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Inyectan entre las piedras del Muro de los Lamentos una sustancia que cierra las grietas.

Por: Ana Jerozolimski, Semanario Hebreo Jai
(Imágenes: Yaniv Berman, IAA)

La Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA en su sigla en inglés) , acaba de llevar a cabo un proyecto singular para preservar las milenarias piedras del Kotel (Muro de los Lamentos)  y garantizar así la seguridad de los fieles que visitan el santuario y oran junto a él. Previa revisación de toda la superficie del Kotel, al identificarse la necesidad de tratar la capa externa de algunas de las piedras, se decidió inyectar en ciertos espacios libres y fisuras una sustancia líquida que es de hecho una disolución del mismo tipo de piedra. Al secarse, eso repara la grieta.

“Es la mejor forma de ´curar´las piedras y de proteger las piedras más importantes del mundo de la inclemencia del clima”, explicó Yossi Vaknin, Director de Conservación de la IAA en la zona del Muro de los Lamentos.

Los trabajos de conservación se realizaron durante el último cierre por la pandemia y en la IAA comentaban que resultaba ineludible hacer  la asociación con lo que está sucediendo por el Coronavirus a nivel nacional. “Cuando vi la jeringa, no lo podía creer”, nos comentó con una sonrisa Yoli Schwartz, portavoz de la IAA.

El desafío de la conservación de las piedras del Kotel no es nuevo. Cada seis meses, antes de Pesaj (la Pascua judía) y Rosh Hashaná, ingenieros especializados en el tema inspeccionan detalladamente todas las piedras, respetando las normas religiosas determinadas al respecto.

Mordejai (Suli) Eliav, director de la Fundación del Legado del Muro de los Lamentos, explicó que “más de 12 millones de personas visitan cada año la explanada del Kotel  y aunque este año, a la sombra del Covid-19, han aumentado las visitas virtuales, ya nos preparamos para el regreso de la gente en persona”. Recalcó que la estabilidad de las piedras es clave para garantizar la seguridad de todos.

El ya citado Yossi Vaknin, Director de Conservación en la IAA, reveló que tienen una “cédula de identidad” de cada una de los cientos de piedras, que permite el monitoreo de variados aspectos de todas. Recalcó que el trabajo de preservación no es destructivo. Es esencial, explicó, ante todo por el ecosistema en el lugar. “El Muro de los Lamentos constituye en sí mismo un entorno ecológico único que apoya sus propias formas de vida”, dijo Vaknin.

“Numerosas plantas se han enraizado en las piedras del Kotel. Muchos pájaros anidan en él. Y nuestro trabajo de conservación apunta a reconocer la importancia de esta flora y fauna propia del lugar, preservando el ecosistema y al mismo tiempo garantizando la estabilidad de las piedras, a fin de que el Muro de los Lamentos se mantenga fuerte por lo menos 2.000 años más”.

A decir verdad, el método de inyectar la disolución líquida de la piedra entre las grietas, no es nuevo. Se está haciendo desde hace ya unos años. Pero Yoli Schwartz, vocero de la IAA nos dice: “Este año, con el Coronavirus de fondo, en medio de la campaña nacional de vacunación, no pude evitar la asociación de imágenes, al ver la jeringa con la que se inyecta la sustancia en el Kotel. Y sentí que es importante contarlo”.

Yosi Vaknin, Director de Conservación en la Autoridad de Antigüedades de Israel lo explica en este video. Traducimos a continuación todos sus comentarios y explicaciones.

“El Kotel debe vacunarse contra los daños causados por el tiempo, la contaminación del aire y el sistema ecológico,  y hoy hemos llegado a vacunarlo. No es Pfizer ni Moderna, sino exactamente el mismo material del que está compuesta la piedra. Y cuando esa sustancia penetra a la grieta en la piedra, se logra unirla en forma perfecta. Y lo más importante, no hay efectos secundarios. Recibimos el resultado exacto que esperábamos y así garantizamos la integridad del Kotel para las próximas generaciones y para los próximos años”.

Y agrega: “Por nuestra condición de preservadores en la IAA, tenemos el gigantesco privilegio de ver el Kotel desde un punto de vista que otros no tienen. También llegamos a piedras que las manos del hombre no tocaron durante cientos de años, quizás miles de años.  Es un enorme privilegio tratar al Kotel y cuidarlo, encargarnos de que el Kotel, último remanente del Beit Hamikdash, el Templo Sagrado,  se mantenga en pie para las próximas generaciones”.