Si en Yom haShoá lloramos a los desaparecidos, sería justo que el resto del año lo dedicáramos a apreciar la suerte de haber logrado sobrevivir y llevar una rutina que, aún en la peor de las miserias imaginables, sería la envidia de quienes nunca podrán decir “nunca más”.

Ya en la primera convocatoria dos años antes pudimos comprobar una diferencia esencial de éstos con nuestra filosofía. A pesar de lo reducido del público al que iba dirigida, se decidió la creación de una voz propia.

Por ejemplo, en la propia entrada del diccionario se recoge como fuente la expresión hebrea “kasher”, traducida como “correcto, adecuado al rito”. Lo que llama la atención por qué entonces se ha optado por la utilización de una O y no una A como primera voca

Sin ánimos de llegar al fondo de ninguna cuestión trascendental, os propongo jugar con la palabra Sefarad, el nombre de un país en el extremo occidental del mundo que aparece en la Torá y que ha servido para designar a la península ibérica.

Canta el español Joaquín Sabina: “tanto la quería que tardé en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches”. Para los judíos, fueron 19 años de ausencias a la orilla amurallada del monte que por dos veces coronó el Templo.

Como las “celebrities”, los judíos a veces envidiamos el anonimato y falta de reacción automática a la identidad de una gran parte de ciudadanos de este mundo.

Más allá de los datos históricos, la independencia de Israel significa algo diferente para los israelíes que para los demás, en función de su cultura y lengua, el hebreo.