Según las encuestas, las elecciones en Israel programadas para el próximo 2 de marzo, que se suceden por tercera vez consecutiva en aproximadamente un año, no lograrían destrabar el estancamiento político.

Bajo el telón de fondo de las intenciones de Estados Unidos de retirarse de la región y las revueltas desatadas por la Primavera Árabe, el conflicto israelí-palestino parece haber quedado en un lejano segundo plano.

En estos días, Mandelblit y la Corte Suprema de Justicia deberán decidir si un acusado, como en el caso de Netanyahu, puede o no recibir el encargo de formar el Ejecutivo.

La ola de fanatismo islámico y beligerancia que sacude la región parece estar filtrándose hacia dentro del territorio entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo.