Después de cuatro meses de intenso entrenamiento en liderazgo, comando y profesionalidad, los soldados del curso de oficiales esperan bajo el calor del sol del desierto israelí la ceremonia que los transformara en oficiales de las FDI. Uno de estos reclutas, Rotem Chiprut, espera con los demás, pero su historia es única. Ha superado numerosas barreras para llegar a este momento y convertirse en un oficial de las FDI.
Oriunda de Nueva York, Rotem Chiprut se mudó a Israel con tan solo unos meses de edad. Después de vivir 12 años en Israel, su familia decidió volver a Nueva Jersey, Estados Unidos, donde terminó la escuela secundaria.
Al terminar la escuela secundaria, Rotem planeaba continuar estudiando un título universitario al igual que sus amigos y comenzó el proceso de inscripción a la universidad cuando su familia visitó Israel. “Vi a los soldados en la calle y me di cuenta que la gente de mi edad en Israel eran parte de algo más grande”, recuerda. “Yo también quería proteger a mi país”.
Después de una larga discusión con sus padres, Rotem volvió a Israel con el objetivo de alistarse a las FDI. “Estaba tan emocionada,” Rotem recuerda. “La primera vez que me puse el uniforme me sentí muy orgullosa. Me dije a mí misma, “vine a Israel para hacerlo. Estoy aquí. Lo logré”.
Rotem sirve en el ejército israelí como soldado solitario – soldado cuyos padres viven fuera del país. “Estoy técnicamente lejos de mi familia y de mi hogar, pero aquí, en Israel, me siento en casa,” Rotem explica orgullosamente.
Un día que jamás olvidará
Durante su servicio, Rotem decidió que quería ser oficial de las FDI. Como parte del proceso para entrar a la escuela de oficiales, los cadetes tienen que pasar ciertos exámenes médicos. Cuando le dieron los resultados de sus análisis de sangre, Rotem recibió una noticia que le cambió la vida.
”Me pidieron entrar al consultorio del médico y me dijeron que mis análisis mostraban que tenía cáncer en mi glándula tiroides,” relata Rotem, “y que tenía que dejar el ejército y operarme”.
“Cuando me enteré de que no podía seguir en el curso de oficiales no pude parar de llorar, [la Escuela de Entrenamiento de Oficiales] era el lugar donde quería estar y era muy importante para mí”. Poco después, Rotem se sometió a una cirugía, fue dada de alta del ejército y le sugirieron descansar en su casa durante dos meses.
“Todos los días sentí que quería volver a mi base. Yo no quería hacer reposo en casa durante dos meses. Tenía muchas ganas de volver al ejército”.
Recuperación y Re-alistamiento
“Poco a poco comprendí que no iba a poder re-alistarme al ejército al mismo puesto que tenía antes,” Rotem revela. “Me dijeron que podía alistarme como voluntario, pero no podría volver al mismo lugar”.
Después de escribir varias cartas y apelar a diversas oficinas del ejército, Rotem consiguió volver a alistarse con la misma posición que había estado en el ejército antes de la operación. Aún más importante, Rotem recibió el permiso necesario para asistir al curso de oficiales.
“Cuando me informaron que tenía cáncer, no pensé en mi salud. Aunque suene un tanto extraño, no lloraba porque tenía que someterme a una cirugía. Lloraba porque tenía que abandonar el ejército”, agregó Rotem. “Sabía que todo iba a estar bien, pero no sabía si iba a poder re-alistarme. Al final del día, el ejército fue la razón por la cual dejé todo atrás [en Estados Unidos] y me vine a Israel”.
La familia
“Es realmente emocionante verla aquí hoy; ella pasó un período muy difícil pero decidió continuar adelante y por eso pudo llegar al día de hoy, al fin del curso”, dijo el padre de Rotem, Nisin Chiprut, después de la ceremonia que marcó el final del curso de oficiales.
Luego de recibir su nuevo rango, Rotem se encontró con su padre y con su hermano que viajaron desde Estados Unidos para estar junto a ella en este día especial. “Bajo ninguna circunstancia me iba a perder este día”, declaró Nisin.
Tomer Chiprut, el hermano de Rotem, también se alistará a las FDI, concretamente a la Brigada Golani. “Si le preguntas a mi hermano por qué decidió unirse al ejército, te dirá: ‘Gracias a mi hermana’” Rotem cuenta con una sonrisa. “Sabe sobre mi experiencia y me escuchó hablar mucho sobre el ejército y todas las cosas que éste me dió”. “Yo también quiero hacer lo que ella está haciendo” afirma Tomer.
Comandante de los comandantes
Después de cuatro meses de entrenamiento en Bahad Ejad – la Escuela de Entrenamiento de Oficiales de las FDI – Rotem es oficialmente un oficial de las FDI. Pero ella tiene un trabajo muy especial – ser la comandante de comandantes del entrenamiento básico del ejército.
“Yo adoro mi cargo y creo que es el trabajo más importante que una mujer puede hacer en el ejército,” Rotem afirma felizmente. “Cuando los nuevos soldados llegan al ejército, yo soy la primera cara que ven. Yo represento todo el ejército para ellos. Soy su maestro 24/7, su madre, su padre, su psicólogo”.
Rotem servirá como comandante de pelotón, responsable de 60 soldados y será la cabeza de seis comandantes de entrenamiento básico. “Mi trabajo no es sólo motivar a los soldados, sino también motivar a los comandantes de los soldados”, explica.
“Tengo muchas ganas de empezar mi nueva posición como comandante de pelotón,” Rotem resume. Cuando se le preguntó sobre el futuro, ella respondió: “Yo sólo quiero vivir en el momento y cumplir mi cargo en el ejército lo mejor posible. Mi vida me ha enseñado que en un segundo todo puede cambiar y que uno nunca sabe lo que va a pasar. Así que aprendí a ser simplemente lo mejor posible en cada momento”.