La nariz electrónica que olfatea el cáncer y el laboratorio portátil que detecta venenos en edificios son algunos inventos de Hossam Haick que busca mejorar la vida de las personas.
Por Diana Bletter, Israel21c
El profesor Hossam Haick del Instituto de Tecnología Technion de Israel. Foto cortesía de la Oficina del Portavoz de Technion
Hossam Haick es un profesor del Instituto de Tecnología Technion de Israel y especialista en el campo de la nanotecnología y el diagnóstico de enfermedades no invasivas.
Para comenzar la charla con ISRAEL21c en Español, el científico contó una historia sobre su hijo mayor, Fadi, que hoy tiene 13 años.
Cuando era pequeño, Fadi le tenía miedo al agua pero un día, Haick (47) y su esposa estaban en la piscina del Technion y un hombre mayor que nadaba -hasta el día de hoy no sabe su nombre- le extendió sus brazos al niño y este se metió en el agua con él. Y así fue como Fadi aprendió a nadar.
Desde entonces, Fadi se convirtió en un nadador competitivo que ganó numerosos premios. Haick dijo que siempre le estará agradecido a aquel desconocido que introdujo a su hijo en el agua.
Esa es la idea de experimentar y probar cosas nuevas que es un símbolo del trabajo pionero de Haick.
“Cuando investigo, salto al agua y luego aprendo a nadar”, reconoció.
Cinturón negro en kárate, Haick tiene el aura de alguien que es tranquilo y de voz suave pero se le nota el temple de acero.
Con su equipo de 32 personas -un grupo de científicos de todo el mundo, incluidos países como China, India y Rusia- ya produjo más de 42 patentes y solicitudes de patentes, muchas de las cuales ya tienen licencia para compañías internacionales.
Haick consiguió subvenciones, premios y reconocimientos, incluida la entrada en 2008 a una selecta lista de los “35 científicos jóvenes líderes del mundo” confeccionada por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
A este emprendedor le gusta imaginar lo imposible: dos de sus inventos más famosos son el SniffPhone, un dispositivo cuyos sensores de nanotecnología analizan el aliento para detectar ciertos tipos de cáncer, y el NaNose, que puede detectar biomarcadores para un variedad de condiciones médicas.
Cremallera molecular sin suturas
Antes de explicar más sobre esos inventos, Haick quiso compartir la información de una de sus últimas creaciones.
“Cuando era chico vi Terminator”, contó. Eso ocurrió mientras crecía en Nazaret con sus cuatro hermanos.
Su familia era pobre pero sus padres siempre traían a casa libros sobre inventores y líderes como inspiración.
“Hace seis o siete años volví a ver la película. De repente, una noche a las 3 de la madrugada me desperté pensando en el robot y me dije: ‘¿Por qué no hacemos autocuración para dispositivos electrónicos?’”, describió
Al día siguiente, llamó al doctor Ning Tangun, un becario de posdoctorado originario de Vietnam que hoy estudia en la Universidad de Texas en Austin (EEUU), y le dijo: “Tengo algo loco para ti”‘, le dijo. Y Nang respondió “Genial”.
Haick explicó que los dispositivos electrónicos no se pueden reparar y que no deben tocar la piel ni la sangre. Así fue como Tang creó un polímero que podía hacer todo eso.
Compuesto de azufre y nitrógeno -y dispuesto como una cremallera molecular- el dispositivo puede vendar una herida sin la necesidad de suturas, lo que reduce la posibilidad de la infección.
También es inteligente y está conectado a la computadora de un médico.
“Estoy muy emocionado por el hecho de reemplazar las suturas. Es algo increíble”, definió
Haick mostró una película de un dispositivo electrónico que flotaba en agua salada.
Un científico cortó el dispositivo por la mitad y luego presionó las dos piezas para unirlas. A diferencia de Humpty Dumpty, las piezas se volvieron a unir. Y no solo eso sino que el científico pudo estirar el dispositivo como un caramelo.
Tatuaje rastreador de la salud
Otro de los increíbles inventos de Haick es un dispositivo portátil de seguimiento de la salud que se puede aplicar como un tatuaje temporal.
La gente se coloca el dispositivo sobre la piel y le añade agua. Luego retira el respaldo adhesivo y el dispositivo permanece pegado.
Es capaz de doblarse y estirarse mientras convierte el movimiento y el calor corporal en energía eléctrica.
“El dispositivo contiene electrodos y microagujas del grosor de un cabello. No se sienten. Estos son los sensores que monitorean los biomarcadores de las personas como la glucosa, sal, tuberculosis latente e incluso sirven para comprobar si hay deshidratación”, explicó Haick.
Este dispositivo no invasivo podría transmitir estos datos al usuario y al médico.
“Entre el 20 y el 40 por ciento de todos los diagnósticos médicos son incorrectos. Y el 15 por ciento de todas las cirugías se realizan por motivos equivocados. Y esto se debe a un diagnóstico tardío. Nosotros buscamos detectar enfermedades mientras todavía estamos sanos. Eso hará que la tasa de supervivencia aumente”, indicó.
