y de Gaza por las medidas antiterroristas israelíes, no por las brutalidades perpetradas por las autoridades y los musulmanes en la Margen Occidental y en la Franja.
Si lo que dicen fuese cierto, ¿por qué no huyen también los musulmanes? Por cierto, las medidas de seguridad de Israel no suelen ir dirigidas directamente contra cristianos, sino contra los musulmanes palestinos implicados en actividades terroristas. Si alguien tiene una buena razón para huir son los terroristas musulmanes y sus familiares, no los pacíficos y vulnerables cristianos, la mayoría de los cuales no están implicados en actividades terroristas o antiisraelíes.
¿Qué están haciendo los líderes cristianos palestinos para defender a su comunidad? Desgraciadamente, nada. Algunos incluso se unen a los musulmanes que difunden libelos de sangre contra Israel.
Uno de ellos es el arzobispo greco-ortodoxo Atalá Hana, que recientemente afirmó que Israel lo había “envenenado”, en un aparente intento fallido de asesinato. Hana, conocido por su vil incitación antiisraelí, adujo que había inhalado una peligrosa cantidad de veneno luego de que un bote de gas penetrara en su despacho eclesial por una ventana.
Posteriormente se confirmó que las acusaciones de Hana eran completamente infundadas; no eran sino parte de una despreciable campaña de difamación contra Israel.
Una investigación llevada a cabo por las autoridades israelíes reveló que la iglesia en la que oficia Hana había solicitado a una empresa israelí que la rociara con pesticida. “Esperamos de un religioso que se adhiera a la verdad, y del clero mundial que condene estas indignantes falsedades y se abstenga de difundir semejante libelo”: así reaccionó el Ministerio de Exteriores israelí al libelo de sangre de Hana.
Como otros líderes cristianos palestinos, Hana no es sólo un mentiroso: es un traidor a su propia comunidad. Hana no ha dicho una palabra contra el ataque a Qumsiyeh y a otros cristianos de Belén. Y no se preocupa por el sufrimiento de su gente bajo el régimen opresor islamista de Hamás en Gaza.
Al ignorar la verdadera razón por la cual los cristianos huyen de la Margen Occidental y de Gaza, jerarcas como Hana no hacen sino envalentonar a los musulmanes anticristianos para que sigan atacando a los cristianos del lugar.
En cuanto a la comunidad internacional y las instituciones cristianas de todo el mundo, han de investigar los libelos de sangre de los líderes cristianos palestinos. Si no, llegará el día en que no quede un solo cristiano en Belén, Gaza y, probablemente, Oriente Medio, con la excepción de Israel, donde su número no deja de crecer.
© Versión original completa (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio