En una conferencia de prensa reciente, el ministro de Defensa, Naftali Bennett, presentó el objetivo para la actividad de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Siria: «Hacer que Irán renuncie a su intento de afianzarse en Siria». A diferencia de la tendencia común hacia la ambigüedad en la definición de objetivos estratégicos, Bennett se atrevió a pronunciar un objetivo claro y medible. ¿Pero es alcanzable el objetivo que presentó? ¿Y es correcto declarar un objetivo estratégico de esta manera?
Por: General (retirado) Gershon Hacohen
Los corresponsales militares han informado que en la evaluación del Estado Mayor de las FDI, es dudoso que la expansión de la actividad ofensiva, por exitosa que sea, pueda hacer que Teherán renuncie a su visión y sus ambiciones en Siria. El régimen iraní y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) están motivados por una ideología islamista expansionista. Las limitaciones de la realidad ciertamente los obligan a hacer cambios y a adaptarse a las circunstancias, pero eso no es lo mismo que abandonar su visión imperialista.
Aquí se necesita una perspectiva histórica.
Tras haber sido obligado a hacer grandes recortes en el orden de batalla a raíz de la Guerra de Independencia de Israel, a las FDI les resultó difícil encontrar una solución viable al terrorismo fedayín de principios de la década de 1950. Con la formación de la Unidad 101 de comando y su fusión con la Brigada de Paracaidistas bajo el liderazgo del jefe de Estado Mayor, Moshe Dayan, se desarrolló gradualmente un concepto de represalia como respuesta a este problema. Sin embargo, rápidamente se comprendió que, a pesar de una serie de éxitos operativos, el enfoque no provocó una disminución real del terror fedayín.
El Gobierno israelí estaba perplejo, pero Dayan, con su creatividad arquetípica, reinterpretó la lógica de las operaciones de represalia y les planteó un objetivo sistémico diferente. Al identificar la brecha entre los aspectos tácticos de las operaciones y su importancia estratégica, introdujo un marco conceptual innovador que le dio una renovada relevancia a las acciones de represalia.
Aunque la disuasión del terrorismo fedayín continuó siendo la razón inmediata detrás de la política de represalias, se orientó hacia un objetivo más amplio: posicionar a Israel y su destreza militar en el sistema regional e internacional en evolución. En palabras de Dayan: «Nuestras victorias y nuestros fracasos en pequeñas batallas a lo largo y a través de la frontera son de gran importancia. No solo por su efecto directo en la seguridad del día a día, sino también por su impacto en cómo los árabes evalúan el poder de Israel y la creencia de Israel en su poder».
De esta manera, se creó un marco estratégico que estaba abierto a los desarrollos regionales en previsión de dos posibles cursos de acción: o los ataques de represalia en curso reducirían gradualmente el terror o conducirían a la guerra y a un nuevo orden regional. Mientras tanto, aprovechando la oportunidad para emprender fricciones operativas con las fuerzas regulares de Egipto, Jordania y Siria, las FDI aumentaron su capacidad y establecieron una conciencia de esa capacidad a los ojos del enemigo y de la arena internacional. La calidad del desempeño de las FDI en estas operaciones contribuyó indudablemente a la eventual colaboración con Francia y Gran Bretaña en la Campaña del Sinaí de 1956.
Aplicando el pensamiento de Dayan al contexto estratégico de hoy, la lucha contra las fuerzas iraníes en Siria, especialmente en la frontera del Golán, puede verse como un medio para iniciar un enfrentamiento con esas fuerzas por un motivo defensivo en lugar de un interés directo en una guerra total.
Tener la audacia para usar la fuerza, especialmente en una situación que se sitúa en el umbral real de la guerra, conlleva el riesgo de una escalada, pero también tiene el potencial de darle a Israel un papel destacado en la cristalización de una coalición regional anti-Irán. El objetivo de tal choque sería mostrar la superioridad operativa de Israel al demostrar su capacidad militar y su audacia estratégica, dejando en claro que Jerusalén no teme a un conflicto militar en defensa de sus intereses vitales.
Un objetivo de ese tipo, en el espíritu de la conceptualización de Dayan y en contraste con la formulación clara y cerrada de Bennett, puede gestionar desarrollos imprevistos e incontrolables. Ahí radica su naturaleza especial como un objetivo estratégico alcanzable.
El general (retirado) Gershon Hacohen es investigador principal en el Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos. Sirvió en las FDI durante 42 años. Comandó tropas en batallas con Egipto y Siria. Previamente, fue comandante de Cuerpo y de Colegios Militares de las FDI.
Fuente: BESA Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos
Traducido por: Aurora