Unidos con Israel

De qué huyen los palestinos

Gaza terror press conference

Terrorists in Gaza speak to the press. (Ahmad Gharabli/Flash90)

Por Evelyn Gordon 

Si preguntaran ustedes a los palestinos, bien en Gaza o en la Margen Occidental, quién es el responsable de su sufrimiento, la mayoría probablemente diría que Israel.

Pero ¿qué dirían si estuviesen a salvo en el extranjero y ya no tuviesen que temer a sus propios Gobiernos? Esa es una pregunta que periodistas, diplomáticos y organizaciones no gubernamentales no suelen molestarse en hacer. Ahora sabemos cuál es la respuesta, al menos en lo que respecta a los palestinos que huyen de Gaza. No se marchan por nada que haga Israel, sino por las persecuciones que perpetra el régimen de Hamás en la Franja.

Tenemos sus testimonios por el periodista de Haaretz Zvi Barel, que fue a Grecia en busca de refugiados sirios pero se tropezó por casualidad con palestinos de Gaza; con miles de ellos, según él mismo cuenta. Uno de ellos calculaba que había unos 6.000 sólo en Atenas. The Badil Resource Center for Palestinian Residency and Refugee Rights dice que la cifra real es probablemente más alta.

Y esos sólo son los que han podido irse. A muchos les gustaría, pero están atrapados en Gazaporque el paso fronterizo con Egipto está abierto únicamente unos días al mes. Aun cuando abre, sólo pueden salir unos pocos cientos de personas al día. Osama, uno de los palestinos entrevistados por Barel, dijo que cuando abandonó Gaza (a través de un túnel utilizado para el contrabando) más de 25.000 estaban en la lista de espera para salir por la frontera oficial.

¿Y por qué huyen o tratan de huir tantos gazatíes? La respuesta de los que hablaron con Barel fue unánime: Hamás. Ni uno solo mencionó a Israel.

“Hay un médico palestino que vino con su mujer y tres hijos”, le dijo Osama a Barel. “Imagine: un médico, una persona respetable con una profesión, que tiene que huir de Gaza sólo porque era sospechoso de deslealtad a Hamás”.

Aymán, que ha estado escuchando la conversación en silencio, interviene. “Yo soy dibujante, artista, y he hecho exposiciones en Gaza. A Hamás no le gustaban mis dibujos y me prohibieron dibujar, y también me arrestaron. Después de pasar un tiempo en una cárcel de Hamás, decidí escapar”, dice.

“Me ataron de manos y pies, me golpearon, y después de acabar herido por los golpes me transfirieron a un hospital, donde estuve durante más de un mes. Mientras, también detuvieron a mi hermano, para sacarle información sobre mí”.

Nayi, otro gazatí, le enseñó a Barel una profunda herida en la pierna que, según dijo, era fruto de las torturas que le infligieron en una cárcel de Hamás.

Un día incluso intenté suicidarme. Di un fuerte cabezazo contra el cristal de la ventana y apreté el cuello contra el cristal roto. Pero tiraron de mí y no lo conseguí”, dice, señalándose una fea cicatriz en el cuello. “Se lo digo: Gaza está al borde de la guerra civil y nadie sabe lo que está pasando allí. A nadie le interesa”.

Hay numerosas agencias de la ONU dedicadas ostensible y exclusivamente a ayudar a los palestinos, mientras que las organizaciones en defensa de los derechos humanos conceden unaatención desproporcionada a este asunto. En ambos casos, su único y verdadero interés en lo relacionado con el sufrimiento palestino es encontrar alguna manera de culpar a Israel. No les podría importar menos proteger a los palestinos de los abusos de su propio Gobierno. Por eso siguen publicando informes acusando a Israel de ser la “clave fundamental” en el sufrimiento palestino, como sostuvo un organismo de la ONU la semana pasada, a pesar de todas las pruebas en contrario.

Esa flagrante tendenciosidad suele ocultar un problema mayor que afecta incluso a periodistas, ONG y diplomáticos bienintencionados, y a casi todos los implicados en contar al mundo lo que está pasando en la Margen Occidental y Gaza, y es el de no entender cómo influye el miedo en lo que la gente dice en las sociedades no democráticas. Para los palestinos, culpar a cualquier otro que no sea Israel por sus problemas es arriesgarse a sufrir graves consecuencias por parte de sus regímenes o de bandas de matones asociadas a ellos. Y esto ocurre no sólo en la Gaza gobernada por Hamás, como por desgracia descubrieron personas como Aymán y Nayi, también en la Margen Occidental gobernada por Fatah, donde periodistas, empresarios y miembros de las fuerzas de seguridad palestinas han sufrido arrestos y multas por atreverse a criticar a la Autoridad Palestina o a su presidente, Mahmud Abás. Culpar a Israel es siempre la solución más segura, aun en los casos donde es una patente falsedad.

Los periodistas, las ONG y los diplomáticos responsables deberían tener en cuenta este factor y tratar de profundizar un poco más para tratar de obtener la verdad. Y reconocer que el hecho de que Israel sea la única parte a la que los palestinos no temen criticar es en sí una poderosa refutación de las afirmaciones palestinas de que Israel es un régimen opresor. La gente que vive bajo un auténtico régimen opresor suele tener miedo a criticarlo públicamente.

En su lugar, estos creadores de opinión toman al pie de la letra todo lo que oyen de los palestinos en la Margen Occidental y Gaza y lo repiten acríticamente, como loros. Eso no mejora en absoluto la suerte de los palestinos, pero contribuye enormemente a envalentonar a los regímenes represores de los propios palestinos, librándolos de todo escrutinio y presión.

El testimonio de esos refugiados gazatíes en Grecia representa una rara oportunidad para escuchar qué dicen los palestinos cuando están fuera del alcance de sus regímenes represores y pueden hablar con libertad. Ofrece por lo tanto un atisbo de la verdadera fuente de tanto sufrimiento palestino, y es una denuncia a todos los periodistas, diplomáticos y ONG que han colaborado con ambos regímenes palestinos para ocultar esta verdad al mundo.

© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

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