Nir Kaftori, un manifestante solitario y silencioso, está organizando una poderosa manifestación en favor de los rehenes en Gaza. En una concurrida intersección, Nir se sienta con los ojos vendados y atado, usando sólo su cuerpo para enviar un mensaje de solidaridad con los secuestrados.
Su silenciosa protesta ha provocado diversas reacciones entre los transeúntes: algunos le han ofrecido su apoyo, otros le han respondido negativamente. Sin embargo, las acciones de Nir han tocado la fibra sensible de muchos, inspirando a un número cada vez mayor de personas a sumarse a su causa, lo que ha amplificado el impacto de su postura.
Nir destaca la importancia de la acción individual y la empatía para generar conciencia sobre el sufrimiento de los rehenes. Su protesta, carente de palabras pero llena de propósito, destaca el poder de la conexión humana para abordar la injusticia y la necesidad de compasión en tiempos difíciles.