El emprendedor señaló que en la actualidad los médicos pueden ver entre 40 y 70 pacientes cada día pero que un sistema del tipo del que desarrollo estuviera ya activo cada profesional de la salud podría atender a 70.000 personas gracias a que podría tener acceso a los datos.
“Si tuviera una bola de cristal, ¿este dispositivo será común en el futuro?”, le preguntó ISRAEL21c en Español.
“Sí. La mayoría de la gente usará uno”, respondió sin titubear.
Un laboratorio portátil
“¿Cuál es su enfoque para los próximos años?”, le consultó ISRAEL21c en Español.
“¿Saben lo que es un espectrómetro?”, repreguntó Haick. Y mostró una foto de la máquina.
“Mide más de un metro por un metro, pesa unos 200 kilos y cuesta medio millón de dólares. Es un laboratorio muy complejo al que se le lleva las muestras de sangre u orina y las separa en elementos. No es posible llevarlo todo el tiempo de un sitio al otro”, expresó.
Luego dibujó líneas onduladas y cuadradas en un pedazo de papel y lo sostuvo en el aire.
“Este invento es como el origami. Desarrollamos algo que hará todo lo que hace el espectrómetro pero tiene el tamaño de una tarjeta de crédito. Cuenta con 150 capas y su producción costará 20 dólares. El secreto es lo que ponemos en la tinta y cómo hacemos el plegado. Lo escribimos en una hoja de papel”, describió.
Haick dijo que tiene que pensar en un nombre para este dispositivo: “Hoy lo llamamos laboratorio portátil. En el futuro, se podrá colocar este dispositivo en un edificio para detectar un compuesto específico. Por ejemplo, el xileno. Por encima de cierto umbral, este puede causar cáncer. El xileno es muy difícil de recopilar y examinar pero este dispositivo será capaz de hacer eso. En la agricultura podría detectar infecciones en árboles para monitorear hongos o toxicidad”.
Para Haick, el laboratorio portátil tiene un enorme potencial. Él está seguro de que hallará socios para desarrollarlo.
Mientras estaba a punto de terminar de explicar este proyecto, se fue por la tangente sobre otro de los proyectos de su equipo.
“Hay 600 billones de células en el cuerpo humano y nosotros estudiamos cómo se comunican entre sí. De una parte del cuerpo a otra, las células tienen un lenguaje químico que utilizan. Si podemos espiar ese idioma, podemos intervenir en esta comunicación e intervenir con el tratamiento”, manifestó.
Sentimientos viscerales
Al margen de su investigación en nanotecnología, Haick también es decano de estudiantes universitarios en Technion.
Recientemente recibió a postulantes cuyas notas académicas no eran altas pero tenían otras cualidades.
“Confío en un presentimiento. En un caso de cada 100 me equivoco, por lo que tengo razón el 90 por ciento de las veces. Me encanta correr el riesgo”, explicó.
En esa línea, Haick contó que un estudiante le preguntó cómo tuvo éxito en la vida y que él le respondió: “No pienso demasiado. Cuando encuentro la oportunidad, no pienso mucho en las trampas”. Y agregó que no cree en los errores.
“No hay nada llamado error. Si tienes una perspectiva diferente y una visión distinta, esa puede ser una oportunidad. Es por eso que nunca le digo a alguien: ‘Estás equivocado’. Yo digo: ‘Tengo una opinión diferente’“.
Un modelo para seguir
Haick y su esposa Rana -química e ingeniera en alimentos- viven en Haifa con Fadi y su hijo de ocho años llamado Eass.
Si bien Haick ya no practica karate, camina seis kilómetros cada mañana antes del trabajo.
Como cristiano árabe israelí, no quiere ser ejemplo para una determinada población. “Trato de ser un modelo para seguir por excelencia como ser humano, no como árabe. Tengo un concepto humanista. Busco la excelencia. Es el paraguas que nos define a todos”, indicó.
Haick también se refirió a cómo influyeron en él su niñez y las penurias económicas de su familia: “Cuando era estudiante, siempre pensaba: ‘¿Cómo sobreviviré?’. No me preocupo por eso ahora pero no puedo olvidar de dónde vengo. En términos de humanidad, pienso en aquellos que no tienen los medios y en cómo puedo contribuir a la salud de las personas”.
Luego afirmó: “Tenemos que soñar con realismo. Se necesitas un plan de trabajo realista en términos de tiempo y costo. Hay competidores, y si no cogemos el tren nos perderemos algo”.
Como educador, Haick busca llegar a tantas personas como sea posible.
Así, desarrolló el primer curso masivo abierto en línea del Technion en inglés y árabe.
Desde 2014, más de 54.000 personas de todo el mundo participaron de él.
En ese sentido, Haick dijo que trata de incentivar a los estudiantes a “comprender los vacíos que existen actualmente. Cuanto más se sepa sobre un tema, mejor será para esa persona. Llenar el hueco se llama invención. Esa es la idea y el sueño”.
Para finalizar, definió que el científico no debe estar aislado en el laboratorio. “Es mucho más importante influir en el público y en la próxima generación”, aseguró.