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Justo cuando el Congreso derrotaba abrumadoramente un intento de ocho demócratas radicales y un republicano para retirar la financiación al sistema defensivo israelí Cúpula de Hierro, varios demócratas mainstream lanzaban un proyecto de ley igual de peligroso y repleto de medias verdades, omisiones y mentiras flagrantes.

Por: Alan M. Dershowitz

El congresista Andy Levin ha presentado una iniciativa legislativa que prende impulsar la solución de los dos Estados para el conflicto israelo-palestino. Aunque soy partidario de que haya dos Estados para dos pueblos, me opongo rotundamente a la quizá bienintencionada pero mal concebida propuesta de Levin, pues dinamitaría cualquier expectativa de paz, recompensaría y fomentaría el terrorismo y desincentivaría que los líderes palestinos se avinieran a negociar con Israel.

El proyecto de ley de Levin proclama que la Margen Occidental, Jerusalén Oriental y la Franja de Gaza son territorios ocupados, y que así habrían de ser denominados en todas las comunicaciones oficiales norteamericanas. Lo cual implica que la ocupación es ilegal y se atribuye toda la responsabilidad a Israel.

En primer lugar, es categóricamente falso que Gaza esté ocupada. No hay un solo soldado, policía, colono o ciudadano israelí en la Franja. La ocupación terminó en 2005. Gaza se podría haber convertido en la Singapur del Mediterráneo, con su línea de costa, su sector primario y su democracia. Pero Hamás expulsó del territorio al Gobierno legítimo palestino, por medio de la fuerza y el asesinato. De hecho, ocupó Gaza. Sólo cuando la Franja devino un enclave terrorista desde el que se cometían crímenes de guerra impuso Israel restricciones, para proteger a su población. Eso no es una ocupación. Es defensa propia, legítima y completamente legal. Estados Unidos mentiría –difundiendo un libelo de sangre– si declarara territorio ocupado a Gaza.

Son muchos los israelíes y no israelíes que creen que fue un error poner fin a la ocupación de Gaza y permitir que se convirtiera en una plataforma para el lanzamiento de ataques terroristas. Tal como dispone la legalidad internacional, una ocupación militar puede prolongarse mientras siga habiendo beligerancia, como ciertamente es el caso. Si sus soldados permanecieran en el territorio, Israel sería criticado. Ahora que se han marchado, las críticas persisten. Para algunos, Israel nunca puede hacer lo correcto.

Lo de Jerusalén es más complicado. El Barrio Judío de la Ciudad Vieja y el Muro Occidental fueron ocupados ilegalmente por Jordania entre 1948 y 1967, y los judíos fueron excluidos de ellos. Cuando Jordania atacó a Israel en junio de 1967, Israel liberó esos lugares ancestrales del judaísmo y los abrió a todo el mundo. No son territorios ocupados. Ni lo es el resto de Jerusalén Oriental, que forma parte de la ciudad unida.

Lo de la Margen Occidental también es complicado. Algunas zonas –el bloque de Etzión, Maale Adumim, Guiló– son objeto de disputa pero seguirán formando parte de Israel aun en el caso de una solución de dos Estados, como reconocen los propios dirigentes palestinos. Esas zonas no están ocupadas. En cuanto al resto, Israel ofreció hasta en dos ocasiones poner fin a su presencia en más del 90% de la Margen a cambio de la paz. La cúpula palestina rechazó esas ofertas y es, por tanto, responsable de la situación actual.

El proyecto de ley promovido por Levin y sus colegas demócratas refuerza la negativa del liderazgo palestino a negociar penosos compromisos esenciales para la consecución de la paz. Asimismo, recompensa las políticas de pagar por asesinar y [de fomento del] terrorismo, que son los principales obstáculos para la paz. De hecho, envía un mensaje peligroso a los palestinos intransigentes: no tenéis que negociar ni llegar a compromisos: EEUU instará a Israel a que acceda a vuestras demandas sin exigiros que negociéis, lleguéis a compromisos y renunciéis al terrorismo.

Sería mucho mejor un proyecto de ley que condicionara la reapertura de la embajada palestina [en EEUU] a la disposición del liderazgo palestino a volver a la mesa de negociaciones e implicarse en conversaciones genuinas y honestas que lleven a una solución de dos Estados pacífica, que dé seguridad a Israel y autonomía a los palestinos de la Margen Occidental. (Para Gaza no cabe más solución que la militar mientras Hamás siga gobernándola, persistiendo en el terrorismo y negándose a reconocer a Israel).

Una solución de dos Estados dista mucho de ser lo ideal, pero es mucho mejor que las que se basan en un solo Estado defendidas por la ultraizquierda y los extremistas palestinos (Estado palestino) y por algunos judíos extremistas (Estado judío).También puede ser mejor que el actual statu quo.

La única forma de asegurarse de que los palestinos persistan en su negativa a negociar es que la malhadada propuesta Levin se convierta en ley.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

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