La muerte estaba siempre presente en el Gueto de Terezin. Así como la desnutrición, el hacinamiento y la falta de instalaciones sanitarias. Este fue el terrible precio que tuvo que pagar el pueblo judío durante el Holocausto.
Hilde Nathan, nacida el 11 de octubre del 1926, natural de Munstereifel, Alemanía, era de origen judío. Hilde fue una de las pocas que fueron liberadas aquel recordado el 8 de mayo de 1945, el día de la rendición de la Alemania nazi, por el Ejército Rojo en Theresienstadt.
Desde antes de comenzar la guerra el padre de familia quiso mandar a toda la familia a Palestina, pero sabía de la dificultad de obtener los visados. En el año 1933 pocos podían presagiar lo que iba a ocurrir una década después, por lo que detuvo su idea de huir, ya que pensaba que el régimen no duraría mucho.
Durante los primeros años de la guerra, la familia Nathan incrementó sus esfuerzos de huir hacia Palestina. En 1942 cuando estaban más cerca que nunca de lograrlo, fueron deportados desde Colonia hacia el Campo de Theresienstadt, una pequeña ciudad fortaleza situada a unos 50 kilómetros al norte de Praga en la actual República Checa.
Durante los últimos años de la Guerra, Hilde se alojaba en una casa de la juventud, donde tuvieron que trabajar en la agricultura. El último transporte desde Theresienstadt hacia los campo de exterminio fue en 1944. Ella debería haber ser deportada. Sin embargo, pudo ocultarse y permanecer en el gueto.
A mediados de marzo 1945 vio a a una «procesión» horrorosa de personas que andaban por el campo. Al parecer, estas personas provenían de un campo de la muerte: «Estaban demacradas, con sus ojos hundidos, algunas sólo parecían piel y huesos», dijo Hilde Nathan. Obviamente era una de esas infames «marchas de la muerte» con la que la SS utilizaban para asesinar a los pocos judíos vivos que quedaban, en vista del avance soviético y la presumible derrota nazi.
«A finales de enero de 1945, las SS comenzaron a construir una gran instalación sin ventanas. Allí el resto de judíos que aun quedábamos en Terezín íbamos a ser gaseados. Pero por suerte esto nunca sucedió porque el Ejército Rojo liberó previamente el gueto. Hilde Nathan y sus padres estaban entre los pocos que sobrevivieron Theresienstadt.
El padre de Nathan falleció en Alemania y fue sepultado allí. Su madre viajó con ella a Canarias, hace 48 años, y aquí se encontraban en un clima y cierta paz más favorables al olvido de tantas atrocidades. Su madre falleció en Las Palmas de Gran Canaria hace años y su hija trasladó su cuerpo a Alemania para que fuera sepultada con el padre. Pero a su llegada le negaron un sepelio judío por lo cual Nathan decidió trasladarla a Israel y allá está enterrada.
Sus recuerdos de la época de la persecución de los judíos ahora residían en las Islas de Gran Canaria (España) hasta el pasado jueves 16 de Febrero, fecha en la Hilde Nathan que nos dejó.
Nathan Hilde falleció esta semana en silencio, dejando sus memorias a manos de un editor. En breve será trasladada a Israel para recibir sepultura al lado de su madre. Cuando una persona fallece, los Judíos decimos «Baruj Dayan haEmet» lo que se traduce por «Bendito el Juez de la Verdad» para decir que aceptamos el decreto divino.
No podemos terminar sin agradecer a todos aquellos que han aportado su granito de arena para poder trasladar el cuerpo de Nathan Hilde a Israel. Fue su última petición. Ser enterrada en Israel al lado de su querida madre. Ser enterrada con el honor que hierve de la Tierra Santa. Durante su infancia no tuvo honor, no tuvo nombre. Era un mero número. Hoy, gracias a todas aquellas personas anónimas que han ayudado a cumplir su último deseo, nos deja con la cabeza alta y habiendo vencido a los enemigos del Pueblo Judío. Hoy somos más fuertes y estamos más unidos.
Ahora toca acudir al entierro y que todo el Pueblo Judío le rinda homenaje.
Unidos con Israel, con los archivos de La Provincia