"¡Me caí!" - exclamaba en medio de sus llantos, mientras la madre lo limpiaba y consolaba: "¡Vamos! ¡Dejá de llorar! ¿No ves que no te pasó nada? ¡Los hombres no lloran!" Itzy "obedeció" y dejó de llorar (por lo menos no sollozaba en voz alta, y no le hacía pasar vergüenza a la madre).